por: Eric Malloy, Director Nacional, Canadá
Cuando traemos a cristianos para visitar a Israel, hay ciertos lugares a donde siempre los llevamos a ver. Eso incluye el Mar de Galilea, el Río Jordán, Capernaúm, el Mar Muerto, el sector judío de la Ciudad Antigua de Jerusalén y el Muro Occidental (Kotel). Pero uno de los lugares más destacados en esa lista es el área arqueológico del Monte del Templo.
Los escombros en esa asombrosa excavación son producto de la destrucción del Templo, y se observa un pavimento herodiano midiendo 13 metros (43 pies) de ancho en que Yeshúa (Jesús) mismo pudo haber caminado. Igualmente impresionantes son las masivas piedras herodianas que forman parte del cimiento y base del Muro. Algunas de esas piedras miden 10 metros (33 pies) de largo, 1 metro (3.2 pies) de alto y 1.5 metros (5 pies) de ancho, y pesan unas 50 a 100 toneladas. Arqueólogos del Monte del Templo han encontrado otras piedras aún más grandes. La página de Internet BibleWalks.com dice: «La destrucción en 70 d.C., luego de la revuelta judía contra los romanos, dejó la mayoría del segundo Templo de Herodes en escombros. Sólo algunos restos de esa impresionante estructura han permanecido, como [porciones del] Muro Occidental, la Puerta Hulda y la esquina suroeste del muro sureño.»
Luego del exilio babilónico, bajo el liderato de Zorobabel, leemos sobre la obra de restauración en el Templo de Salomón: «Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los Levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del rey David de Israel» (Esdras 3:10). La Biblia Arqueológica de Estudio NVI dice que la empresa del rey Herodes fue una simple renovación y expansión del Templo de Zorobabel, que se encontraba en enorme falta de reparación luego del exilio. Eso «dio a Herodes el Grande la oportunidad de construir el más destacado de sus numerosos proyectos de construcción, y quizás la estructura más impresionante que Jerusalén jamás haya visto.»
Una de las razones por la fama del rey Herodes fue su destreza y conocimiento como extraordinario constructor. Según relata la página de Internet del Museo del Rey Herodes en Jerusalén: «Exaltado como el mayor constructor en la historia humana,…Herodes el Grande: El Último Viaje del Rey procura dar una mejor comprensión de ese histórico personaje por medio de la arquitectura monumental que creó, y del arte y los objetos que le rodeaban.» El fundador de Puentes para la Paz, G. Douglas Young, dijo que Herodes «era un verdadero helenista, sin religión bíblica. Erigió muchos edificios griegos, incluso las ciudades griegas de Cesarea y Sebaste (Samaria). Sólo procuró apaciguar a sus súbditos judíos con la magnífica reconstrucción del Templo en Jerusalén, comenzando en el año 20 a.C.»
A pesar de su talento arquitectónico, Herodes tenía un lado fieramente cruel, y sus motivaciones eran mayormente egoístas. En The Phases of Jewish History [Fases de la Historia Judía], leemos: «Herodes era un prolífico constructor, especialmente cuando construía palacios para sí mismo. Construyó uno en Masada, cerca del Mar Muerto, un segundo cerca de Belén, y un tercero en Jerusalén. En Hebrón construyó un mausoleo sobre la tumba de los patriarcas, pero su estructura más famosa fue el Templo. El Templo existente, construido luego de regresar los judíos de Babilonia, no era considerado lo suficientemente prestigioso, y por más de diez años Herodes duplicó su tamaño y lo cubrió de mármol.»
Cada una de esas obras evidencia el talento de Herodes por crear estructuras perdurables. Si no hubiese creado unos cimientos tan firmes, esos edificios se hubiesen esfumado hace tiempo en el polvo de la historia.
Cuando uno se para en la esquina excavada al suroeste del Monte del Templo, puede ver y tocar las enormes piedras que Herodes usó para fortalecer los muros y la plataforma. Probablemente si los romanos no hubiesen destruido ese Templo, aún estuviese allí al día de hoy debido a su firme fundamento. Los esfuerzos del pueblo judío por deshacerse del yugo opresor romano, tanto en 70 d.C. como en 135 d.C., resultaron en la destrucción del Templo. Siglos subsiguientes vieron otros daños ocasionados al Monte del Templo, ¡pero todos todavía pueden admirar sus piedras de cimiento!
¿Qué nos dice eso de la función de un cimiento? El diccionario Merriam-Webster lo define como el fundamento (como principio o axioma) sobre el cual se apoya algún concepto; una base que brinda soporte, especialmente la subestructura de un edificio; el cuerpo o terreno sobre el cual algo es construido. Sinónimos incluyen fundamento, piedra angular, base o soporte.
Si podemos visualizar el fundamento y la subestructura del Monte del Templo, podemos comprender cuán importante es un cimiento firme. El Templo, construido según el modelo del Tabernáculo en el desierto, fue santuario y morada para la gloriosa presencia o Shekiná de Dios. Luego de la oración de dedicación del Templo por Salomón, 2 Crónicas 7 nos dice: «Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del SEÑOR llenó la casa…Y todos los Israelitas, viendo descender el fuego y la gloria del SEÑOR sobre la casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron al SEÑOR, diciendo: «‘Ciertamente Él es bueno; ciertamente Su misericordia es para siempre'» (2 Crón. 7:1, 3).
Durante esa conmovedora etapa en la jornada de Israel, Dios reafirmó Su pacto con Su pueblo: «Y el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: ‘He oído tu oración, y he escogido para Mí este lugar como casa de sacrificio…pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que Mi nombre esté allí para siempre, y Mis ojos y Mi corazón estarán allí todos los días. Y en cuanto a ti, si andas delante de Mí como anduvo tu padre David, haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y guardas Mis estatutos y Mis ordenanzas Yo afirmaré el trono de tu reino como pacté con tu padre David, diciendo: No te faltará hombre que gobierne en Israel'» (2 Crón. 7:12, 16-18).
La ilustración es clara. El lugar que escogió Dios para hacer morar Su Shekiná posee un fundamento permanente e inconmovible. Quizás los profetas y apóstoles desarrollaron su cuadro pictórico al admirar la asombrosa estructura mientras caminaban por los precintos del Templo en Jerusalén, quizás algunas de las mismas piedras que aún vemos hoy día.
La Escritura usa la metáfora de cimientos para describir cómo el Todopoderoso Dios creó la tierra: «Él estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida» (Salmos 104:5). En Su diálogo con Job, Dios le hizo una pregunta retórica: «¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas? Ya que sabes. ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?» (Job 38:4-7).
Dios no dejó nada para la especulación cuando instruyó a Moisés sobre los intricados detalles del Tabernáculo en el desierto y su contenido, diseñado a ser Su lugar de reunión con los hijos de Israel (Éx. 25-31; 37-40).
Una vez construido, descendió allí la gloria del Señor. «Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del SEÑOR llenó el tabernáculo. Moisés no podía entrar en la tienda de reunión porque la nube estaba sobre ella y la gloria del SEÑOR llenaba el tabernáculo» (Éx. 40:34-35). El Templo de Salomón fue luego construido según ese mismo diseño.
El Rollo del Templo fue encontrado en la Cueva 2 de Qumran en 1956, llamado así por Yigael Yadin, previo director del Instituto de Arqueología en la Universidad Hebrea y famoso arqueólogo de los Rollos del Mar Muerto. Adolfo Roitman, autor de Envisioning the Temple [Vislumbrando el Templo], elabora al respecto: «El diseño ambicioso y altamente sofisticado del nuevo Templo descrito en el rollo proviene de dos fuentes de inspiración. La primera es bíblica: las descripciones del Tabernáculo en el desierto, el Templo de Salomón (incluyendo la versión presentada en el libro de Crónicas), y el Templo visto por Ezequiel…el [autor del rollo] fue guiado según el principio de que un nuevo templo debe cumplir con los estándares arquitecturales más elevados posibles, mientras que a la vez cumple con los requerimientos más minuciosos de la halajá [leyes, reglas y prácticas judías].»
La importancia de un cimiento sólido también es evidente en las Escrituras de los Apóstoles (Nuevo Testamento):
«Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción» (Mat. 7:24-27).
«Porque, ¿quién de ustedes, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar.’ ¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con 10,000 hombres es bastante fuerte para enfrentarse al que viene contra él con 20,000? Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación y pide condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser Mi discípulo» (Lucas 14:28-33).
«Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima» (1 Cor. 3:9-10).
El Apóstol Pablo describe que el cimiento de la fe de un creyente era (y todavía es) la eterna permanencia de la Verdad que fue proclamada y enseñada por los apóstoles y profetas. Es común entre los autores apostólicos usar un edificio como metáfora para describir a los que están incluidos en la «familia de Dios.»
Pablo escribió: «Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios. Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.» (Ef. 2:19-22). Aquí, la palabra «fundamento» es una traducción de themelios (Strong 2310, θεμέλιος), y conlleva el siguiente significado:
• El fundamento o los cimientos (de un edificio, muro, ciudad)
• Metáfora de fundamento, como principios fundamentales de una institución o sistema de verdad.
Según la Biblia de Estudio de New American Standard Bible (NASB), «El hogar en tiempos antiguos era lo que llamaríamos hoy la ‘familia extendida.'» Pablo exhortó a los corintios, diciendo: «Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios» (1 Cor. 3:9). Pedro dijo a su audiencia: «…también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual» (1 Ped. 2:5).
Claramente, las Escrituras pintan un cuadro de una comunidad de creyentes firmemente unidos, así como se construye un edificio sobre un cimiento sólido, hecho para ser duradero. Cada piedra es responsable delante de Dios, y delante de cada cual, por ayudar a crear una morada para el Espíritu de Dios. Sin embargo, siglos de historia eclesiástica han producido una amalgama de divisiones, sectas y denominaciones, incluyendo sectas falsas. Muchos de los cristianos modernos han caído víctima a una mentalidad de «consumismo cristiano» sin fundamento. Los creyentes pueden salir de «compra,» buscando su Iglesia predilecta, mientras consideran sus opciones en otro lugar si sus «necesidades» no son satisfechas allí de forma adecuada.
Muchos en el mundo cristiano han adoptado la perspectiva equivocada de que pueden consumir lo que la «Iglesia» les ofrece en vez de reconocer la verdad fundamental de que los creyentes son los que componen la Iglesia, siendo un edificio espiritual y funcional de piedras vivientes. Tristemente, muchos líderes eclesiásticos modernos perpetúan tal confusión. El constante bombardeo de voces escritas y audibles con mensajes conflictivos produce un efecto como el de una orquesta tocando diferentes piezas musicales en vez de caminar juntos bajo la iluminación del Espíritu Santo. Yo pienso que la cantidad y el volumen de tales mensajes confusos y falsos se encuentran entre las señales de los «últimos tiempos.»
Para aquellos que tienen oídos para oír, ojos para ver y corazones para comprender, el Espíritu Santo envía una palabra tanto de advertencia como de fortalecimiento a la Iglesia y sus líderes de hoy día. Advierte a los pastores, líderes laicos, educadores de seminarios y colegios bíblicos, organizaciones misioneras y ministeriales, movimientos de oración e intercesión, escritores, profetas, sacerdotes, rabinos, evangelistas, maestros, predicadores, diáconos y ancianos que todos son responsables ante Dios por cada palabra escrita o pronunciada. El Señor nos alerta sobre la falsa enseñanza, y también fortalece a los que permanecen fieles a Su Palabra.
Los dogmas individuales y colectivos, las estructuras eclesiásticas y doctrinales, las teologías sistemáticas y preferencias interpretativas no son sustituto para un sólido fundamento bíblico.
Siguiendo el ejemplo de los profetas y apóstoles de la antigüedad, es crítico que los creyentes de hoy se humillen y se sometan a la autoridad suprema: la Verdad revelada por el Espíritu Santo tal y como fue dada en un principio. Para algunos, eso pudiera implicar un ajuste a su cómoda perspectiva teológica para acercarse a «todo el propósito de Dios» (Hech. 20:27). Como eso pudiese ser un tanto amedrentador, muchos evitan dicho proceso, pero esa no es la mejor opción. Líderes que no saben someterse al Espíritu de Dios en este continuo proceso contristan al Espíritu Santo, y terminan bajo la amorosa, pero firme y dolorosa, disciplina de Dios. Sin la dirección del Espíritu Santo, fácilmente podremos caer en algún tipo de falsa doctrina y, por ende, conducir a la Iglesia en dirección equivocada. Abundan referencias bíblicas a falsos maestros, pastores y profetas, con serias advertencias y consecuencias. La Biblia también ofrece la necesaria instrucción para poder aprender, creer, enseñar y vivir según la Verdad.
Pablo, mentor de Timoteo, le exhortó que enseñara a los demás que acumulen «el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida» (1 Tim. 6:19). A Timoteo le dijo: «Guarda lo que se te ha encomendado, y evita las palabrerías vacías y profanas, y las objeciones de lo que falsamente se llama ciencia, la cual profesándola algunos, se han desviado de la fe» (vv. 20-21). Previamente en la carta, Pablo le había dicho: «Te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad» (1 Tim. 3:15).
Pablo también exhortó a Timoteo que manejara la Palabra de manera correcta y se guardara de iniquidad y herejía. «No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: ‘El Señor conoce a los que son Suyos'» (2 Tim. 2:19a). Pablo conocía muy bien las referencias de Isaías al «fundamento,» y sabía de las piedras de cimiento en el Templo de Salomón. «Por tanto, así dice el Señor DIOS: ‘Yo pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado'» (Isa. 28:16). «Entonces el rey dio órdenes, y sacaron grandes piedras, piedras costosas, para echar los cimientos de la casa con piedras labradas» (1 Reyes 5:17).
Un erudito cristiano, D. A. Carson, ha provisto un análisis sobre el pos-modernismo actual, y refiere que existe un analfabetismo bíblico generalizado. En su libro Becoming Conversant with the Emerging Church [Versándose en la Emergente Iglesia], Carson advierte del peligro en creer que todo conocimiento humano tiene el mismo nivel de autoridad. A menos que uno haya determinado caminar en la verdad, «…ya no es tan obvia la razón por reverenciar la Biblia, y mucho menos leerla…»
La autora Phyllis Tickle, en su libro The Great Emergence [La Gran Aparición], ha descrito el lugar que ocupan las Escrituras en la vida moderna, resultando en «inmaduros bíblicos cuya ignorancia les propulsa en una de dos direcciones.» Un grupo se siente atraído a «buscar con mayor entusiasmo,» mientras que el otro «echa la Escritura más y más profundamente en el closet de su vida, donde las cosas viejas son almacenadas por un tiempo respetable antes de que sean desahuciadas por completo.» Uno debe cuestionar las consecuencias de dichos fundamentos tan inseguros o inexistentes.
En las Escrituras de los Apóstoles, el libro de Apocalipsis habla de «Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios» (Apoc. 21:10), y la describe con doce puertas, que representan las 12 tribus de Israel. Además, «el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero» (v. 14). «Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas…» (v. 19a).
Este asunto recurrente en la Biblia sobre un firme cimiento comienza en la Creación y llega hasta la eterna Jerusalén celestial. Provee un ancla de sostén para cada creyente como lema de vida. Las arenas inestables de opinión mundial y los muros derrumbados no nos tienen que afectar si estamos construidos sobre el cimiento inconmovible de la verdad bíblica, proclamada por los profetas y apóstoles, e iluminados por el Espíritu Santo.
El material educativo de Puentes para la Paz procura ser fiel a ese lema de construir cimientos sólidos, a medida que respondemos a nuestro llamado de educar y equiparar a los cristianos para que se identifiquen con Israel, el pueblo judío y los fundamentos bíblico-hebraicos de nuestra fe cristiana.
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