Chivos expiatorios convenientes

septiembre 13, 2020

«Entendemos mejor el antisemitismo al mirarlo como un virus. No tiene lógica. Los judíos han sido odiados porque son ricos y porque son pobres; porque son capitalistas y porque son comunistas; porque se aferran tenazmente a una fe antigua y porque son cosmopolitas sin raíces, que no creen en nada. El odio no necesita lógica. El odio es una enfermedad del alma».

 – Rabino Lord Jonathan Sacks

A lo largo de la historia las crisis mundiales —sean financieras o políticas o de salud— han unido a las personas en un sentido común de sufrimiento. A veces, esta unión es por el bien de la sociedad al enfrentar la crisis que se avecina. En ocasiones esta unificación gira en torno a la necesidad de culpar el origen de la crisis, o a alguien en particular, provocando odio e incluso violencia hacia aquellos que son percibidos como los causantes de la crisis. Un grupo de personas que siempre se encuentra en la cima de la lista de posibles culpables es: el pueblo judío. El antisemitismo está al acecho, debajo de la superficie en demasiados corazones humanos; y todo lo que se necesita es rascar un poco para que ese odio aparezca y estalle contra el pueblo judío. Mientras el mundo lidia con las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y los disturbios raciales globales, el pueblo judío y el estado judío se han convertido una vez más en un blanco conveniente para culpar.

La teoría del chivo expiatorio

El chivo expiatorio de Yom Kippur

El concepto de “chivo expiatorio” se origina en la Biblia hebrea. En Yom Kippur (Día de la Expiación) se llevaban dos cabritos a la puerta del Tabernáculo para presentarlos al Señor (Lev. 16:5–10). Mediante el echar suertes sobre ellos, un macho cabrío quedaba destinado para el sacrificio, y el otro era enviado al desierto, pero antes de eso, el sumo sacerdote figurativamente le atribuía los pecados intencionales de los israelitas

Ineludible es una cruel ironía, de que a lo largo de la historia, el pueblo judío ha desempeñado el papel de chivo expiatorio. La Enciclopedia de Psicología Social define la teoría del chivo expiatorio como <<la tendencia a culpar a otra persona por problemas propios>>;  un proceso que a menudo resulta en sentimientos de prejuicio hacia la persona o grupo a quien se culpa.

El chivo expiatorio se ha convertido en una forma funcional de antisemitismo. Los judíos a menudo son vistos como elementos dañinos a la sociedad y la responsabilidad de cualquier crisis fácilmente puede proyectarse sobre ellos. Este método de culpar puede usarse para explicar cualquier calamidad que suceda en la sociedad y, convenientemente, deja a las personas no judías libres de responsabilidad alguna. El juego del chivo expiatorio suele ir acompañado de agresiones que no se atribuyen al azar, sino que siguen patrones existentes de intolerancia. La responsabilidad de muchos de los males del mundo se han atribuido al pueblo judío y la retribución inmerecida ha dejado un dolor indeleble.

Historia de la atribución de culpa

Es una realidad lamentable, que gran parte del “chivo expiatorio” histórico del pueblo judío se haya originado en los cristianos profesos. Cuando la peste negra (peste bubónica) devastaba Europa en 1348, los líderes cristianos luchaban por comprender el origen de la plaga que había caído sobre el continente. Como no había un entendimiento real sobre cómo se propagaba la enfermedad, y porque algunas comunidades judías escapaban de dicha infección, se inventaron salvajes teorías de conspiración antisemitas. El Papa Clemente y el Fraile Franciscano Herman Gigas afirmaron que los judíos, en un intento de destruir al cristianismo, “envenenaban los pozos y manantiales de todas partes”. Su acusación resultó en una terrible persecución y exterminio masivo de judíos en el fuego de la hoguera.

Etiquetados como portadores contaminados del tifus en Europa y transportadores de tuberculosis y cólera a los Estados Unidos, los inmigrantes judíos fueron repetidamente “chivos expiatorios», lo que llevó a que la política de inmigración estadounidense en la década de 1920 fuera básicamente antijudía. La realidad era que los inmigrantes judíos tenían una esperanza de vida más larga que los estadounidenses «nativos», y de hecho, tenían niveles más bajos de enfermedad en sus comunidades. Sin embargo, “el chivo expiatorio” continuó y se expandió para incluir muchos otros fracasos sociales, especialmente durante el período entre las dos guerras mundiales.

En 1915, Henry Ford culpó a los judíos de instigar la Primera Guerra Mundial y a fines de la década de los años 30’s, Adolfo Hitler convirtió a los judíos en “chivo expiatorio” por los problemas económicos y la pobreza resultante que experimentaba el pueblo alemán después de aquella guerra. La máquina de propaganda nazi perfeccionó el “chivo expiatorio” uniendo a sus ciudadanos en tal ira y odio contra los judíos que finalmente condujo a las atrocidades del Holocausto.

Nación chivo expiatorio

En tiempos más recientes, el modelo de “chivo expiatorio” del antisemitismo se ha expandido para incluir al estado judío en esta culpabilidad, con todo tipo de nefastas declaraciones. Algunas de las acusaciones son francamente ridículas. Egipto y Arabia Saudita acusaron a Israel de infiltrarse en sus países con frutas y verduras envenenadas en 2007, incluso creyendo que unos melones infectados con el sida habían llegado a Riad. En el apogeo del susto de la gripe aviar de 2006, los medios sirios informaron que Israel había desarrollado deliberadamente el virus, para someter a las naciones árabes circundantes. Se culpa a Israel entre otras cosas: de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos; de la crisis financiera mundial del 2008; y los continuos disturbios en el Medio Oriente.

Avancemos rápidamente a la actual crisis de COVID-19: el Ministerio de Asuntos Estratégicos y Diplomacia Pública de Israel ha estado monitoreando los esfuerzos de algunos grupos para deslegitimar a Israel y presentarlo como “chivo expiatorio” con acusaciones de “orquestar la pandemia global”. Los que odian a Israel y las organizaciones pro-boicot, desinversión y sanciones [BDS] han llegado a equiparar a Israel y al pueblo judío con la propagación del coronavirus para obtener beneficios políticos y financieros. En un artículo para el Times of Israel, Moshe Kantor, presidente del Congreso Judío Europeo, dijo: <<Desde el comienzo de la pandemia del COVID-19, ha habido un aumento significativo de acusaciones de que los judíos, como individuos y como grupo o están detrás de la propagación del virus, o se benefician directamente de él>>.

¿Cuándo terminará?

De hecho, parece que la historia se está repitiendo a medida que el pueblo judío e Israel son los “chivos expiatorios” en cada oportunidad. Fuimos testigos de caricaturas envilecedoras de judíos como alimañas que transportaban “la verdadera plaga” en una manifestación en contra de las disposiciones gubernamentales de <<quedarse en casa>> en Ohio. En París, los gritos de <<sucios judíos>> sonaron durante una marcha contra el racismo, mientras los manifestantes blandeaban pancartas acusando a Israel de masacrar a los palestinos. Es posible que el “chivo expiatorio” y el odio nunca terminen, pero los cristianos como usted y como yo, no debemos quedarnos de brazos cruzados mientras se hacen acusaciones falsas contra nuestros amigos. Tenemos la responsabilidad de reconocer el odio que se esconde detrás de cada acusación antisemita y combatir ese odio, con el amor y la verdad.

 

Traducido y adaptado por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz
Revisado por Robin Orack y Fernanda González  – Voluntarias en Puentes para la Paz

 

Fuente: Un artículo originalmente publicado por Nathan Williams, Bridges for Peace (Puentes para la Paz), el 1 de julio de 2020.

Fotografía por: The scapegoat of Yom Kippur – Khazanova/shutterstock.com

 

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