¿Nuestras Obras le Interesan a Dios?

por: Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional

 Vik_2011/shutterstock.com

La relación entre la fe y las obras (o gracia versus obras) es un área donde los judíos y los cristianos pensamos de manera muy diferente. Nuestro amigo judío ortodoxo Moshe Kempinski nos ha compartido en más de una ocasión sobre las conversaciones incómodas que ha tenido con cristianos que, al tratar de convencerlo del cristianismo, denigran al judaísmo como una religión inferior de leyes y obras. Moshe insiste que ellos no comprenden su razón por guardar la Ley. Él dice que no guarda las leyes de la Biblia porque intenta ganar su salvación ni porque tiene miedo del castigo de Dios por no guardarlas. Moshe explica que él guarda los mandamientos porque ama al Dios Dador de la Ley o, como Lo denomina, al Amado.

Brad Young, un autor cristiano de muchos libros relacionados con las raíces judías del cristianismo, narra la parábola judía de un rey que se fue de viaje dejando a dos sirvientes a cargo de sus propiedades. Uno de los sirvientes amaba y temía al amo, pero el segundo sólo temía al amo. El que lo amaba y temía cuidó con gran esmero su correspondiente mitad de la propiedad del amo, y cuando el Rey regresó, estaba muy complacido. El que sólo le temía no cuidó de su parte de la propiedad. Young concluye: «El siervo que tiene una fe apropiada en Dios, basada en reverencia y amor, trabaja diligentemente para ganar la aprobación divina por medio de su dedicado servicio. El temor sin amor no es suficiente. Los que aman al rey obedecerán Sus mandamientos y procurarán agradarle en sus vidas diarias.»

¿Salvación por Gracia o por Obras?

Yo me siento muy agradecida por la gracia de Dios al haberme extendido Su salvación por medio de Yeshúa (Jesús) el Mesías como regalo gratuito. ¡Y no soy la única! Ciertamente, todos los cristianos sabemos que la salvación no se obtiene a través de nuestras propias obras. Es un regalo de Dios que recibimos cuando creemos en Yeshúa y lo aceptamos como nuestro Salvador. El apóstol Pablo dijo claramente: «Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9). Ese es uno de los versos centrales en el cristianismo y, como yo, quizás usted lo aprendió de memoria cuando era niño. Pero a veces me parece que muchos en el cristianismo han llevado eso a un extremo no intencionado por Dios, y piensan que el gratuito regalo de la salvación y la maravillosa gracia de Dios es un permiso para actuar como uno quiera.

Renata Sedmakova /shutterstock.com

El próximo verso en Efesios 2 dice: «Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas» (Ef. 2:10, con énfasis añadido). UN MOMENTO… ¿Qué dice allí de las buenas obras? ¿Pablo no acaba de decir que no era por obras? Yo nunca memoricé el verso 10. ¿Por qué no? ¿Hay algo que se nos escapa de la vista?

Pablo era un hombre judío, llamado a ser apóstol a los gentiles. Como toda persona judía, fue criado para reconocer la importancia de las buenas obras. Incluso hoy día, vemos que nuestros amigos judíos aún enfatizan la importancia de obras buenas en su vida diaria. ¿Podemos aprender algo de ellos para comprender mejor lo que Pablo quiso decir?

¿Los Judíos Creen que Tienen que Ganar su Salvación?

Como mencioné al principio de este estudio, muchos cristianos asumen que el pueblo judío intenta ganar la salvación por medio de la Ley. ¿Ese es realmente el caso?

En el libro Our Father Abraham [Nuestro Padre Abraham], el Dr. Marvin Wilson menciona lo siguiente al respecto: «Existe una creencia común en la Iglesia hoy día de que el judaísmo… enseña la salvación por medio de las obras de la Ley, mientras que el cristianismo es una religión de gracia.» Wilson procede a citar a Carl D. Evans, quien dijo: «Si [la Iglesia] propaga esa perspectiva en nuestras predicaciones y nuestras enseñanzas, somos culpables de llevar falso testimonio.»

Wilson también cita a Pichas Lapide, un erudito judío en estudios del Nuevo Testamento: «Los rabinos nunca han considerado a la Torá [Génesis a Deuteronomio] como medio para obtener la salvación de Dios… [nosotros los judíos] vemos la salvación como prerrogativa exclusiva de Dios, así que los judíos somos proponentes de ‘pura gracia.'» Pinchas también enfatizó que todos los maestros del Talmud [comentario rabínico sobre la tradición judía y las Escrituras hebreas] enseñan que la salvación puede ser alcanzada «sólo por la gracia amorosa de Dios.»

En mi conversación con muchas personas judías, también he visto que no ven la obediencia de la Ley como un medio para alcanzar la salvación, sino la manera en que se comporta una persona que ya se encuentra en un pacto con Dios. En otras palabras, porque se encuentran en pacto con Dios, ellos deben actuar según Dios les ordenó en la Torá.

He observado que, de manera general, ni los cristianos ni los judíos creen que podemos ganar la salvación o entrar en pacto con Dios gracias a nuestras obras. Ambos creemos que la salvación es un regalo de Dios. Pero eso no significa que estemos en total acuerdo, porque ciertamente existe una diferencia fundamental en torno a la identidad del Mesías.

¿Qué Tienen que Ver Nuestras Buenas Obras?

Por lo tanto, ¿qué pasa con las buenas obras? ¿Qué espera Dios de nosotros? ¿Nuestras obras son importantes? El autor judío William Silverman escribió: «La fe y la acción moral son indivisibles. No es suficiente creer sin manifestar nuestra fe por medio de nuestras obras.»

Otro autor judío de la antigüedad dijo algo similar: «Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta. Pero alguien dirá: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras…Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta» (Santiago 2:17-18, 26). Mi padre, el Dr. David Allen Lewis, solía parafrasear a Santiago diciendo: «La fe sin acción es una decepción.» Si yo fuera a poner eso en mis propias palabras, diría que si realmente creo en algo, mis acciones van a reflejar esa creencia.

La Falta de Amor y Temor a Dios Impacta Nuestro Mundo

Sorin Popags /shutterstock.com

Al mirar las recientes décadas, parece que menos y menos personas honran, temen y aman a Dios. La llegada de la teoría de evolución debilitó los lazos del ser humano con su Creador. Si no existe un Creador, entonces no hay necesidad de guardar Sus leyes, no tenemos que asistir a la Iglesia, leer la Biblia, orar, etc. Con el paso del tiempo, hemos visto un incremento en rebeldía hacia la autoridad.

Es sorprendente ver cómo ha cambiado nuestro mundo en las pasadas décadas. De niña, recuerdo que podía correr libremente por el vecindario, subir árboles, hacer guaridas secretas, jugar con otros niños más allá de un simple patio cercado. Podíamos caminar por todas partes ¡sin estar preocupados de que nos pudiesen secuestrar! Nuestros parámetros eran: ¡no pasar de cierta distancia, hacer las tareas en la casa y llegar a la hora de comer! Recuerdo cuánto nos molestó una mala palabra en la película Lo que el Viento se Llevó. En la actualidad, eso ya sería una película apta para menores. El aborto, la pornografía, el asesinato, la depravación y el vicio ya se han hecho algo común y corriente en nuestra sociedad moderna.

Tristemente, muchos en la Iglesia también han reducido sus estándares. He escuchado a cristianos decir que cierta película no contiene muchas malas palabras y solamente una escena desnuda, declaración que no se hubiese escuchado de cristianos 50 años atrás. El pecado en la Iglesia también se ha hecho prevalente. Nos entristece cuando hay evidencia contra un cristiano de cierta inmoralidad, pero no nos sorprende. Pareciera que muchos dependen del favor y la gracia inmerecida de Dios para guardarlos a pesar de sus acciones. Pablo se refería a eso cuando dijo: «¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Rom. 6:1-2).

¿Hemos perdido nuestro temor a Dios?

Gracia – Una Analogía

Yellowj/shutterstock.com

Considerando la gracia en la vida de un cristiano, recuerdo la escena de un circo durante mis años escolares. Para propósitos de esta analogía, consideremos a los acróbatas como creyentes que han sido invitados a unirse (representando el regalo de salvación) a un grupo de acróbatas (familia de Dios). Luego de unirse al grupo, aprenden las rutinas del acto, disciplinan sus cuerpos con el ejercicio apropiado y controlan su ingestión de comida.

Cuando se reúne el público para ver su acto, los acróbatas suben una escalera que alcanza hasta el techo de la carpa y los asombran mientras realizan sus hazañas a gran altura. No es la gracia lo que los permite caminar sobre un cable sin caer, sino la disciplina de continuo ejercicio y horas de práctica. La gracia es la red que se encuentra debajo del cable. Si se llegasen a caer, no morirán por que son protegidos por la red. Pero seguramente, la intención del acróbata es quedarse caminando sobre el cable para completar su acto con éxito. Su mayor satisfacción proviene de terminar su acto según practicado. Pero cuán agradecidos estarán si fallan y caen, y la red de gracia se encuentra allí para rescatarlos.

Nuevo Análisis Teológico

Encontré una página de Internet por Brandan Robertson titulada «Cuatro Enseñanzas de Jesús que Sus seguidores (casi) nunca toman seriamente.» Déjeme aclarar que no conozco a este autor ni sé nada de su reputación, y sólo he leído este artículo suyo. Él se describe a sí mismo como un «milenialista» (joven adulto), autor, activista y conferenciante cristiano que procura construir puentes con gente de otras culturas, teologías y opiniones políticas.

Mientras leía su artículo, sentí que Robertson buscaba la verdad con toda sinceridad, y encontré su segundo punto muy interesante, que se encuentra traducido a continuación:

#2 The only way to enter the Kingdom of Heaven is through DOING the will of God. 

La única manera de entrar al Reino de los Cielos es HACIENDO la voluntad de Dios. «No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.» Mateo 7:21

«Cierto intérprete de la ley se levantó, y para poner a prueba a Jesús dijo: ‘Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?’ Y Jesús le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley ¿Qué lees en ella?’ Respondiendo él, dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.’ Entonces Jesús le dijo: ‘Has respondido correctamente; haz esto y vivirás.'» Lucas 10:25-28

«¡Somos salvos solamente por la fe, aparte de las obras! Esa es una frase evangélica muy popular. La doctrina de sola fide (sólo por fe) fue desarrollada por los Reformadores en respuesta a las enseñanzas corruptas de la Iglesia Católica Romana que surgieron en el siglo 16 enfatizando el favor que uno podía obtener de Dios, mientras reducía años de infierno y purgatorio, al donar dinero a la Iglesia y hacer actos de penitencia.»

«La intención de la doctrina de sólo por fe fue muy buena para corregir el error de que nuestra salvación pudiese ser comprada o de que la gracia de Dios pudiese ser manipulada. Pero como muchas otras doctrinas, son fórmulas en respuesta a doctrinas de cierto grupo, y a veces terminan en el otro extremo.»

«Una de las enseñanzas más claras a través de los cuatro Evangelios es que la manera en que podemos entrar al Reino de Dios es por medio de una vida en obediencia a la Ley de Cristo. Vez tras vez, Jesús hace unas declaraciones muy claras que condenan los que piensan que serán salvos porque crean en cosas correctas o porque cumplan con cierto rito religioso. Jesús se dirige a personas que creen que son religiosas y merecen el cielo cuando les dice que su religiosidad externa es detestable a Dios, y que lo único que desea Dios es que ejerciten su fe mientras obedecen los mandatos de Dios al practicar la justicia, amar la misericordia y caminar en humildad (Miqueas 6:8).»

«Jesús dice que si alguien alega estar bien con Dios pero no le es requerido servir al pobre, necesitado, oprimido, marginado, enfermo, contaminado y pecador, entonces no tiene una relación con Dios. No importa lo que proclamen sus labios. No importa cuán religioso parezca. Jesús dice que los que no obedecen no tendrán parte en Su Reino. Dice claramente que la forma de ‘heredar la vida eterna’ es amando a Dios y amando a su prójimo. Por lo tanto, ¿no es sorprendente ver cuántos cristianos hoy día han sido enseñados de que la salvación viene por una creencia correcta en vez de una práctica correcta? Ese es un mensaje fundamentalmente contrario a las palabras de Jesús (y aún más a las de su pequeño hermano Santiago, quien dijo: ‘Ustedes ven que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe‘» (Santiago 2:24).

focal point/ shutterstock.com

Robertson hace unas observaciones muy interesantes. Debemos asegurar que nuestra doctrina sea balanceada según las enseñanzas de la Biblia, y no basadas ciegamente en ciertas enseñanzas de teólogos quienes respondieron a exageraciones de su tiempo, ocasionando que el péndulo se moviera demasiado lejos en dirección contraria.

Pablo dijo que todos debemos ocuparnos en nuestra salvación: «Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor. Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención [voluntad]. Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano» (Fil. 2:12-16).

Los cristianos hemos recibido el regalo de la salvación de Dios por medio de Yeshúa. Y luego, ¿qué? El apóstol Pablo dijo a los corintios: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas» (2 Cor. 5:17). ¿Pablo se refería solamente a un cambio interno? ¿O indica que los cambios serán evidentes por nuestro estilo de vida y nuestras acciones? Cuando yo era una joven adulta, disfrutaba la recopilación de dichos o proverbios modernos. Recuerdo uno que decía: «Lo que se encuentra en el pozo de su corazón aparecerá en la cubeta de sus labios.» Eso significa que lo que usted realmente cree en el corazón se evidenciará en su vida.

Todos hemos conocido a personas que fueron radicalmente cambiadas luego de aceptar el regalo de la salvación. Me parece que las Escrituras de los Apóstoles (Nuevo Testamento) enseñan que tanto la fe como las obras deben ser rasgos típicos en la vida de un creyente.

Fe y Obras

Foto: Sergey Nivens/ shutterstock.com

Yeshúa dijo: «Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos» (Mat. 5:16, con énfasis añadido). Cuando a Yeshúa le pidiero que definiera el mandamiento principal, dijo: «El más importante es: ‘Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza.’ El segundo es éste: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos» (Marcos 12:29-31).

Yeshúa citaba a Levítico 19:18 cuando dijo que deberíamos amar a nuestro prójimo. El comentarista judío Abraham Chill señala dos verdades sobre este verso:

1. Nuestros sabios están casi unánimes al opinar que el mandamiento bíblico de «ama a tu prójimo como a ti mismo» es un pilar fundamental sobre el cual se construye toda la Torá.
2. La observación de esta ley incluye tales «buenas obras» como visitar al enfermo, coordinar los entierros de los fallecidos, consolar a los enlutados, proveer el dote para las novias pobres y proteger las posesiones de otro como si fueran de uno mismo.

Puentes para la Paz en acción – Precious Fleming/ bridgesforpeace.com

Mientras leía lo anterior, pensé en el Discurso del Monte de los Olivos de Yeshúa (Mat. 24-25) cuando habló acerca del juicio de las naciones. Dijo que Él las dividiría en dos grupos: los que heredarán el reino preparado para ellos desde la fundación del mundo y los que serían condenados en el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. ¿Cuáles serán los criterios de juicio? Alimentar al hambriento; vestir al desnudo; visitar al enfermo y encarcelado; dar agua al sediento; proveer hospitalidad al extraño. El pasaje termina diciendo: «El entonces les responderá: ‘En verdad les digo que en cuanto ustedes no lo hicieron a uno de los más pequeños de éstos, tampoco a Mí lo hicieron.’ Estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna» (Mat. 25:45-46).

La mayoría de los cristianos creen que Mateo 24 al 25 se refiere sólo a los finales tiempos, quizás los tiempos actuales. Sin embargo, Yeshúa, nuestro Salvador, pronunció esas palabras en el primer siglo dentro de un ambiente judío, según el rabino itinerante enseñaba a Sus discípulos judíos. No hablaba con los gentiles – eso lo hizo luego. Sin embargo, vemos que Yeshúa pensaba que esas cosas eran muy importantes. ¿Sería Su intención que Sus discípulos en futuras generaciones y distintos lugares no viesen dichas obras como tan importantes como Él?

Quizás algunos pudiesen pensar que esas palabras de Yeshúa ya no tienen tanta importancia porque las dijo antes de Su obra redentora en la cruz. Podrían preferir citar a Pablo. Pues veamos lo que dijo Pablo acerca de las obras.

Pablo y la Importancia de las Buenas Obras

Entregando cestas de alegría

2 Tesalonicenses 3:13
     «Pero ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien

Colosenses 1:9-11
     «Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anden como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que Le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. Rogamos que ustedes sean fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo.»

Debra Williams/bridgesforpeace.com

Tito 2:7, 12-14
     «Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad… enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. El se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras

Tito 3:1, 8, 14
     «Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra… Palabra fiel es ésta; y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres… Y que los nuestros aprendan a ocuparse en buenas obras, atendiendo a las necesidades apremiantes, para que no estén sin fruto.»

Santiago y Juan

1 Juan 2:3-5
     «Y en esto sabemos que Lo hemos llegado a conocer: si guardamos Sus mandamientos. El que dice: ‘Yo Lo he llegado a conocer,’ y no guarda Sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero el que guarda Su palabra, en él verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Dios. En esto sabemos que estamos en El.»

1 Juan 3:16-18
     «En esto conocemos el amor: en que El puso Su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.»

Apliquemos la Verdad

Jaromir Chalabala/ shutterstock.com

Estoy infinitamente agradecida de ser llamada hija de Dios, de haber recibido el regalo de gracia salvadora por medio de la vida, la muerte y la resurrección de Yeshúa. Pero comprendo que Su regalo de gracia no es una invitación para simplemente recostarme en un diván y ser objeto de Su amor. Por el contrario, es una invitación para iniciar una jornada con Él, desarrollando las disciplinas para una vida recta y siempre en pos de la vida abundante a la que nos ha invitado disfrutar en conjunto.

Aún debo poner en obra mi salvación, alcanzando hacia el premio del llamamiento de Dios en Yeshúa el Mesías. ¿Será posible que hayamos estado mirando este asunto desde un punto de vista sólo unilateral? No debe ser cuestión de una cosa o la otra, de la fe o las obras, ¡sino de la Fe más las Obras! Que Dios nos ayude a ser personas de una enorme fe mientras hacemos las obras del Señor, permitiendo que Su luz alumbre a través nuestro para que penetre la oscuridad que amenaza envolver al mundo.

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos)

Bajar Versión PDF

 

Bibliografía

Chill, Abraham. The Mitzvot: The Commandments and Their Rationale. Jerusalem: Keter Publishing House, 1990.
Robertson, Brandon. “4 Teachings of Jesus That His Followers (Almost) Never Take Seriously,” www.huffingtonpost.com/brandan-robertson/4-teachings-of-jesus-that_b_6343320.html
Silverman, William R. Rabbinic Stories for Christian Ministers and Teachers. New York: Abingdon Press, 1958.
Wilson, Marvin R. Our Father Abraham. Grand Rapids: Eerdmans, 1989.
Young, Brad H. The Parables: Jewish Tradition and Christian Interpretation. Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 1998.

Búsqueda Estudios de Israel

  • Orden

Recent Posts

Explore