por: Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional
Los cristianos que defendemos la Biblia como Palabra de Dios vemos a Israel desde una perspectiva muy especial. Israel es un lugar asombroso, descrito como “la más hermosa de todas las tierras” (Ezeq. 20:6, 15). Existe una inmensa cantidad de plantas y animales nativas a esta tierra. La diversidad cultural del pueblo judío, procedente de sobre 100 naciones distintas, es tanto fascinante como a veces frustrante. Es una mezcla ecléctica de costumbres antiguas y modernas. Israel es mi hogar, y lo amo profundamente. Ciertamente, nunca hay un momento aburrido en Israel. Pero si tuviera que definir cuál es mi experiencia favorita aquí, sería la amalgama anual de celebraciones judías
Cuando un día mi esposo Tom y yo leíamos la Biblia, mientras todavía vivíamos en los Estados Unidos, nos topamos con Levítico 23 donde se instituyen las fiestas bíblicas. La Biblia las denomina “fiestas del Señor.” Observamos que allí se repite vez tras vez la frase “estatuto perpetuo.” Mi esposo me miró y preguntó: “¿Cuándo finaliza lo perpetuo? ¡Tenemos que comenzar a guardar esas cosas ya!” Allí comenzó nuestro primer año de experiencias extraordinarias. Construimos una sucá (tabernáculo o enramada) en el patio de nuestra casa durante la Fiesta de los Tabernáculos, asamos un cordero en la Pascua, ayunamos tres días para Purim, y nos unimos a Israel durante los diez días de introspección que culmina con Yom Kipur (Día de Expiación). En Estados Unidos, la gente pensaba que éramos algo extraños.
Tom y yo pasamos nuestro primer año en Israel, entre 1987 y 1988, trabajando como voluntarios en un kibutz(asentamiento de tipo comunal). El Kibutz Ginegar era una pequeña comunidad de sólo 500 habitantes. Fue un tiempo de inmersión total en la sociedad israelí. Descubrimos que la vida en Israel es gobernada por un ciclo de fiestas, la mayor parte de ellas bíblicas. Mientras vivíamos en ese ambiente, absorbimos muchos pensamientos nuevos, y comenzamos a comprender la sociedad en que vivíamos. ¡Es muy interesante vivir en un país donde las fiestas nacionales están descritas en la Biblia, narrando la historia de la intervención de Dios en sus vidas como nación!
De manera chistosa, frecuentemente he escuchado que Israel celebra sus fiestas con un lema: “Nos intentaron matar. Nosotros ganamos. ¡Vamos a comer!” La verdad es que Israel siempre tiene un alimento típico para cada fiesta. Tristemente, algunas fiestas conmemoran victorias, pero tuvieron que atravesar gran sufrimiento y dificultad antes de que Dios los rescatara.
Aprendimos a atesorar la celebración semanal del shabat (sábado). También disfrutamos las fiestas primaverales de Pésaj (Pascua), Purim (fiesta de Ester) y Shavuot (Pentecostés), además de las fiestas otoñales, que son Rosh HaShaná (Fiesta de las Trompetas), Yom Kipur (Día de Arrepentimiento o Expiación), Sucot (Fiesta de los Tabernáculos), y finalmente Jánuca (Fiesta de las Luces). También nos unimos al pueblo judío durante el Yom HaZicarón (Día de Conmemoración de los Soldados Caídos), Yom HaShoá (Día de Recordación del Holocausto), Yom HaAtzmaút (Día de Independencia), y Yom Yerushalaim (Día de Jerusalén), los que conmemoran eventos importantes durante la historia moderna de Israel. Le invito a que comparta conmigo un año en el ciclo de las fiestas israelíes.
La memoria es un motivador muy poderoso en nuestras vidas. Los sicólogos reconocen el impacto que tiene sobre nuestra persona, y a menudo tratan de resolver nuestros profundos traumas emocionales con memorias del pasado. Los padres aprenden que es beneficioso enseñar a sus hijos con refuerzo positivo y negativo. Cuando un niño se quema en una estufa caliente, probablemente no quiera volver a experimentar ese dolor, y eso es refuerzo negativo. Pero cuando recibe unas palabras cariñosas o una experiencia agradable al hacer algo, probablemente repita esa acción, y eso es refuerzo positivo.
Dios obviamente también aprovecha los efectos positivos y negativos de nuestra memoria. Dios frecuentemente nos exhorta a que recordemos ciertas cosas. De hecho, diferentes formas de la palabra “recuerda” aparece en la Biblia como 150 veces. Eso es más notable cuando se narran los detalles de las fiestas bíblicas. Todas las celebraciones judías tienen un énfasis de recordar algo. Vez tras vez, Dios dijo a los antiguos israelitas que recuerden las cosas buenas que hizo por ellos.
El shabat es un día muy especial en Israel. En el occidente, frecuentemente nos alegramos cuando finalmente llega el viernes. Pero en Israel, el viernes adquiere un significado aún mayor. El shabat comienza el viernes tan pronto se pone el sol, y termina al ponerse el sol el sábado. Temprano el viernes comienzan a hacer preparativos para el shabat. Las mujeres limpian las casas, preparan la comida y bañan temprano a los niños. Uno puede caminar cualquier vecindario en Jerusalén a mediodía y sentir el olor a comida en el aire.
Todos los demás en la casa también tienen cosas que hacer para recibir el shabat. Ese día especial se compara con una reina, y se recibe como si fuera una realeza. Se usa el mejor de los manteles de mesa y la vajilla más fina. Cada familia sirve la mejor comida que puede costear. La casa brilla y la familia se viste elegantemente. Los esposos llegan a su casa con un bouquet de flores para su esposa.
En el verano, se escuchan las ricas melodías de shabat en la cálida brisa del atardecer saliendo de las ventanas entreabiertas. Escuchamos la bendición del padre sobre cada hijo. Éste honra a su esposa delante de sus hijos e invitados al leer Proverbios 31. Bendicen al Señor por su provisión y cantan himnos de gratitud, la mayoría proveniente de los Salmos. Finalmente se sirve la cena. No es un momento para tener prisa, sino para disfrutar a la familia y la presencia de Dios.
Durante el día del sábado, las familias caminan juntas a la sinagoga. Me encanta ver a los padres con sus hijos pequeños tomados de la mano de camino al servicio de shabat. Todos visten de sus mejores ropas para esa ocasión.
Desciende una asombrosa quietud sobre la tierra y el alma durante shabat. Al igual que Dios descansó en el séptimo día de la creación, el pueblo de Israel descansa en obediencia a Su mandato. El tráfico en las carreteras se reduce a un mínimo. No se escuchan los ruidos típicos de la ciudad ni se escuchan las bocinas. Cuando viajamos fuera de Israel, lo más que nos hace falta es el shabat. Valoramos enormemente ese tiempo para estar con la familia y pasar momentos de quietud delante del Señor. Es un verdadero tesoro y regalo de Dios.
Purim es una fiesta divertida, celebrada los días 14 y 15 del mes hebreo de Adar (que usualmente cae en marzo), para recordar los eventos detallados en el libro de Ester. Ese libro, llamado “meguilá Ester,” se lee completo en las sinagogas. Cada vez que se llega al nombre de Amán, toda la congregación comienza a hacer alboroto para no escucharlo. Abuchean, dan zapatazos y suenan unas cosas ruidosas llamadas rashanim. Cuando llegan al nombre de Mardoqueo, lo celebran y aplauden con alegría. Por todos lados se celebran fiestas de coloridos disfraces. Muchos observan el ayuno de Ester previo a la fiesta. En nuestro primer Purim, Tom y yo ayunamos por tres días, orando por la liberación de los judíos de la opresión soviética. Ahora, sobre un millón de judíos rusos viven libres en Israel.
La Pascua es una de las tres fiestas de peregrinaje en que todos los hombres de Israel tenían que subir a Jerusalén. Es una fiesta de ocho días, y se celebra durante los días 14 al 21 del mes hebreo de Nisán (generalmente abril). La Pascua comienza con una comida especial llamada seder (que significa “orden”) la noche previa al primer día de Pascua, la que se denomina Erev Pésaj. La cena puede durar de cuatro a seis horas. Durante el seder, se recuenta la historia de cómo Dios libró a los hijos de Israel de la esclavitud en Egipto. Se intercalan canciones, alimentos simbólicos y recitaciones especiales. Esta fiesta se observa en casi todo hogar judío de alguna manera u otra, mientras se reúnen para recordar la protección y provisión de Dios en el desierto.
Las Escrituras dicen que no debe comerse levadura durante esta fiesta. Por ocho días, no se come pan regular ni otra cosa que contenga levadura. En los días previos a la Pascua, hacen limpieza de su casa a un nivel más profundo de lo acostumbrado. Tienen que encontrar cualquier migaja de pan o levadura, y removerla de la casa. Por ejemplo, se saca cada pieza de ropa del closet, los bolsillos se invierten hacia fuera, y se lava absolutamente todo. Las cacerolas se llevan a centros comunales donde se hierven en grandes ollas para asegurar que no permanezca alguna levadura. Durante el último día antes de que comience la Pascua, los últimos vestigios de pan o producto con levadura se barre y se quema ceremoniosamente.
Esta fiesta es rica en significado tanto para los cristianos como para los judíos. El apóstol Pablo dijo que la levadura es simbólica del pecado. Deberíamos ser tan diligentes en remover el pecado de nuestras vidas como lo es el pueblo judío para remover cada migaja de sus casas.
En tiempos bíblicos, un cordero perfecto y sin mancha era sacrificado para la cena de Pésaj. ¿Sabe usted que la Última Cena del Señor era una cena de Pésaj? Yeshúa (Jesús) fue nuestro cordero de Pésaj como el único hombre intachable en la historia, quien se sacrificó por nuestro pecado.
Durante la cena de Pésaj, se separan tres porciones de pan sin levadura (matza). La porción del centro se llama afikomen. En cierto momento durante la cena éste se toma y se quiebra en dos, se envuelve en una tela de lino y se esconde. Más tarde en el ritual de la noche, los niños salen a buscar el afikomen, y el que lo halla se regocija y lo devuelve al padre por una recompensa. La matza es rayada y perforada, ilustrando el sacrificio de Yeshúa, quien fue rayado y perforado por los soldados romanos. Luego fue quebrado, envuelto en una tela de lino y escondido en la tumba. Resucitó a los tres días, lo que fue motivo de gran gozo para Sus seguidores hasta el presente. La Primera Fiesta de los Primeros Frutos representa nuestra actual celebración de la resurrección de Yeshúa, porque fue el primero entre los que han de resucitar en los postreros días.
El tiempo entre el primer día de Pésaj y el día antes de Shavuot, 50 días o siete semanas, se llama en hebreo la cuenta del Omer. (El omer era una medida de grano seco equivalente a casi medio galón o 3.8 litros.) Durante cada día de esa cuenta, se recita una bendición a Dios en gratitud a Su provisión.
En círculos judío-ortodoxos, ese tiempo es como si fuera de luto, recordando una tragedia del primer siglo en que murieron miles de estudiantes rabínicos por causa de una plaga. Celebran Lag ba’Omer el 18 del mes de Iyar (entre abril o mayo) entre medio de Pésaj y Shavuot, cuando dicen que se detuvo la plaga. Los niños recogen madera en preparación de grandes fogatas que alumbran la noche por todo el país. Nadie sabe cómo o cuándo comenzó esa tradición extra-bíblica.
Otras tradiciones asociadas con el Lag ba’Omer incluye un día especial en esas siete semanas cuando los varones ortodoxos de 3 años de edad reciben su primer recorte de cabello. Ese es el día, también, en que se pueden celebrar bodas, ya que las bodas no se permiten durante los demás días de ese período de Omer.
Durante el Día de Recordación del Holocausto suena una sirena en todas partes de Israel para detener los movimientos mientras se observan dos minutos de silencio en memoria de los judíos que murieron en el Holocausto. Se celebran conmovedoras ceremonias, ponen flores en los monumentos de recordación, presentan programas especiales en televisión sobre el Holocausto, y cierran lugares de entretenimiento por 24 horas mientras la nación padece el dolor colectivamente.
Israel es una nación nueva, surgida de las cenizas del Holocausto. Seis millones de judíos perdieron sus vidas en la Europa dominada por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, que terminó en 1945. Una tercera parte de los judíos mundialmente desaparecieron en sólo ocho años de horror inimaginable. Eso ha dejado una profunda herida en el alma del pueblo. Muchas de mis amistades judías son hijos de sobrevivientes, algunos siendo niños, y muchos otros perdieron allí a todos sus miembros familiares.
Monumentos en recordación del Holocausto se encuentran por todo el país, pero el museo de Yad Vashem en Jerusalén es el más grande y famoso. Los dignatarios políticos que visitan a Israel casi siempre incluyen una visita a Yad Vashem, ¡y es señalado en la prensa si no lo hacen! Estuve visitando a Israel en viajes turísticos desde que tenía trece años, y he visto el museo de Yad Vashem muchas veces. Se me hace muy difícil ver todas esas imágenes de muerte, degradación y sufrimiento. Pero se le hace aún más difícil al pueblo judío. A menudo, los guías turísticos judíos se quedan afuera mientras los turistas entran por su cuenta. Es simplemente demasiado doloroso para ellos.
Con el paso del tiempo, los sobrevivientes han ido envejeciendo y casi han desaparecido, pero es importante que sus historias sean registradas para futuras generaciones. Yad Vashem (que significa literalmente “mano y nombre”) tiene un enorme archivo de datos en documento, fotografía y video. Libros detallados sobre los que fueron asesinados llenan las paredes. Hay grandes colecciones de efectos personales de esas personas, todo con la intención de recordar lo sucedido. Los judíos tienen la feroz determinación de que no vuelvan a ser víctimas de una atrocidad semejante en el futuro.
En un peregrinaje anual, los jóvenes judíos visitan los campamentos de muerte en Auschwitz y Birkenau de Polonia llamada ‘Marcha de los Vivientes.’ Miles caminan un trecho solemne de tres kilómetros, a menudo bajo lluvia, entre ambos campamentos. Caminan con banderas israelíes para expresar: “Trataron de exterminarnos como pueblo, ¡pero ‘Am Israel Jai’ (el pueblo de Israel vive)!” Puentes para la Paz ha participado en esa marcha, cargando una gran pancarta que dice: “Nunca olvidaremos.” De esa manera, expresamos nuestra solidaridad con el pueblo judío y nuestro amor cristiano hacia ellos.
La celebración que más me impactó cuando primero llegamos a Israel fue Yom HaZicarón, o Día de Recordación de los Soldados Caídos. En ese día se recuerda a todos los israelíes que han muerto en ataques terroristas, además de los soldados que murieron en la defensa de su tierra.
Cuando vivía en Estados Unidos, aunque teníamos un Día de Recordación, tenía poco significado para mí. Nunca había perdido a un ser querido en la guerra, ni me había tocado la muerte muy de cerca. Había leído sobre algún soldado que murió en la guerra, pero nunca conocí a ninguno. Es muy diferente cuando uno vive en un país de sólo 6 millones de judíos (comparado con casi 300 millones de personas en Estados Unidos). En Israel, Yom HaZicarón es un día para recordar y llorar. ¿Por qué es tan diferente? Porque los israelíes viven en peligro constante. El país está siempre en guerra o tensión de alguna manera u otra. No conocen otra realidad.
Cuando los israelíes llegan a la edad de 18 años, casi todo varón o mujer entra al servicio militar. Los varones sirven por tres años, y las mujeres por dos. Los hombres más adultos sirven en la reserva durante un mes cada año hasta cumplir los 45 años.
Como esta es una tierra donde las hostilidades nunca desaparecen por completo, siempre hay posibilidad de guerra. Los padres temen el día cuando sus hijos entren al servicio militar. Muchos me han dicho que nunca durmieron bien durante todo el tiempo de su servicio. Cualquier llamada telefónica podía ser un aviso de tragedia. El pueblo de Israel vive en constante temor de perder a sus hijos, hijas, esposos, sobrinos, nietos o hermanos. Muchos se han tenido que criar sin padre.
Ese es un hecho doloroso de varias generaciones de judíos, según leemos en las memorias del conocido autor israelí Moshe Shamir. En 1968 escribió: “Mi hijo se llama igual que mi hermano, quien murió en la Guerra de Independencia. Eso fue hace 20 años, cuando florecían los almendros de 1948. A mí me llamaron según el hermano de mi padre, quien murió sirviendo en el Ejército Rojo cuando cayó ante las puertas de Varsovia. Eso ocurrió en 1920. Mi padre fue nombrado según el hermano de su padre, quien fue asesinado en Ucrania durante un pogromo a manos de campesinos enfurecidos. Eso fue en 1891… ¿Estamos aún en el principio del camino? ¿En el medio? ¿Al final? Sólo sé una cosa: en esta primera mitad del siglo en que vivo y respiro, el temor a la muerte nunca ha abandonado nuestro hogar…”
Desde 1948, todos conocen de cerca a alguien que ha dado su vida por la nación. A momentos de YomHaZicarón de 2005, unos 21,954 soldados y personal de seguridad habían muerto en la defensa de su nación durante las cinco guerras principales en Israel: la de Independencia, la Campaña del Sinaí, la Guerra de los Seis Días, la Guerra de Yom Kipur, y la Operación Paz para Galilea, además de los continuos ataques terroristas por parte de naciones vecinas y la Guerra de Oslo. Ese número es enorme en relación al total de la población.
Durante nuestro primer año en Israel, cuando vivíamos en el Kibbutz Ginegar, al leer acerca de un soldado que había fallecido en la guerra, siempre había una triste conexión con alguien en el kibbutz. Parece que gran parte de la vida de los israelíes se define por la pérdida de un ser querido.
En la noche previa a Yom HaZicarón, suena una sirena en todo el país. Todos detienen su actividad y se ponen en atención, recordando los valientes soldados que dieron sus vidas por su nación. A la mañana siguiente, la sirena suena nuevamente. Los autos se detienen en las carreteras, y los conductores se salen y se paran al lado de sus autos en silencio. Muchos recuerdan algún miembro familiar o amistad que murió.
En el kibbutz Ginegar, toda la comunidad se reunía para un servicio conmemorativo. Alumbraban con velas las fotos de siete hombres del kibbutz que habían muerto en batalla. Amistades consolaban a sus familiares y compartían sus memorias, impresiones que han quedado grabadas en mi memoria. En ese tiempo no comprendía el hebreo, pero podía sentir la profunda emoción y el dolor de quienes aprendí a amar.
Esa escena se repite anualmente en cada esquina de la Tierra, momentos cuando el pueblo reconoce el tremendo sacrificio humano que han tenido que pagar para la existencia de la nación de Israel. Cada Yom HaZicarón, me identifico con el pueblo judío al recordar los fallecidos. Oro por la paz de Jerusalén y por el consuelo de Dios a Su pueblo escogido.
Como las fiestas en Israel comienzan a la caída del sol el día antes y terminan al atardecer del día siguiente, Yom HaAtzmaút o el Día de Independencia comienza al atardecer de Yom HaZicarón. Eso me pareció muy incongruente cuando primero me mudé a Israel. Se pasa inmediatamente de un sentimiento de profundo luto y dolor a una alegre y resuelta celebración durante el Día de Independencia, la que se festeja con banderas, paradas, fuegos artificiales y salidas en ‘picnic.’ Pero así es el pueblo judío. Aún en sus bodas, recuerdan la destrucción del Templo cuando el novio rompe un vaso de cristal con el pie. Quizás no sea tan extraño, después de todo. Si los soldados no estuvieran dispuestos a dar su vida, nunca podría haber un estado.
Las calles se convierten en una gran fiesta durante el Día de Independencia. Los jóvenes pasan golpeando las cabezas de los demás con grandes martillos plásticos, se echan espuma en colores uno a otro, cantan, bailan y se alegran por el hecho de que el pueblo judío tiene un estado en la tierra de Israel. Los parques se llenan de personas para hacer asados a barbacoa, jugar y admirar los aviones de la Fuerza Aérea mientras vuelan por encima.
¿Cuál es la diferencia entre Shavuot, la Fiesta de Semanas, Hag HaBikkurim, la Segunda Fiesta de los Primeros Frutos, la Fiesta de la Cosecha, y Pentecostés? ¡Absolutamente ninguna! Son nombres distintos para la misma fiesta bíblica, pero cada nombre representa un aspecto distinto de la cosecha del trigo.
El nombre más común en hebreo para esta fiesta es Shavuot (que significa literalmente “semanas”). Su nombre vino a consecuencia de que los israelitas tenían que contar siete semanas completas desde el día después del shabat en la fiesta de Pésaj (domingo), que es también la Primera Fiesta de Primeros Frutos, para llegar a Shavuot . Modernamente, se cuentan las siete semanas desde el día de Pésaj.
En círculos cristianos, esa fiesta es conocida como Pentecostés. Dicha palabra griega, que significa literalmente “día número 50,” hace referencia a los 50 días antes de Shavuot. En el calendario hebreo, se celebra el 6 de Sivan (que usualmente cae entre mayo y junio de nuestro propio calendario).
En Shavuot, el pueblo judío también celebra el recibimiento de la Torá (Génesis-Deuteronomio), palabra que Dios dio a Moisés en el Monte Sinaí. En esa fiesta, los primeros 120 creyentes en Yeshúa recibieron el Espíritu Santo, haciendo que hablaran otras lenguas y que 3,000 fueran salvos (Hechos 2). Shavuot es la segunda fiesta en que todo hombre judío tenía que subir a Jerusalén. Sin duda, la ciudad tiene que haberse llenado de judíos procedente de muchos países y hablando múltiples idiomas. ¡Cuánto no sería su sorpresa cuando escucharon a los discípulos hablando en su propio idioma! ¡Qué Shavuot tan extraordinario fue ese!
En la Parte 2 de este estudio, continuaremos hablando acerca de las fiestas anuales en Israel, comenzando con el Día de Jerusalén y terminando con las fiestas sagradas de otoño.
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