Las calles de Israel se encuentran siempre llenas de personas hablando una multitud de idiomas. En el norte de Tel Aviv, posiblemente usted escuche hablar el francés, porque muchos judíos inmigrantes desde Francia se establecieron allí. Quizás también pueda escuchar hablar ruso, español o inglés en otras partes del país donde inmigrantes judíos con ese idioma se han ido estableciendo. Todo evidencia que Dios está activo hoy día, y trabaja en cumplimiento de Sus promesas.
Dios trae el pueblo judío de regreso a su tierra Israel desde casi todas las naciones del mundo, así como prometió hacerlo cuando habló por Sus profetas hace 2,500 años. Dios tiene una larga memoria y nunca olvida Sus pactos. Por casi 2,000 años, el pueblo judío ha estado disperso alrededor del mundo, ¡pero nunca fueron olvidados! El término hebreo para regresar es aliyá, que literalmente significa «subir.» El pueblo judío regresa a su hogar desde los cuatro extremos de la tierra, justamente como Dios lo había dicho.
Puentes para la Paz se honra en ser parte de este evento sin precedente en la historia. ¡Los profetas hablaron sobre nuestra participación! «Así dice el Señor DIOS: ‘Levantaré hacia las naciones Mi mano, y hacia los pueblos alzaré Mi estandarte. Traerán a tus hijos en brazos, y tus hijas en hombros serán llevadas'» (Is. 49:22).
El Proyecto Rescate fue formado hace más de una década para ayudar a los judíos regresar a Israel. Hasta la fecha, como resultado de nuestros esfuerzos, sobre 37,000 personas judías viven ahora en Israel ¡según lo prometió Dios!
Nuestros trabajadores del Proyecto Rescate en la antigua Unión Soviética tienen que resolver una gran variedad de situaciones y complicaciones. La decisión de mudarse a Israel inicia lo que a menudo puede ser un proceso muy difícil. Eso incluye obtener documentación sobre la identidad judía, viajar al consulado más cercano para entrevistas (usualmente más de una vez), saldar todas las deudas, despedirse de amistades y familiares, y finalmente viajar al aeropuerto ese día tan esperado para partir hacia Israel. Todo podría tomar varios meses, y hasta años.
El sueño de mudarse a Israel es ciertamente muy emocionante, pero el camino luego puede ser largo y desalentador antes de que se haga realidad. Nosotros ayudamos a los olim (nuevos inmigrantes) durante cada paso, animándoles en su camino. El Señor prometió estar con ellos, y ha permitido que nosotros seamos parte de ese proceso. El Señor dijo: «Conduciré a los ciegos por un camino que no conocen, por sendas que no conocen los guiaré; cambiaré delante de ellos las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas haré, y no las dejaré sin hacer» (Is. 42:16).
Los hijos de Samuel hicieron aliyá hace varios años, y recientemente él y su esposa también comenzaron a recopilar los documentos necesarios para evidenciar su descendencia judía y reunirse con ellos en la Tierra Prometida. Durante ese proceso, la esposa de Samuel se enfermó de gravedad. Ella no logró recuperar la salud, y su muerte súbita destrozó emocionalmente a Samuel. Sin esposa e hijos, Samuel también enfrentó grandes retos financieros. Todo el dinero que había ahorrado para mudarse a Israel lo tuvo que gastar en tratamiento médico para su esposa, en su funeral y en otras cosas.
Samuel luego fue diagnosticado con cáncer. Le hicieron una cirugía y recibió una dosis de quimioterapia. A pesar de esos obstáculos, nuevamente determinó mudarse a Israel. Continuó procurando los necesarios documentos para obtener su visa israelí y reunirse con sus hijos. Representantes en la Agencia Judía le contaron a Samuel sobre nuestros colaboradores de este trabajo de rescate en Moldavia llamado Ezra International. Cuando conocieron a Samuel y le informaron que le ayudaríamos, estalló en llanto. «Yo quisiera expresarles mi enorme y sincera gratitud por esta ayuda financiera,» escribió Samuel en una nota al personal en Moldavia. «¡Que Dios les bendiga en este trabajo!»
Samuel ahora se encuentra en Israel con sus hijos, y oramos para que el consuelo, la gracia y la bendición del Señor sean sobre él a medida que disfruta de su familia y ve la fidelidad de Dios, quien le trajo a la tierra que prometió dar a sus antepasados.
Genya miraba por la ventana en silencio mientras se despedía de la ciudad donde había vivido una larga y feliz vida. Ella sabía que se iba para siempre y que nunca regresaría. Había nacido en Odessa, Ucrania dentro de una familia judía. Sus padres eran de clase humilde, pero muy buenos y amorosos. Genya recordaba:
“A mi madre le gustaba cantar. Conocía muchas canciones. Nos despertaba cada mañana con una canción, y nos acostaba a dormir con una canción. Tenía un alma transparente y buena. Siempre era la primera en ayudar. Todos la amaban. A mí también me gusta cantar, y conozco muchas canciones. A los 18 años de edad, me casé con un buen muchacho, humilde y modesto. Viví con mi esposo 52 años. Éramos muy felices, y casi nunca tuvimos conflictos. No teníamos mucho dinero, pero usábamos nuestros ahorros en vacaciones y viajes. Viajamos a muchos países de la antigua Unión Soviética.”
“Entonces nuestro hijo, Valery, llegó a la familia. Él fue nuestro único hijo. Mi hijo se mudó a Israel hace 12 años. Nosotros también pensábamos mudarnos, pero mi esposo se enfermó y murió hace un mes. Mi salud ha deteriorado, mis pies me comienzan a fallar, y he comenzado a sentirme débil. Ya he enterrado a todos mis familiares; sólo me queda vivo un primo. Mi hijo vino de Israel para ayudarme a hacer la mudanza. Nunca hubiese podido hacer los preparativos por mí misma. Gracias a todos los que nos ayudaron.”
Nuestros colaboradores de Ezra International fueron al aeropuerto y cuidadosamente ayudaron a Genya subir a una ambulancia para llevarla al avión. Ahora ella puede vivir el resto de sus días en su tierra con su hijo.
Yeshúa (Jesús) dijo que cuando ayudábamos «a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron» (Mat. 25:40). Cada vez que ayudamos a alguien como Samuel o Genya, recuerdo lo que dijo Yeshúa y nuevamente entiendo que estamos bendiciendo el corazón de Dios. Muchas personas más como Samuel y Genya necesitan de nuestra ayuda. Quizás Dios le esté hablando al corazón para que se una a Él en este gran esfuerzo de los últimos tiempos. El costo promedio por rescatar a una persona judía es de $400. Su donativo brindará esperanza y una nueva vida a alguien a quien Dios ama profundamente.
Bendiciones desde Israel,
Rebecca Brimmer
Presidenta Ejecutiva Internacional
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