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Tribunales internacionales: la última línea de defensa de un terrorista

mayo 28, 2024

La Corte Internacional de Justicia de La Haya escucha la acusación de Sudáfrica de que Israel ha cometido genocidio en Gaza.

En teoría, el derecho internacional existe para proteger vidas inocentes y prevenir atrocidades como el genocidio, la limpieza étnica y la hambruna masiva. Sin embargo, desde el establecimiento de la Corte Internacional de Justicia [CIJ] y la Corte Penal Internacional [CPI], se puede decir que estas instituciones no han logrado sus nobles objetivos.

Desde la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron entre 50 y 70 millones de personas (la mayoría de ellas civiles), se han perdido 90 millones de vidas adicionales a causa de los conflictos, y otros 100 millones han sucumbido a las enfermedades y el hambre resultantes de estas guerras. Sorprendentemente, según estimaciones de la ONU, el 90% de estas víctimas son civiles inocentes.

En lugar de frenar la violencia y la injusticia, los tribunales internacionales se han convertido en instrumentos utilizados por regímenes opresivos y organizaciones terroristas para atacar a las naciones democráticas. Los estados democráticos se esfuerzan inherentemente por evitar cometer delitos sin necesidad de supervisión externa. Por el contrario, son los Estados opresivos los que requieren urgentemente ese escrutinio.

Irónicamente, estos mismos estados y sus entidades patrocinadas muestran un flagrante desprecio por los tribunales internacionales. En cambio, manipulan estos tribunales para acusar a quienes luchan contra el terrorismo. La CIJ y la CPI, concebidas en respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, ahora, paradójicamente, sirven a entidades como Hamás, una organización terrorista que pide la aniquilación de los judíos y que encarna el nazismo moderno. ¿A quién protegen estos tribunales? a Hamás. ¿A quién atacan? a Israel. Ésta es la trágica paradoja del derecho internacional.

Un próximo informe del Instituto para el Estudio de Políticas y Antisemitismo Globales [ISGAP] destaca una realidad inquietante: «Sudáfrica sirve como un centro operativo crucial para los grupos terroristas islámicos, facilitando conexiones con redes terroristas en toda África… Entidades vinculadas terroristas continúan operando libremente dentro de Sudáfrica, evadiendo la supervisión internacional«. Esencialmente, Sudáfrica actúa como brazo coercitivo de bloques opresivos, en particular Irán y Hamás, dentro de la CIJ.

Julius Malema, un destacado político sudafricano que se desempeña como presidente de un grupo llamado ‘Luchadores por la Libertad Económica’, promete abiertamente reforzar el apoyo al terrorismo y armar a Hamás si gana el poder gubernamental (con elecciones inminentes). También aboga por el asesinato de los blancos. Es alarmante que sólo el año pasado se produjeron 27,494 asesinatos en Sudáfrica, superando las estimaciones infladas de las Naciones Unidas sobre víctimas en Gaza. Sin embargo, este Estado que apoya el terrorismo y está plagado de violencia explota a la CIJ para librar su campaña contra Israel.

La reciente decisión de la CIJ es un revés significativo para Israel. Implica que ninguna nación democrática puede combatir eficazmente una organización terrorista integrada en poblaciones civiles y respaldada por ellas. Según la lógica de los jueces de la CIJ, Gran Bretaña cometió crímenes contra Alemania, Estados Unidos contra Japón y de manera similar en Irak, Afganistán y contra ISIS. Si este razonamiento es válido, se deberían haber emitido mandamientos judiciales contra todas estas naciones.

Históricamente, antes del establecimiento de la CIJ y la CPI, los verdaderos criminales de guerra enfrentaban juicios en tribunales especiales, como se vio en Nuremberg y Tokio después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, sin embargo, no existe ningún mecanismo práctico para responsabilizar a Hamás, incluso si un tribunal internacional fallara en su contra. Estos criminales aún podrían atravesar el bloque opresivo desde Ankara hasta Doha, Beijing, Johannesburgo y Moscú. ¿Qué valor tiene el derecho internacional si no puede castigar a los perpetradores del terrorismo y la opresión, pero sí puede impedir que las naciones democráticas ataquen estos centros de poder? Ésta es la esencia de los recientes fallos de la CIJ y la CPI contra Israel.

Para Israel, la decisión de la CIJ es un golpe a su imagen global, particularmente cuando se suma a la solicitud del fiscal de la CPI, Karim Khan, de órdenes de arresto contra políticos israelíes de primer nivel. Aunque el fallo de la CIJ técnicamente permite continuar los combates, los medios de comunicación mundiales están difundiendo titulares que afirman que «el tribunal emitió una orden judicial contra Israel con respecto a la continuación de la guerra«.

Esta narrativa parece favorecer el terrorismo sobre la justicia. Como era de esperar, Hamás rápidamente elogió la decisión, que sirve a sus intereses. Una organización dedicada a la destrucción de los judíos, similar a una entidad nazi moderna, se beneficia de un tribunal internacional establecido para combatir el nazismo y su agenda genocida. Esta no es la Corte Internacional de Justicia; es la Corte Internacional de Apoyo al Terrorismo y el Exterminio.

Publicado el 27 de mayo de 2024

 

Traducido por Raquel González – Coordinadora Centro de Recursos Hispanos

 

Publicado en mayo 28, 2024

Fuente: Un artículo por Ben-Dor Yemini originalmente publicado porYnetnews, el 26 de mayo de 2024. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy). Puedes ver el artículo original en este link.

Fotografía por: ICJ/ Freedom's Falcon/Wikimedia.org

Fotografía con licencia: Wikimedia