Cuando salió la noticia, todo Israel quedó destrozado. La nación lloró. Todos se cubrieron el rostro con un dolor inimaginable. Durante 331 días, judíos y cristianos de todo el mundo habían orado incansablemente; se habían aferrado a la esperanza; se habían manifestado y marchado; habían contemplado los rostros en las fotografías; y escuchado los gritos sollozantes de los familiares pidiendo la liberación de los rehenes. Seis disparos pusieron un cruel final a todo aquello.
El domingo, primero de septiembre, nos enteramos de que Hamás había ejecutado a seis rehenes. Ori Danino, Carmel Gat, Hersh Goldberg-Polin, Alex Lobanov, Almog Sarusi y Eden Yerushalmi habían sido asesinados a sangre fría. Seis almas preciosas, desnutridas y aterrorizadas, habían sido conducidas a la boca abierta de un túnel del terror situado en lo que solía ser la habitación de un niño en un apartamento residencial común y corriente de Gaza. Las últimas imágenes de la luz del día que vieron los rehenes fueron las alegres pinturas de Mickey Mouse y Blancanieves en las paredes y los juguetes de peluche esparcidos entre los escombros del lugar donde solían dormir los niños. Luego vino lo inimaginable, cuando los terroristas de Hamás los obligaron a entrar en las profundidades de la oscuridad, donde les dispararon a quemarropa.
Yo estaba en el Reino Unido cuando escuché la noticia y se me hundió el corazón. Había escuchado personalmente a la madre de Hersh Goldberg-Polin, Rachel, hablar de su hijo. Para mí —como para millones de personas más— se convirtió en una representante de la agonía de tantas familias que habían sido destrozadas. Mientras viajaba por Inglaterra, Gales y Escocia hablando y compartiendo con nuestro director nacional del Reino Unido, vi lágrimas y conmoción en los rostros de muchos cristianos mientras relataba los horrores que comenzaron el 7 de octubre y todavía continúan hasta el día de hoy. Los misiles, los ataques terroristas, los combates en Gaza y las amenazas interminables de Jizbolá e Irán se han convertido en una realidad brutal para Israel. Desde el 7 de octubre de 2023, los enemigos de Israel han lanzado más de 20,000 misiles a sus ciudades para aterrorizar a toda alma viviente.
En Edimburgo, una mujer cristiana, entre lágrimas, me señaló la pulsera amarilla que llevo en la muñeca, en la que está inscrito el clamor de cada corazón israelí: “Tráiganlos a casa ahora”. Por supuesto, se refiere a la difícil situación de los 101 rehenes que siguen presos en Gaza. Cuando me preguntó dónde podía conseguir una pulsera así, rápidamente me quité la mía y se la entregué. Ella la atesoró mientras prometía: “Oraré por Israel todos los días”.
He llevado esa pulsera todos los días desde el 7 de octubre de 2023 y, sin ella, me sentí extrañamente desnudo. Pulseras, prendedores y placas de identificación se han convertido en algo habitual en Israel, ya que la gente se niega a olvidar y perder la esperanza de que los rehenes sean liberados. En una nación diminuta donde todos viven como una gran familia, los rehenes no son figuras desconocidas. Son hijos, hijas, madres, padres, abuelos, tíos y tías.
A lo largo de nuestro viaje, me encontré con cristianos ávidos de información sobre Israel, y les compartí todo lo que pude en todos los lugares a los que fui. Hablé del pacto de Dios con Israel; de cómo estaba reuniendo al pueblo judío de nuevo en la Tierra; y de los inmensos desafíos que enfrenta la nación. En todas las iglesias en las que hablé, los cristianos expresaron su apoyo. Algunos se secaron las lágrimas, otros recordaron viajes anteriores a la Tierra y muchos me pidieron que “abrazara al primer israelí que viera” para compartir la verdad de que los cristianos amamos a Israel.
Tuve una experiencia similar durante mi viaje a Sudáfrica en mayo. Ya sea en una mesa redonda de pastores en Ciudad del Cabo y Durban, predicando en iglesias o reuniéndome con líderes de la comunidad judía, la gente estaba ansiosa por aprender lo que está sucediendo en Israel y saber más sobre el trabajo de Puentes para la Paz.
Cuando se trata de Israel, la magnitud de la desinformación o la ignorancia absoluta entre la audiencia internacional es asombrosa. Conocí a muchos que saben que no están recibiendo información precisa por parte de la CNN o la BBC, pero simplemente carecen de la capacidad de encontrar fuentes confiables. Pude orientarlos hacia los artículos de noticias de Puentes para la Paz o hacia Israel Unfiltered (Israel sin filtro), una serie de entrevistas de investigación sobre el 7 de octubre y la guerra que le siguió, que lanzamos recientemente.
A pesar del dolor y el sufrimiento constantes en Israel y de la necesidad crítica de que el pueblo de Gaza sea liberado del yugo de Hamás, veo a Dios actuando y trabajando en las vidas de los cristianos de todo el mundo. Esto me llena de esperanza. Creo que Dios ha llamado a los cristianos a orar y consolar al pueblo de Israel. También creo que Dios ha llamado a los cristianos a orar y consolar al pueblo de Gaza, para que se erradique el mal de Hamás y para que Dios los lave con Su Espíritu. Creo que toda la región necesita un derramamiento de la presencia del Señor.
Sin embargo, sigue existiendo un mal real que se opone a lo que Dios ama y que es central para Su plan de pacto: Israel. Esta oscuridad busca destruir a Israel y a cada persona judía en el mundo. Como en los tiempos bíblicos, estas fuerzas han reunido grandes ejércitos y naciones contra Israel. Regimientos de estos ejércitos incluso marchan por las calles de ciudades como Londres, París, Toronto y Nueva York.
Ante tanta maldad, nosotros, como cristianos, debemos permanecer unidos siendo una luz para Israel. Debemos elegir la vida y alzar nuestras voces si deseamos declarar que somos seguidores del Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Recuerdo las palabras del primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, que convocó al mundo libre contra la tiranía nazi durante la Segunda Guerra Mundial: “¡Avancemos juntos!”. Estamos en una guerra de grandes dimensiones (Ef 6:12). No podemos permanecer callados. Es necesario actuar. Por favor, considera hacer un donativo a nuestro fondo ‘Ayuda en Crisis’ para bendecir al pueblo de Israel con tu voz, apoyo y luz (Gn 12:3).
Con urgencia,
Rvdo. Peter Fast
Presidente Ejecutivo Internacional
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