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Ayudando a que Sobrevivientes del Holocausto Sobrevivan

enero 15, 2016

Sus pesadillas reflejan su horror: botas nazis mientras marchan y patean, perros de ataque que ladran, huidas por los bosques, hambre, enfermedad, muerte, cámaras de gas y trenes llenos de personas aterrorizadas. Esas son las memorias de los sobrevivientes del Holocausto. Al finalizar la guerra, salieron de los campos de concentración nazi: esqueletos ojerosos, con salud quebrantada y sin dinero para comenzar una vida nueva. Quedaron marcados en cuerpo y espíritu, pero aún estaban vivos. Muchos se dirigieron a Israel, donde ayudaron a construir un nuevo país con pura determinación. Han transcurrido setenta años desde entonces, y todavía algunos sobreviven.

En Israel aún quedan como 200,000 sobrevivientes del Holocausto, y casi 500,000 a nivel mundial. Su edad promedio es de 79 años, aunque sobre el 25% tiene 85 años o más. Como 160,000 de ellos en Israel son inmigrantes de habla rusa que se mudaron a Israel durante el aliyá, o inmigración masiva, desde la antigua Unión Soviética. Su situación es a menudo desesperante. Puentes para la Paz ayuda a muchos con comida y soporte emocional.

Las cosas son aún más difíciles para los sobrevivientes que permanecen en Ucrania y otras partes de la antigua Unión Soviética. He viajado por partes de Ucrania con cristianos de la localidad quienes les extienden una mano amiga. He conocido a muchos sobrevivientes, y nos muestran los tatuajes con sus números en los brazos. A través del Proyecto Tikvah (Esperanza), ayudamos a muchos de ellos.

Gita recibe nuestro alimento. Dice: «Mi vida es un pedazo de historia. Durante los primeros años de la guerra, continuábamos viviendo como siempre. Pero entonces nos obligaron a hacer labor forzada construyendo carreteras. Un policía ucraniano nos ayudó, advirtiendo a mi madre que los nazis nos iban a secuestrar. Entonces huimos a los bosques, donde pasamos mucho frío.

«Cuando cuento estas cosas a mi nieto, él dice que no pueden ser ciertas; ningún humano podría sobrevivir así. Pero le digo que no hay nada más resistente que un ser humano. El Altísimo me ayudó a sobrevivir. Luego de la guerra, regresé a la escuela. La mayoría de mi familia ya había muerto. Me casé y tuve dos hijos. Uno vive en Moldavia y uno en Israel. Soy judía y me casé tres veces. Todos mis esposos murieron, y ahora vivo sola. Gracias a Dios, algunas personas me visitan aquí, ya que no puedo moverme mucho. Los sacos de alimento que me dan significan mucho para mí.

Grigorij tiene 87 años, y su esposa 83. Ella fracturó su cadera y no puede caminar. Cuando se les pregunta sobre su pasado, recuerdan de inmediato el tiempo nazi. Dice Grigorij: «Durante la guerra, vivíamos en guetos en el área de Zhytomyr. Antes de la guerra, teníamos familias grandes, pero los perdimos durante el Holocausto. Todos mis hermanos murieron. Los hermanos de ella, también. Mi padre fue asesinado por los nazis. En una ocasión, estaba cortando y secando la cosecha. Un nazi me golpeó y todavía tengo la cicatriz en mi cabeza.

«Después de eso, nos escondimos en distintos lugares. Los nazis nos persiguieron, pero no nos pudieron encontrar. Tuvimos alguna ayuda. Incluso, escribí un testimonio para el Museo Yad Vashem en Jerusalén reconociendo a un ‘Gentil Justo,’ a ese ucraniano que ayudaba a judíos, alabado sea Dios. Miles de judíos de nuestra comunidad murieron en la guerra. Actualmente en Ucrania hay algunos que odian a los judíos.» Su esposa lo interrumpe: «La historia probablemente se repita.» Grigorij continúa diciendo: «También había ucranianos colaboradores con los nazis en Lvov. Esos colaboradores llegaban a las casas y se robaban todo lo que podían, hasta las almohadas de nuestras camas.»

El Coordinador del Proyecto Tikvah, Stanislav, les anima diciendo: «Ustedes deben comprender que Dios tiene planes para con sus vidas. Él les ama. Como ya ven, ustedes tienen 87 y 83 años de edad, y es un milagro que hubiesen sobrevivido y que aún vivan.» Grigorij responde con entusiasmo: «Sí, me sorprendo que cuando, a los 17 años, no tenía zapatos cuando tenía tanto frío. No me enfermé, y aún hoy día estoy saludable a los 87 años. Sin embargo, aun los que sobrevivieron ya están muriendo. Nosotros somos los únicos dos sobrevivientes que conocemos.»

Condiciones Indignantes

Su pobreza es indignante. En los poblados y campos, ellos viven en pequeñas viviendas destartaladas. Si viven en las ciudades, están en apartamentos de cemento lúgubres y húmedos construidos por los soviéticos. He abierto sus alacenas de cocina y he visto sólo bolsitas de té y nada más. Me enteré que su pensión es tan minúscula que ni siquiera cubre su costo de comida.

Actualmente atravesamos los meses más fríos del invierno, que son excesivamente fríos. Sin nuestra ayuda, tampoco tendrán calefacción en sus casas. Otros necesitan medicamentos que pudiesen salvar sus vidas. Sin nuestra ayuda, sufrirán. Todos necesitan comida. Sin ayuda, pasarán hambre.

Nuestro Proyecto Tikvah existe para alcanzar a los sobrevivientes del Holocausto. Por medio de donativos generosos de cristianos, los alimentamos, les proveemos calefacción y les damos medicinas. Nuestros voluntarios cristianos entregan el alimento sin cocinar (a quienes puedan cocinar) o ya cocido (a quienes no puedan cocinar), supliendo a sus necesidades tangibles y demostrando amor incondicional.

Demostrando el Amor de Dios Hoy Día

Recuerdo cuando primero vi fotos del Holocausto. Lloré y dije a mis padres: «Si yo hubiese estado allí, hubiese salvado algunas vidas.» Pero yo no estaba allí. Otros sí estuvieron. Este es nuestro momento. Dios nos ha escogido para este momento en la historia. Hoy día, ya no están los nazis, pero sus víctimas todavía sufren. Tienen frío y hambre, y están enfermos. Están solos. Dios nos ha llamado para ministrar a sus necesidades. Su donativo generoso demostrará a los sobrevivientes del Holocausto que Dios no los ha olvidado. Nuestros regalos de alimento, calefacción y medicinas les comunicarán Su amor en una manera muy profunda. Únase conmigo mientras damos consuelo a estas vidas.

Bendiciones desde Israel,
Rebecca J. Brimmer,
Presidenta Ejecutiva Internacional

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos)