NOTICIAS
×

Debit/Credit Payment

Credit/Debit/Bank Transfer

Celebrando Janucá: La luz vencerá a la oscuridad

diciembre 26, 2024

 

Luz y oscuridad. El frágil resplandor de las velas atraviesa la penumbra de la noche. Las fuerzas del bien hacen retroceder el ataque del mal. De esto se trata Janucá o la ‘Fiesta de las Luces’.

Anoche, las calles de Israel resonaron con la alegre frase: “¡Jag Janucá Sameaj”, mientras seres queridos y perfectos desconocidos se deseaban mutuamente una “feliz fiesta de Janucá”. Anoche, en los hogares de la Tierra Prometida y en las comunidades judías de todo el mundo, familiares y amigos se reunieron para la primera noche de este festival de ocho días.

Encendieron la primera de las ocho velas de la janukiá, el candelabro especial de Janucá con nueve brazos para velas; las personas disfrutaron las delicias tradicionales del festival; recordaron el gran milagro conmemorado durante Janucá y luego, a diferencia de años anteriores, inclinaron sus cabezas en oración por los caídos, los heridos, los destrozados, los que sufren y los rehenes que siguen cautivos en Gaza.

La historia detrás de Janucá es una historia épica definitivamente; contiene todos los ingredientes: un pequeño grupo de guerreros fieles que defienden lo correcto en lugar de conformarse con lo cómodo, un tirano decidido a someter a sus súbditos a su voluntad de hierro, una victoria milagrosa frente a obstáculos abrumadores, y el Dios del universo haciéndose presente para aquellos que esperan en Él.

Los acontecimientos tuvieron lugar hace unos 21 siglos, cuando la Tierra de Israel estaba gobernada por el poderoso rey sirio, Antíoco IV Epífanes. Su reinado se caracterizó por una severa opresión y frecuentes masacres. Antíoco prohibió al pueblo de Israel practicar el judaísmo, erigió altares e ídolos para el culto forzoso de los dioses griegos, profanó el Segundo Templo de Jerusalén sacrificando un cerdo en el altar y puso a un sacerdote griego a cargo de la morada del Dios de Israel. Ofreció a los judíos sólo dos opciones: convertirse o morir.

Muchos se convirtieron, optando por una vida de comodidad y subyugación en lugar de convicción y libertad. Sin embargo, un puñado de judíos, conocidos como los Macabeos, se rebelaron y emprendieron una campaña de guerrilla de tres años contra la fuerza abrumadora del imperio sirio. Contra todo pronóstico, el pequeño grupo de judíos derrotó a uno de los ejércitos más poderosos del mundo en ese momento y expulsó a los opresores de Jerusalén.

Inmediatamente después de su milagrosa victoria, los Macabeos buscaron purificar y volver a dedicar el Templo, reconstruyendo el altar y encendiendo de nuevo la menorá, el candelabro de oro con siete brazos, que debía mantenerse encendido día y noche. Sin embargo, había un problema: sólo se pudo encontrar un recipiente con aceite de unción consagrado para encender la menorá, cantidad suficiente para mantener el candelabro encendido durante una sola noche.

Según la tradición, algo milagroso ocurrió; las llamas de la menorá continuaron encendidas durante ocho noches, el tiempo exacto que se necesitaba para preparar una nueva provisión de aceite consagrado. De ahí proviene el nombre de la fiesta Janucá, que significa “dedicación” tanto en hebreo como en arameo.

Padre e hijo encienden las velas de Janucá en la Ciudad Antigua de Jerusalén.

Hoy en día, los descendientes de los antiguos Macabeos celebran este “milagro de luz y aceite” mediante la celebración de ocho días de Janucá. Cada noche de los ocho días, familiares y amigos se reúnen para encender las velas de la janukiá: una vela la primera noche, dos la segunda y así sucesivamente, hasta que las ocho velas de la janukiá estén encendidas.

Durante ocho días, las mesas se llenan de delicias tradicionales de Janucá, como sufganiyot (rosquillas dulces), latkes (tortitas de papa) y otras delicias fritas para conmemorar el milagro del aceite. Y durante ocho noches, el frágil resplandor que emana de miles de velas en Israel y en los hogares judíos de todo el mundo, recuerda a quienes presencian el tremendo significado de algo tan aparentemente ordinario como la “luz”.

Este año, la primera vela de la janukiá, se encendió al atardecer del día de Navidad. Y en la tarde del miércoles 1 de enero, todas las velas del candelabro brillarán intensamente.

Las murallas de la Ciudad Antigua muestran un saludo de Janucá.

Si bien Janucá suele compartir diciembre con Navidad, las dos fiestas no siempre coinciden. La variación en el tiempo se debe al uso de dos calendarios diferentes.

Cada año, el pueblo judío sigue celebrando las fiestas según el calendario bíblico, que se basa en un ciclo lunar. El festival de ocho días de Janucá comienza el día 25 del noveno mes, llamado Kislev. La fecha de Navidad, por el contrario, se determina según el calendario gregoriano de base solar. Dado que estos dos calendarios no coinciden, las dos fiestas rara vez comienzan juntas.

Este año, el festival llega en un momento especialmente conmovedor. La primera vela se encendió el día 446 de la guerra entre Israel y Hamás. A partir del 21 de diciembre, se han hecho públicos los nombres de 818 soldados caídos; sus lugares alrededor de la janukiá estarán inquietantemente vacíos, al igual que los lugares de los 100 rehenes (vivos y muertos) que permanecen cautivos en Gaza. Y esposos, hijos, padres y hermanos pasan el festival en primera línea, mientras sus seres queridos oran por su regreso sano y salvo.

Sin embargo, a medida que el festival se desarrolla con menos alegría de lo habitual, el pueblo de Israel se fortalece con el recordatorio de otra guerra, hace unos 21 siglos, cuando sus tatarabuelos se vieron obligados a hacer retroceder el mal que amenazaba con devorar su existencia.

Tal como lo hicieron los Macabeos hace 21 siglos, las Fuerzas de Defensa de Israel están una vez más haciendo retroceder un mal moderno que amenaza con la aniquilación. Una vez más, la oscuridad busca atrapar y consumir, pero cuando los israelíes enciendan su janukiot y el frágil brillo de las velas atraviese la oscuridad de la noche, recordarán el quid de Janucá: la luz versus la oscuridad; las fuerzas del bien hacen retroceder el ataque del mal.

Sobre todo, recordarán que la luz siempre, siempre vence.

 

Traducido por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz
Revisado por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz  

 

Publicado en diciembre 26, 2024

Fuente: Un artículo por Ilse Strauss, originalmente publicado por Bridges For Peace (Puentes para la Paz), el 24 de diciembre de 2024. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy).

Fotografía por: Jenna Solomon/Bridges for Peace