Han pasado cien días desde que se detuvo la vida y lo cotidiano en Israel. Los cielos se oscurecieron y nosotros –todos nosotros–, quedamos expuestos a un caldero hirviente y horripilante de terror; profundo odio arraigado contra nosotros y desatado sobre nosotros. Cien días de una guerra que se nos impone. Una prueba para toda la nación. Una prueba para nuestro corazón colectivo; para probar nuestra valentía, determinación, rectitud, fuerza, apoyo mutuo, unidad; los valores y principios que nos definen como nación.
En estos tiempos difíciles, no podemos evitar reflexionar sobre los sacrificios de nuestras hijas e hijos que caen, como civiles y como soldados por igual. Su valentía, su compromiso, su amor por la vida; su dedicación a los ideales que amamos; son un testimonio de la fuerza que hay en todos nuestros corazones. No debemos ni podemos olvidar, ni por un momento, a los rehenes y a los desaparecidos. Es difícil imaginar una prueba más ardua y dolorosa que la de las familias cuyos seres queridos están en manos de los asesinos de Hamás. Todos llevamos una oración, haciéndonos eco de las palabras del profeta: “tus hijos volverán a su patria” [tomado de Jer 31:17 DHH].
Lamentamos la pérdida de los héroes caídos; su valentía, la santidad de voluntad y el auto-sacrificio que impregnaron a la ferocidad de la batalla. Lloramos por las muchas vidas, demasiadas; extinguidas brutalmente, víctimas de una violencia monstruosa y antisemita. Sin embargo, recordamos que incluso en los momentos más oscuros, fuimos testigos de la fuerza, el coraje, la resiliencia y la compasión que nos definen como pueblo. Cometimos un grave y doloroso error al no estar preparados. Pero el mayor error es el del enemigo.
El enemigo, cuyos “grandes héroes” asesinaron a sangre fría; masacraron y violaron indiscriminadamente a: bebés, ancianos, niñas, niños; quemaron casas con gente dentro y cometieron los peores crímenes de la humanidad. Un enemigo, para quien el libro de jugadas de Hitler, Mein Kampf [manifiesto autobiográfico político nazi], ocupa un lugar de honor en sus hogares; cuyos campamentos de verano para niños eran centros de lavado de cerebro asesino y odio ciego. Un enemigo que cree conocernos, y menosprecia la valentía de nuestros hijos e hijas hasta ver con sus propios ojos: cómo “un pueblo se levanta como león y como leona” [de Núm 23:24].
Las fuerzas de la valentía entre nosotros han estallado de manera inspiradora. Vimos cómo la “generación Tik-Tok” surgió, como una generación de fuerza histórica, cuya valentía quedará grabada en los anales de la historia israelí. Me reuní con los combatientes y comandantes, los líderes del frente, hechos de acero, deseosos de enfrentarse al enemigo con el juramento de “nunca más”. Todos somos testigos de la fuerza de las comunidades y las familias desplazadas; la valentía de nuestros heridos en los hospitales; la fe inquebrantable y el orgullo de las familias afligidas; el voluntariado y la responsabilidad mutua en la sociedad israelí (tanto judíos como árabes); la determinación de nuestros aliados que permanecen al lado. Nuestro lado, encabezado por Estados Unidos y las comunidades judías de todo el mundo; nos apoyan como uno solo; a veces inclusive a riesgo personal. ¡Nadie puede derrotar a un pueblo así! a una nación tan unida y decidida.
Aunque esta guerra estalló en uno de los períodos más desafiantes de nuestra historia; y mientras el enemigo esperaba que su ataque terrorista, profundizaría las divisiones y debilitaría la alianza interna israelí; elegimos la vida; elegimos nuestro compromiso compartido. Elegimos unirnos de inmediato y luchar juntos, hombro con hombro; por el presente y el futuro de nuestro hogar compartido. Lamentablemente es difícil no ver que hay quienes optan; incluso ahora; por volver al discurso de odio y división que prevaleció aquí, hasta el 6 de octubre. Cualquier retirada a esos lugares oscuros de división nos amenaza directamente: nuestra seguridad, nuestras vidas. La crítica siempre está permitida; sabiendo que en ocasiones es necesario discutir; un elemento esencial de nuestra democracia; pero es hora de llevar a cabo nuestros debates y discusiones de manera responsable, para preservar nuestra unidad; para recordar que somos un solo pueblo y un solo país. No debemos permitir que Hamás gane la batalla por la resiliencia israelí.
A pesar de los desafíos que tenemos por delante, no tengo ninguna duda de que saldremos de las sombras de este conflicto más fuertes y decididos que nunca. Juntos, como una nación, superaremos la oscuridad; resucitaremos de las cenizas; reconstruiremos lo que tenga que ser reconstruido; replantaremos, sembraremos; colocaremos ‘mezuzot’ [cajas de Escrituras pegadas a las puertas] en los hogares. Convertiremos todos y cada uno de los infiernos, en un paraíso; como siempre lo hemos hecho. Crearemos un futuro de esperanza y abundancia para nosotros; para nuestro estado y para toda la región. Uno que sea digno de los caídos, que honre la memoria de las víctimas y refleje nuestro compromiso de ser un faro de esperanza; para nosotros y para toda la humanidad.
Nuestro enemigo cometió un error. ¡El espíritu del pueblo de Israel siempre vencerá! Incluso esta vez, nuestro espíritu prevalecerá.
Publicado el 15 de enero de 2024
ENFOQUE DE ORACIÓN: Alabemos al Señor por la resiliencia del pueblo de Israel y por la unidad que el país ha experimentado desde el 7 de octubre de 2023. Oremos para que la nación siga uniéndose mientras la guerra contra Hamás amenaza con durar mucho tiempo en el futuro. Como dijo el Presidente Herzog que “el espíritu del pueblo de Israel siempre permanezca y no sea vencido».
VERSO BÍBLICO: «Miren cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía. Es como el óleo precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión; porque allí mandó el Señor la bendición, la vida para siempre«.
–Sal 133:1-3 NBLA
Publicado en enero 16, 2024
Fotografía por: Chaim Goldberg/Flash90
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