En los dos meses desde que Joe Biden asumió el cargo como presidente de Estados Unidos, la nueva administración ha estado dando vueltas sobre la cuestión de cómo cumplir exactamente su promesa de campaña sobre reingresar al acuerdo nuclear con Irán.
Biden está decidido a restablecer el pacto que el ex Presidente Donald Trump destruyó en 2018. Pero en lugar de simplemente levantar las sanciones y abrazar el acuerdo que fue el logro característico de la política exterior de su exjefe, el Presidente Barack Obama, Biden y el Secretario de Estado Antony Blinken fueron cautelosos con sus declaraciones públicas sobre el tema. Sin embargo, aunque afirmaron que necesitaban que Irán retrocediera en sus esfuerzos para perseguir su objetivo nuclear, tampoco era ningún secreto que se estaban realizando esfuerzos secundarios para encontrar una manera de lograr que Teherán aceptara volver a cumplir con los débiles términos del acuerdo de 2015.
Pero mientras la nueva administración intentaba definir la dirección de su política, los iraníes no perdían el tiempo. El fin de semana pasado, firmaron un acuerdo de 400,000 millones de dólares con China, que podría alterar decisivamente la correlación de fuerzas en Medio Oriente.
El pacto es un cambio de juego potencial ya que no solo le da a Irán un mercado confiable para vender su petróleo, aunque a un precio con descuento, sino que también implicará una inversión masiva de China para mejorar la infraestructura de Irán, la cooperación militar y el intercambio de inteligencia. De un solo golpe, China está tratando de socavar cualquier esfuerzo por aislar a Irán para presionarlo a que renuncie a su opción nuclear. La relación cada vez más profunda entre Teherán y Beijing también implica que China está respaldando a los ayatolás contra cualquier esfuerzo por restringir la construcción de misiles y el uso del terrorismo. En esencia, China está dando un gran paso adelante para afirmarse como una superpotencia internacional cuyos intereses en Oriente Medio estarán vinculados a los del régimen islamista.
El principal interés de China en apuntalar a Irán es socavar a Estados Unidos. Si bien muchos estadounidenses han restado importancia a la noción de una rivalidad de superpotencias entre las dos naciones en función de la exagerada propagación del miedo de Trump, este acuerdo es una prueba más de que los chinos se toman muy en serio el ejercicio de su influencia en todo el mundo. Este golpe a la seguridad tanto de Israel como de los estados árabes de la región, es simplemente un daño colateral a la decisión de China de adoptar a Irán como su representante en Oriente Medio.
La pregunta es: ¿Qué hará Biden al respecto? En los días posteriores al anuncio del pacto entre China e Irán, Washington aún no habla públicamente sobre la estratégica asociación. Teniendo en cuenta que este es posiblemente el desarrollo más peligroso en la región en varios años, ese silencio lo dice todo.
El momento del acuerdo entre China e Irán no es casual. Este acuerdo ha estado en proceso desde el verano pasado. Los chinos sabían que Trump habría respondido a su intervención en el Medio Oriente y no habría dudado en implementar sanciones que los habrían perjudicado. Sin duda, decidieron esperar a ver si era reelegido antes de ponerlo en marcha. Tenían la esperanza, al igual que los iraníes, de que Biden les permitiera salirse con la suya.
Eso deja a Biden con una opción. Puede aceptar supinamente la nueva alianza China-Irán y renunciar a cualquier esfuerzo serio para buscar un nuevo acuerdo nuclear. O puede hacer lo que Trump podría haber hecho y enviar un fuerte mensaje a Beijing y Teherán, de que Estados Unidos sigue siendo la única superpotencia verdadera del mundo, y que cualquier nación que busque desestabilizar el Medio Oriente de esta manera pagará un alto precio económico.
Aunque llegó antes de lo que la nueva administración hubiera deseado, este es su primer gran desafío de política exterior. Mucho —para Estados Unidos, Israel y Medio Oriente— depende de si su respuesta será lo suficientemente fuerte como para hacer que los chinos retrocedan, y recordarle a Irán que debe renunciar a sus ambiciones tanto de una hegemonía nuclear como regional.
Jonathan S. Tobin es editor en jefe de JNS — Jewish News Syndicate. Síguelo en Twitter en: @jonathans_tobin.
ENFOQUE DE ORACIÓN: Clamemos al Señor por Su intervención en esta gravísima situación. Oremos para que Estados Unidos, Israel y sus aliados árabes presenten un frente unido lo suficientemente fuerte como para convencer a China de que no quiera alterar el actual equilibrio de poder en la región. Intercedamos por la protección de Dios sobre Israel, ya que Irán potencialmente entraría en esta peligrosa alianza con China.
VERSO BÍBLICO: “Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente; Tú has dado mandamiento para salvarme, porque Tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, rescátame de la mano del impío, de la mano del malhechor y del implacable”.
Salmo 71:3-4 NBLA
Publicado en abril 2, 2021
Fotografía por: Kremlin.ru/jns.org
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