Fue la operación encubierta de Israel la que inspiró miles de memes en Internet. La explosión simultánea de miles de buscapersonas en posesión de agentes de Jizbolá, seguida un día después por otra explosión masiva similar, de walkie-talkies terroristas; fue la noticia más importante en todo el mundo esta semana.
Los ataques contra el liderazgo de Jizbolá que ocurrieron unos días después, podrían haber sido igual de importantes, para tratar de paralizar la capacidad de los terroristas, a continuar con sus ataques de misiles al norte de Israel; y las posibles amenazas de un ataque terrestre al estado judío. Sin embargo, el ataque a los miembros de la organización que llevaban consigo esas reliquias de la tecnología de los años 1980, desató tanto la imaginación como la indignación de la opinión internacional. Sea dicho también que el embajador iraní en Líbano, que supuestamente también tenía un beeper de Jizbolá; perdió un ojo cuando su aparato explotó; confirmando a Irán como patrocinador asociado y manipulador de la historia.
No podemos saber con certeza cuánto daño ha causado Israel a la moral de Jizbolá, y mucho menos a su capacidad para infligir terror y dolor a los israelíes y a los ciudadanos libaneses. Puede haber algo de verdad en lo que dicen los agoreros, entre los analistas del New York Times y los izquierdistas israelíes; que afirman, que cualquier daño sería superficial y transitorio.
Más importante fue la reacción furiosa que inspiraron, entre muchos liberales occidentales que denunciaron los ataques; porque no creen en el derecho de Israel a defenderse contra los terroristas, y porque ya no creen que ninguna nación occidental tenga derecho a luchar, ni siquiera en las guerras más justas.
No se trata de una “escalada”
La afirmación de que se trató de una “escalada” israelí es totalmente falsa, ya que es Jizbolá el que inició la actual ronda de conflictos. No importa cuántos terroristas hayan muerto, mutilado o herido en los ataques; el representante iraní no muestra señales de detener sus ataques, no sólo contra el norte de Israel sino también contra otras zonas, desde la masacre del 7 de octubre perpetrada por Hamás en el sur. Los cohetes de Jizbolá han despoblado esencialmente las comunidades israelíes a lo largo de la frontera norte del país, convirtiendo a decenas de miles de sus ciudadanos, en evacuados que se refugian en hoteles en el centro del país, junto con aquellos que se vieron afectados de manera similar por el ataque al sur de Israel.
Ningún espionaje, por ingenioso o hábilmente dirigido, diseñado para dañar a la menor cantidad posible de inocentes; significa mucho, si no contribuye al objetivo estratégico de Israel: “alejar a las fuerzas de Jizbolá de su frontera y garantizar la seguridad en el norte”. Tal vez, como ha insinuado recientemente el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant; ese objetivo sólo pueda lograrse mediante una ofensiva transfronteriza que implique el uso de fuerzas terrestres.
Pero no se puede obviar el hecho de que, la enorme atención dedicada a lo que el analista Michael Doran llamó satíricamente: “Operación Grim Beeper” que nos dice, que los judíos e Israel siguen desempeñando un papel influyente en la imaginación occidental; y lo que mucha gente en Occidente piensa ahora sobre el conflicto armado.
Judíos “mágicos”
Un lado de esta reacción no es del todo malo. Por mucho que el mito todavía poderoso sobre el poder judío, esté en el corazón del antisemitismo; la creencia en lo que podría llamarse el “judío mágico” que dice que es más inteligente y más ingenioso que otras personas se puede ver.
Esta reputación Israel se la ha ganado honestamente por las muchas victorias militares; y los golpes de inteligencia de las últimas décadas. Estos últimos, en los que los genios tecnológicos que trabajan dentro del Mossad [la agencia de inteligencia israelí], se han despachado con métodos ingeniosos a una larga lista de terroristas árabes que trabajan para dañar a los judíos; científicos alemanes que trabajan en países árabes, para producir armas de destrucción masiva; los implicados en la masacre olímpica de Munich de 1972 y, en los últimos años; iraníes que trabajan en la construcción del programa nuclear del régimen islamista; ya está bien documentado.
Esta sensación de su propia invencibilidad ha funcionado a veces en contra de los israelíes. Los trágicos errores cometidos por su organismo de inteligencia antes del 7 de octubre, mostraron el precio de tal arrogancia. Los mismos genios que ayudaron a hacer explotar los beepers esta semana, eran miembros de la organización que fracasó tan estrepitosamente en impedir la mayor matanza masiva de judíos, desde la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
Los buscapersonas y walkie-talkies explosivos (empleados sólo porque Jizbolá ya estaba convencido de que los israelíes iban a intervenir inevitablemente los medios modernos de comunicación que incluían teléfonos móviles e internet) se sumarán a esa lista. Pero, como ocurre con todos los logros israelíes, incluidas las innumerables innovaciones tecnológicas y médicas producidas por sus científicos; especialistas en tecnología e ingenieros de ese pequeño país; que han inspirado grandes elogios (y han hecho que los judíos de todo el mundo se sientan orgullosos de lo que ha hecho su gente), también inspirará teorías conspirativas más dañinas, que contribuirán al odio hacia ellos. Esto demuestra una vez más que, aunque los tiempos y las circunstancias han cambiado, los judíos siguen siendo los principales fantasmas del pensamiento occidental.
Junto con esos tropos más tradicionales del antisemitismo; las reacciones a lo que todos debemos suponer que fue una operación israelí; el desdén moral que despertó entre algunos, necesita ser comprendido y puesto en contexto.
El ataque provocó la condena de personas supuestamente nobles que calificaron el plan de ataque “terrorista” o afirmaron que violaba el derecho internacional, como lo hizo Human Rights Watch (Vigilante de los derechos humanos); un grupo que una y otra vez ha sido expuesto por su parcialidad contra Israel y el antisemitismo. Como se observó en artículos previsiblemente negativos, publicados por NPR y The Intercept, los llamados expertos de la ONU estuvieron de acuerdo. Otras entidades irremediablemente comprometidas, con socavar el derecho de Israel a existir y defenderse; denunciaron que los dispositivos explosivos eran evidencia de un masivo “crimen de guerra”.
Israel no puede hacer nada bien
En la raíz de esto, se encuentra la misma creencia de ilegitimidad hacia Israel, como un estado “colonialista/de asentamientos” y “de apartheid”, que motiva a las turbas que han marchado en las calles de las ciudades estadounidenses y en los campus universitarios; en apoyo de los esfuerzos de Hamás por purgar la tierra delos judíos “desde el río hasta el mar”.
Para esas personas, no hay nada que Israel pueda hacer para defenderse, bajo ninguna circunstancia que estén justificadas. Y, como también han demostrado; no hay nada que, quienes desean erradicar a Israel (incluso los islamistas genocidas de Hamás que perpetraron una orgía de asesinatos en masa, violaciones, torturas, secuestros y destrucción gratuita el 7 de octubre) puedan hacer; que no pueda ser caracterizado como un acto de “resistencia” justificada contra los “colonos” y los opresores “blancos”.
Tan importante como eso es, la forma en que el ataque a los esfuerzos de Israel por detener a Jizbolá nos dice, que muchos en occidente han perdido la creencia en que existe algo así como una guerra justa.
La reacción inmediata a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, recordó a la abrumadora mayoría de los estadounidenses, que han habido momentos en que se ha tenido que luchar para defenderse a uno mismo, y a su país. Esa era una cuestión de consenso en la generación que luchó en la Segunda Guerra Mundial; pero que había pasado de moda en la era de la guerra de Vietnam. En medio de los atolladeros en Irak y Afganistán que siguieron al 11 de septiembre, está siendo atacada una vez más por la izquierda.
Algunas guerras son justas…
Esa sensación de que no hay nada por lo que valga la pena luchar o morir, se ha visto agravada por el éxito de la larga marcha de la izquierda a través de nuestras instituciones en los últimos años, cuando una generación de estudiantes estadounidenses fue adoctrinada en los tóxicos mitos neomarxistas, sobre la teoría crítica de la raza y la interseccionalidad. Esta no es sólo una guerra contra Estados Unidos y su historia, sino contra la civilización occidental misma. De esta manera, muchos estadounidenses han quedado intelectualmente desarmados ante las amenazas a sus valores y su nación. Junto con ello viene la creencia, de que los occidentales “blancos” son como los israelíes, inherentemente ilegítimos, y no deberían resistirse a quienes se etiquetan a sí mismos (como lo hace Jizbolá) como miembros de una clase de víctimas, que buscan hacerles daño y derribar su civilización.
Las guerras innecesarias y agresivas son injustas. Pero las que se libran para defenderse de regímenes asesinos y de quienes buscan victimizar a los impotentes, son justas. Sobre todo, una guerra librada para defender la existencia de una nación [Palestina] es totalmente defendible, y debería ser apoyada por cualquiera que tenga un conjunto de valores morales.
Pero muchos liberales occidentales contemporáneos, han olvidado eso o han abrazado una ideología antioccidental y marxista, que convertiría en inmorales hasta las guerras más evidentemente morales; como las libradas contra el régimen de Hitler y los perpetradores del 7 de octubre. De esta manera, están dispuestos a condenar los beepers explosivos de Israel, cuyo objetivo claro es matar sólo a terroristas; tanto como a hacer cualquier cosa para impedir que Hamás, Jizbolá, los hutíes en Yemen y sus amos iraníes sigan infligiendo sufrimiento a Israel y occidente. En su visión del mundo, los terroristas deben ser protegidos de los ataques, y sus víctimas israelíes y occidentales no merecen ninguno.
La cuestión de esta semana es, si es correcto que los israelíes o cualquier ciudadano de un país occidental, se defiendan de asesinos con sangre en las manos y que desean crear más caos y muerte. Las personas éticas entienden que solo hay una respuesta a esa pregunta. La ira dirigida a Israel se debe a que una vez más han demostrado que están dispuestos a intentar que los asesinos paguen por sus crímenes.
Publicado el 24 de septiembre de 2024
Publicado en septiembre 25, 2024
Fotografía por: Ayal Margolin/Flash90/jns.org
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