por: Rvda. Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional
Mis padres y abuelos se criaron en una época en la que los grandes avivamientos se extendían por todo Estados Unidos. En gran parte, surgieron del ‘Movimiento de Santidad’. Hombres y mujeres con un hambre profunda de Dios y Sus caminos, dedicaron sus vidas a la oración y a vivir en santidad. En medio de sus intensas reuniones de oración, la presencia de Dios se experimentaba de maneras asombrosas. Estos avivamientos en la primera parte del siglo XX impactaron profundamente al mundo cristiano. Los cambios espirituales internos se reflejaban externamente como un estilo de vida en santidad. En mis primeros años de vida, esta influencia aún se percibía en gran manera. En nuestras iglesias había un gran énfasis en la Escritura, la oración y la santidad. A menudo se hablaba de la santidad en términos de cómo deberíamos vestir y otros comportamientos externos. Desafortunadamente, era posible seguir todas las reglas y aparentar ser una persona santa sin una santidad interior. Hoy, parece que no se hace mucho énfasis en la santidad, sin embargo, la Biblia a menudo describe a Dios como santo y nos dice que también seamos santos.
El apóstol Pedro escribió: “Por tanto, preparen su entendimiento para la acción. Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquel que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: «Sean santos, porque Yo soy santo»” 1 Pe 1:13-16.
La última frase de este versículo es una cita del libro de Levítico: “Sean santos, porque Yo Soy santo” (Lv 19:2).
Me gustaría sugerir que la santidad es un asunto que es importante para Dios. El hecho de que se enfatice tanto en la Torá (Gn – Dt), como en los Escritos de los Apóstoles (NT) es relevante.
Cada semana, el mundo judío lee una porción de la Torá (Gn – Dt) en las Escrituras, llamada parashat hashavua (la porción de la semana). Cada porción tiene un nombre tomado del contenido de esa porción. Exactamente a la mitad de la Torá, en Levítico 19 y 20, hay una porción llamada Kedoshím, que significa “santos”. Pedro estaba haciendo referencia a esta porción.
Es importante notar que esta porción fue hablada a la congregación entera de todos los hijos de Israel. “Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Habla a toda la congregación de los israelitas y diles: ‘Santos serán porque Yo, el Señor su Dios, Soy santo’” (Lv 19:1-2). Esto indica que todas las personas que componían la congregación debían ser santas, no sólo los sacerdotes. En el mundo antiguo, cada cultura tenía sacerdotes, los cuales se esperaba que actuaran de cierta manera, pero Dios dejó muy claro la expectativa de que todos los hijos de Israel debían ser santos. Más adelante en la porción leemos: “Santifíquense, pues, y sean santos, porque Yo soy el Señor su Dios” (Lv 20:7), y hacia el final de la porción de la Torá dice: “Sean ustedes santos, porque Yo, el Señor, Soy santo, y los he apartado de los pueblos para que sean Míos” (Lv 20:26). Pedro, hablando a la Iglesia primitiva, también enfatizó esto: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable”(1 Pe 2:9).
Cuando comencé a pensar e investigar de esto, descubrí que hay muchas opiniones sobre el tema, tanto en el mundo cristiano como en el judío.
Escuché un programa de radio de La Voz de Israel con tres rabinos que conocemos bien, los Rabinos Jeremy Gimpel, Ari Abramovitch y Tuly Weisz, mientras discutían el significado de la santidad.
El Rabino Abramovitch dijo que la santidad debía ser separada, distinta y elevada; que lo natural debe ser elevado por lo espiritual.
El Rabino Gimpel habló sobre su mentor, el Rabino Abraham Joshua Heschel, quien dijo que la santidad es la suma total de la realidad enfocada en los atributos de Dios. Continuó diciendo que debemos emular los atributos de Dios en todas las áreas de la vida, que podrían variar según las circunstancias, las cuales podrían requerir misericordia o justicia.
El Rabino Weisz habló sobre el primer primer ministro de Israel y su encuentro con unos jóvenes judíos en 1944, antes de la fundación del Estado de Israel. David Ben Gurion, que no era religioso pero amaba la Biblia, dijo:
“La nuestra era una nación diminuta que habitaba en un país pequeño y ha habido muchas naciones diminutas y muchos países pequeños, pero la nuestra era una nación diminuta que poseía un gran espíritu, un pueblo inspirado que creía en su misión pionera para con todos los hombres y la misión que ha sido predicada en los profetas de Israel. Este pueblo le dio al mundo grandes y eternas verdades y mandamientos morales. Este pueblo se levantó por visiones proféticas de la unidad entre el Creador y Su creación, de la dignidad y el valor del individuo, de la justicia social, la paz universal y el amor. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este pueblo fue el primero en profetizar sobre el final de los tiempos, el primero en ver la visión de una nueva sociedad humana” (Ben Gurion 1944).
En Teología judía por Kaufmann Kohler, encontramos que “la santidad es la esencia de toda perfección moral”.
Oswald Chambers dijo la famosa frase: «El fin destinado del hombre no es la felicidad, ni la salud, sino la santidad» (‘My Utmost for His Highest’).
Richard Baxter, un puritano, escribió que la santidad es «nada más que la devoción y dedicación habitual y predominante del alma, el cuerpo, la vida y todo lo que tenemos a Dios; y estimando, amando, sirviendo y buscándole, ante todos los placeres y la prosperidad de la carne» (‘Un directorio cristiano’).
Dwight Moody argumentó que «es mucho mejor vivir una vida santa que hablar de ello. Se nos dice que dejemos nuestra luz brillar y, si brilla, no es necesario que se lo digamos a nadie. La luz será su propio testigo. Los faros no suenan campanas ni disparan cañones para atraer la atención hacia su brillo, ellos simplemente brillan».
Mientras leía y releía la porción, me sorprendió la cantidad de veces que vemos la frase “Yo Soy el Señor tu Dios”. De hecho, encontramos el nombre personal de Dios —YHVH— el Tetragrama, 20 veces en estos dos capítulos. La primera mitad de los Diez Mandamientos se centra en nuestra relación con Dios.
En el Midrash (comentario antiguo judío sobre las Escrituras), existe una tradición que dice que la porción de la Torá (Gn – Dt) llamada Parashat Kedoshim, es la más importante de la Torá porque está contenida en los mandamientos que componen lo que llamamos el “Código de Santidad”; son referencias interpretadas de cada uno de los Diez Mandamientos.
En esta parte, se dedica mucho tiempo a enseñar cómo vivir en santidad con Dios y con el hombre. De hecho, muchos eruditos judíos han enfatizado el hecho de que aunque los Diez Mandamientos se enumeran dos veces en Éxodo y Deuteronomio, se enfatizan en esta porción de la Torá.
1) “Yo Soy el Señor tu Dios” (Éxodo 20:2) está escrito en Levítico 19:2.
2) “No tendrás otros dioses delante de Mí” (Éxodo 20:3) está escrito en Levítico 19:4 como: “No se vuelvan a los ídolos, ni se hagan dioses de fundición”.
3) “No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano…” (Éxodo 20:7a) se alude en Levítico 19:12: “Y no jurarán en falso por Mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios…”.
4) “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxodo 20:8) está escrito en Levítico 19:3 como “Cada uno de ustedes… guardará mis días de reposo…”.
5) “Honra a tu padre y a tu madre…” (Éxodo 20:12a) está escrito en Levítico 19:3: “Cada uno de ustedes ha de reverenciar a su madre y a su padre…”.
6) “No matarás” (Éxodo 20:13) está escrito en Levítico 19:16 como “no harás nada contra la vida de tu prójimo”.
7) “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14) está escrito en Levítico 20:10b como “El adúltero y la adúltera ciertamente han de morir”.
8) “No hurtarás” (Éxodo 20:15) está escrito en Levítico 19:11 como, “No hurtarán…»
9) “No darás falso testimonio…” (Éxodo 20:16) está escrito en Levítico 19:16: “No andarás de calumniador entre tu pueblo…”.
10) “No codiciarás…” (Éxodo 20:17) según las fuentes judías está cubierto por el versículo que dice, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18).
Pedro no es el único que citó (y validó) esta porción de la Torá (Gn -Dt). Jesús también citó partes de ella. ¿Cuál es la actitud de Jesús hacia los mandamientos?
En Marcos 10:17b-19, Jesús responde una pregunta que le hicieron: “«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»”. Jesús le respondió: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre»”.
Jesús también resumió los Diez Mandamientos como los dos mayores mandamientos (Marcos 12, Mateo 22 y Lucas 10). Dijo que debemos amar a Dios y amar a nuestro prójimo. Piénsalo: si amamos a Dios, guardaremos Sus mandamientos, un tema que se repite más de una vez en los Escritos de los Apóstoles (NT). Si amamos a nuestro prójimo, guardaremos los mandamientos relacionados con las relaciones humanas. En el pasaje de Mateo, Jesús dice: “De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mt 22:40).
Este versículo que se encuentra por primera vez en Levítico 19:18, es un versículo famoso tanto en el pensamiento judío como en el cristiano. Jesús lo llamó el segundo mandamiento más importante (Marcos 12:31).
La santidad involucra nuestra relación con un Dios santo y nuestras acciones justas hacia los seres humanos que Él ha creado.
¿Cómo podemos ignorar la clara declaración de las Escrituras que dice: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Soy el Señor” (Lv 19:2). En el cristianismo hemos tendido a reaccionar como un péndulo oscilante ante lo que parece un énfasis excesivo en los problemas. El Movimiento de Santidad temprano en Estados Unidos fue claramente una realidad interior, un encuentro poderoso con el Señor. Los encuentros fueron tan significativos e impactantes que los involucrados cambiaron. La manifestación exterior de una vida santa siguió a un encuentro vibrante con el Dios vivo. En mi generación, todavía se hacía hincapié en la santidad, pero parecía estar más en la línea de lo que un buen cristiano debería o no debería hacer, y no necesariamente en la realidad interior. Con el paso del tiempo, esta idea de santidad fue abandonada en gran medida. Ahora es raro escuchar mensajes sobre santidad.
Me parece claro que Dios todavía es santo y sigue deseando que Su pueblo camine en Sus caminos, en Sus caminos santos. ¿Comportarse “santamente” es suficiente? ¡No! Para que seamos santos, necesitamos un encuentro con el Dios vivo. Necesitamos conocer a Aquel que se llama a Sí mismo YHVH, el Gran YO SOY. Junto con Su ayuda, podemos vivir una vida santa, reflejando Su naturaleza en el mundo que nos rodea. Jesús (Yeshúa) dijo: “Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
Como seguidores de Dios, debemos escudriñar nuestro corazón. ¿Adoramos desde nuestro corazón de acuerdo con las Escrituras? ¿Amamos a Dios y amamos a nuestro prójimo? ¿Estamos comprometidos con nuestro Dios santo y con seguirlo en santidad? Ya he dicho suficiente. Ahora depende de cada uno de nosotros buscar las respuestas a estas preguntas en oración.
Bibliografía:
Baxter, Richard. A Christian Directory, or, a Body of Practical Divinity and Cases of Conscience. London: Printed for Richard Edwards, 1825.
Ben-Gurion, David. “The Imperatives of the Jewish Revolution.” Speech, Haifa, Israel, September 1944. https://zionism-israel.com/hdoc/Ben-Gurion_Jewish_revolution.htm.
Chambers, Oswald. My Utmost for His Highest. Dodd, Meade & Co, 1924.
Kohler, Kaufmann. Jewish Theology, Systematically and Historically Considered. Project Gutenberg, 2010.
The Voice of Israel radio station closed down in 2015. This reference refers to a program the author listened to while the station was on air.
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