No crean en la afirmación de la administración Biden de que “no ha cambiado su postura sobre la guerra de Israel contra Hamás”. La abstención de Estados Unidos en la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas [CSNU] para un alto al fuego inmediato en Gaza, no es sólo una maniobra política o diplomática de rutina; es una traición fundamental a la alianza entre Estados Unidos e Israel.
En lugar de sólo sacrificar la seguridad de Israel, está también otorgando una gran victoria tanto a Hamás, como a sus aliados iraníes. Ahora que la ONU exige el fin de la guerra, no hay razón para que Hamás deje de intentar conservar aquellas partes de Gaza que aún controla. Tampoco hay ninguna razón para liberar a los rehenes que todavía mantiene cautivos; excepto un acuerdo que obligue a Israel a aceptar un retorno —de una forma u otra— al status quo previo, al 7 de octubre. Eso garantizará que Hamás «se salga con la suya», tras haber cometido la mayor matanza masiva de judíos desde el Holocausto; además de afirmar su primacía sobre la política palestina en el futuro previsible.
La supuesta búsqueda de la paz en Oriente Medio por parte de la administración, es una farsa; ya que esencialmente, está ungiendo a una organización comprometida con la destrucción de Israel y el genocidio judío; como la voz principal del nacionalismo palestino. Eso envía una señal al mundo, de que Estados Unidos ya no está interesado en derrotar al terrorismo islamista, ni en mantener la fe en sus aliados.
Una estrategia de dos caras
Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU tienen fuerza de derecho internacional, y si Israel continúa sus operaciones para eliminar a Hamás —como su gobierno ha dicho correctamente que debe hacerlo— esta resolución podría usarse, como base para sanciones internacionales contra el Estado judío. Sin embargo, la administración Biden afirmó que la resolución que pide el cese de los combates durante las dos semanas restantes del mes sagrado de Ramadán (aunque el organismo mundial no dijo nada sobre los ataques musulmanes a festividades judías como Simjat Torá, el día de las atrocidades del 7 de octubre); así como la liberación de los rehenes y el libre flujo de ayuda hacia Gaza; son “no vinculantes”. De esta manera, continúa intentando hablar con ambos lados sobre la guerra: por un lado, tratando de impedir que Israel gane y, por el otro, afirmando que sigue siendo un aliado fiel.
Dado que Hamás no ha cesado su violencia, y continúa manteniendo rehenes israelíes; sí se puede argumentar en contra de Israel, de que no tiene el derecho legal de continuar su batalla. Pero los enemigos de Israel en todo el mundo —en la ONU y en Estados Unidos— no están interesados en los finos detalles del derecho internacional, ¡no! Lo que quieren es que los combates concluyan y Hamás continúe en pie; con la capacidad de reagruparse y rearmarse y cumplir sus promesas de “seguir matando judíos hasta exterminarlos”.
Si bien la votación de la ONU debe considerarse un punto de inflexión en la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Israel; no puede considerarse una sorpresa. El presidente Joe Biden se ha ido alejando constantemente de sus promesas iniciales de apoyo a Israel, después de la masacre del 7 de octubre. En aquel momento, Biden no sólo condenó el bárbaro ataque terrorista, sino que [originalmente] estuvo de acuerdo con el gobierno de Israel en que Hamás debe ser eliminado.
Permitir que Hamás «se salga con la suya»
Desde entonces, Biden y su equipo de política exterior se han mostrado, más preocupados por adaptarse a una narrativa en la que el sufrimiento, que los propios palestinos se provocaron al iniciar una guerra, que incluyó violaciones, torturas y bombardeos de hogares, además de asesinatos y secuestro; invalida el derecho de Israel a la legítima defensa y cualquier responsabilidad por crímenes bárbaros.
La noción de que la contraofensiva de Israel en Gaza fue “exagerada”, como la caracterizó erróneamente Biden (por no hablar de la gran mentira presentada por los propagandistas de Hamás y sus engañados occidentales, de que fue un “genocidio”); sigue siendo contraria a los hechos. Aunque muchos palestinos han muerto, los esfuerzos de Israel han sido mayores a los de cualquier otro ejército moderno, que se enfrenta a cuestiones similares relacionadas con la guerra urbana; y han dado lugar a niveles históricamente bajos de bajas civiles, en relación con las de los combatientes enemigos.
Si se quiere derrotar a Hamás (y debe ser así si se quiere hacer justicia y garantizar la seguridad de los israelíes); entonces se debe permitir que las Fuerzas de Defensa de Israel [FDI] terminen el trabajo que comenzaron, después del 7 de octubre. El gobierno israelí tiene razón al afirmar que “tiene la obligación moral de expulsar al bastión que le queda en Rafah; así como garantizar que no utilice su red de túneles para reafirmar el control en otras partes de Gaza”.
Pero a diferencia de cualquier otra guerra que hayan librado fuerzas occidentales, contra terroristas islamistas; la comunidad internacional parece no estar dispuesta a tolerar una victoria israelí, si eso significa la eliminación de Hamás. La razón por la que Israel es tratado de esta manera no tiene nada que ver con las imágenes gráficas del sufrimiento palestino, o incluso, con las estadísticas infladas sobre muertes en Gaza proporcionadas por Hamás, a sus cómplices voluntarios en los medios corporativos.
En el centro de esta traición, está la creencia de que Israel y sus oponentes islamistas genocidas son de algún modo, moralmente equivalentes. Si Biden hubiera intentado mantener la alianza con Israel, habría seguido afirmando que Hamás debe ser derrotado, antes de aceptar cualquier idea de alto al fuego; y que cualquier ayuda que llegue a Gaza debe mantenerse fuera de su alcance de Israel; siendo la realidad que, la mayor parte de esta ayuda humanitaria está siendo robada por Hamás para que la utilicen sus fuerzas restantes; oculta en los túneles, al igual que lo están los rehenes.
Un gobierno estadounidense moralmente serio, afirmaría, que todas y cada una de las bajas en Gaza son responsabilidad de Hamás, no de Israel; y que la única manera de salvar al pueblo palestino de más sufrimiento es, la rendición inmediata e incondicional de los terroristas. Pero para Biden; la vicepresidenta Kamala Harris; y los medios de comunicación liberales que claman por un alto al fuego; parece que no están interesados en la rendición de Hamás. Insisten, en que el impacto de la guerra sobre los palestinos es más importante, que garantizar que Gaza ya no esté controlada por personas que intentan utilizarla como plataforma, para llevar a cabo una guerra centenaria, contra los judíos.
Creciente presión sobre Israel
Como informó el New York Times, el abandono de E.U. a Israel en la ONU; es sólo una parte de un plan de acción multifacético que está empleando la Casa Blanca, para obligar a Israel a tolerar una victoria de Hamás en esta guerra. Estados Unidos está dispuesto, como acertadamente lo expresó el Times; a “coaccionar” a Israel para que abandone su guerra, comenzando a detener los envíos de armas que permiten a Israel continuar luchando eficazmente. Si eso no funciona, el artículo, basado en filtraciones calculadas de la administración decía; que Biden procederá a promulgar sanciones a los funcionarios israelíes.
En términos sencillos, Biden está contemplando aplicar a Israel, medidas que ha utilizado contra Rusia por su invasión de Ucrania.
Este giro en contra de Israel no ayudará a los palestinos. Permitir que se apruebe la resolución de alto al fuego, sólo profundizará la determinación de Hamás a seguir luchando y retener a los rehenes. Crearon deliberadamente una situación en la que sus escudos humanos, mueran o sufran privaciones precisamente, para orquestar la presión internacional contra Israel. Cuanto más perjudicados sean los palestinos por la guerra, mejor será para Hamás.
Tampoco acelerará la liberación de los rehenes, ya que la resolución alienta a Hamás a negarse a ceder; sabiendo que el apoyo de la comunidad internacional, les da la influencia para mantenerlos en cautiverio indefinidamente, hasta que Israel no sólo pague un precio exorbitante por su rescate; sino también, tendría que reconocer que Gaza seguirá en manos de Hamás.
Los motivos políticos de Biden
Biden y sus asesores están obsesionados con la idea de que, las críticas a su temprano apoyo a la guerra le costarán las elecciones, porque los activistas de izquierda y los árabe-estadounidenses, alentados por los medios liberales; piensan que Israel, y no Hamás; es el villano de la guerra. Han tratado de tener ambas cosas durante meses, haciendo simultáneamente una genuflexión ante los críticos izquierdistas de Israel; validando las difamaciones de la conducta de éste, en Gaza; y al mismo tiempo manteniendo tanto el apoyo en la ONU como el flujo de armas.
A Biden le quedan, como mínimo, otros 10 meses en el cargo. Lo que podría tener un impacto devastador en la capacidad del Estado judío para seguir funcionando, en la economía mundial. Este cambio de política significa que si Israel quiere derrotar a Hamás, tendrá que hacerlo solo.
Publicado el 27 de marzo de 2024
ENFOQUE DE ORACIÓN: Oremos para que Dios se ocupe del presidente Biden y su administración mientras juegan a la política poniendo en juego la existencia de Israel. Clamemos al Señor para que revele al presidente de Estados Unidos y su equipo la necedad de sus acciones recientes y la verdad de lo que les sucede a quienes maldicen a Israel. Clamemos al Señor por un cambio en su posición actual y para que Estados Unidos honre su compromiso de apoyar firmemente a Israel como los aliados que dicen ser.
VERSO BÍBLICO: «Oh Señor, ten piedad de mí; mira mi aflicción por causa de los que me aborrecen, Tú que me levantas de las puertas de la muerte; para que yo cuente todas Tus alabanzas«.
–Sal 19:13-14a NBLA
Publicado en marzo 28, 2024
Fotografía por: Loey Felipe/UN Photo/jns.org
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