Al estudiar el conflicto palestino-israelí es imperativo comprender, que la narrativa predominante a menudo moldeada por perspectivas occidentales; no logra captar y describir la verdadera naturaleza del conflicto. Esta lucha va mucho más allá de una simple disputa territorial, ahondando en un profundo choque de ideologías, religiones y creencias políticas. Sin embargo, este conflicto no encaja en un choque de civilizaciones como lo describe el académico Samuel Huntington, debido a la naturaleza «diaspórica» de los ciudadanos israelíes y la participación de Rusia y China. Este conflicto es la cristalización de diferentes visiones del mundo, donde grupos como Hamás, perciben la existencia de un Estado judío democrático en el corazón del mundo islámico, como una amenaza existencial.
Los objetivos de estos movimientos terroristas, declarados explícitamente en sus comunicaciones en árabe y cuidadosamente evitados en sus comunicaciones en inglés; se centran en la destrucción total del Estado de Israel. Por lo tanto, Israel es visto no sólo como un adversario geopolítico, sino también como un país democrático y religioso, convertido en una amenaza.
Para organizaciones como Hamás, la existencia misma de Israel en tierras islámicas es fundamentalmente inaceptable. La dicotomía entre las comunicaciones en inglés (u otros idiomas occidentales) y las narrativas árabes de los líderes árabes, como las de Hamás; revela marcadas diferencias. Estos variados mensajes, muestran una vulnerabilidad occidental a la hora de aceptar narrativas de organizaciones terroristas, cuando se presentan en un estilo “occidental” y envueltas en una fina capa de marketing.
La derrota de la causa palestina es en parte, resultado de políticas diplomáticas occidentales defectuosas, que han malinterpretado la dinámica del ‘Levante y Medio Oriente’. Alentada por las monarquías y otros regímenes autoritarios de la región; la intensa atención prestada al conflicto palestino-israelí ha llevado a eclipsar su propio autoritarismo. Esta simulación desvía la atención de las violaciones a los derechos humanos en esas mismas dictaduras, que afectan a más de 1,500 millones de personas. ¿No es realmente más sencillo, centrar todas las miradas en la única democracia de la región, donde se respetan las libertades cívicas, civiles y de conciencia?
No quiere decir que Israel sea una democracia perfecta, sino todo lo contrario; pero en comparación con las dictaduras circundantes, incluidas las que gobiernan los territorios palestinos bajo la Autoridad Palestina y Hamás; es imperativo plantear las preguntas correctas. Al centrarse principalmente en el conflicto palestino-israelí, se pasan por alto abusos más amplios contra los derechos humanos en el ‘Levante’.
El enfoque secularizador de Estados Unidos y Europa, a menudo pasa por alto varios aspectos cruciales del conflicto: una confrontación religiosa o civilizacional (para estos mismos grupos terroristas); una confrontación cultural y una confrontación hegemónica, particularmente, en torno al Eje China-Rusia-Irán. El sufrimiento del pueblo palestino es innegable. Sin embargo, atribuir su difícil situación únicamente a Israel pasa por alto la complejidad del conflicto y de la región. Las organizaciones terroristas palestinas no luchan por un Estado, sino por la destrucción completa de Israel; y actúan como representantes de un Estado patrocinador, a saber, Irán. Este objetivo se opone directamente a la existencia de una nación soberana, y obstaculiza todas las perspectivas de una solución pacífica.
Muchos de nosotros desearíamos que este conflicto fuera meramente territorial, como lo describen a menudo los medios de comunicación occidentales, o ciertos políticos que explotan el sufrimiento, para obtener beneficios personales políticos. Esto nos habría permitido encontrar una solución real a un conflicto, que se ha prolongado durante demasiado tiempo. Este conflicto es una interacción compleja, de elementos ideológicos, religiosos y políticos.
Comprender estos matices, es vital para la viabilidad del debate público. La comunidad internacional, en particular Occidente; debe finalmente reconocer la naturaleza multidimensional de esta disputa, y abordarla con una perspectiva matizada e informada, contrariamente, a las posturas que hemos presenciado durante más de 75 años.
Publicado el 31 de enero de 2024
Publicado en enero 31, 2024
Fotografía por: Tasnim News Agency/Wikimedia.org
Fotografía con licencia: Wikimedia
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