Muchos me han pedido que les describa cómo es mi día típico en Israel. Aunque soy presidenta ejecutiva de nuestra organización, mis días son bastante variados. Es cierto que paso mucho tiempo en mi escritorio escribiendo y planificando cosas. También paso mucho tiempo en reuniones con otros directores, miembros de la junta y equipo supervisor en distintas actividades de resolución de problemas, mentoría y dirección. Pero antes de Rosh HaShaná (Año Nuevo Judío), siempre separo tiempo de mis actividades ordinarias para unirme a nuestro equipo de distribución, que hace entrega de regalos especiales para los días festivos. Es una tremenda bendición ministrar el amor de Dios al pueblo de Israel por medio de nuestras acciones prácticas. Este año, experimenté lo que los miembros de nuestro equipo experimentan todos los días. Así describo mi experiencia durante esa semana tan especial:
Hoy abracé a un sobreviviente del Holocausto. Ayer consolé a una madre que sufría. Previamente en la semana hablé con un grupo de muchachitas adolescentes sobre cómo llegué a amar a Dios y a Israel. Fue una semana de muchas bendiciones, mientras distribuíamos regalos para ayudar al pueblo judío durante sus celebraciones de otoño (descritas en Levítico 23). Ese es el llamado que Dios ha hecho a Puentes para la Paz, y somos muy bendecidos en obedecerle todos los días. Sí, nuestro equipo de voluntarios toca, consuela, ama, suple las necesidades y comunica nuestro amor cada día.
Entregamos regalos a 200 sobrevivientes del Holocausto esta semana de las fiestas. Un pequeño grupo fue a entregarles cestas de alegría, y fuimos recibidos con música. Diecinueve sobrevivientes del Holocausto nos cantaron música folclórica en ruso y hebreo. Luego me pidieron que hablara. Les describí el trabajo de Puentes para la Paz. Dije: “No puedo remover el dolor que ustedes sufrieron en el pasado, pero espero poder darles un poco de alegría para su futuro.” Ellos no querían que nos fuéramos. Nos decían: “Una canción más,” y juntos cantamos y disfrutamos más música. La persona más anciana del grupo era una mujer de 95 años, quien quería bailar. Sus amigas le decían que se quedara sentada, pero ella estaba decidida. La ayudamos a ponerse en pie y la sostuvimos mientras se movía al ritmo de la canción. Antes de que se sentara, le di un cálido abrazo. Pude sentir sus frágiles brazos mientras me abrazaba. El amor de Dios fue compartido en ese momento de cariño.
Durante las mismas fiestas, 400 familias en nuestro Programa de Niños Escolares recibieron comida. El alcalde de Kiryat Ekron se unió a la celebración de niños y maestros, mientras distribuíamos sacos de alimento a sus familias. Él compartió, yo compartí, los niños compartieron. Todos fuimos muy conmovidos. Luego, una madre judía con cuatro hijos se me acercó con ojos casi en lágrimas. Me dijo: “Mi esposo no ha podido trabajar por un año y medio. Ustedes salvaron nuestras vidas. Voy a llorar; estoy tan conmovida por sus acciones. Ustedes han quitado una gran carga de mis hombros al ayudar a mis hijos.” Entonces verdaderamente lloró. La estreché entre mis brazos, comunicando el amor de Dios en otro cálido abrazo.
Previamente esa semana, la directora escolar Beverly Gribetz nos dio la bienvenida a una escuela de adolescentes en Jerusalén. Me dijo: “Quiero que compartas tu experiencia con todas las jóvenes.” Compartí mi historia personal sobre mi amor a Dios y al pueblo judío, mientras Beverly me traducía. Luego, muchas adolescentes se acercaron para darme las gracias. Se sintieron tocadas por la narración de una adolescente que obedeció el llamado de Dios y, con Su ayuda, actualmente ayuda a tantas personas en Israel. Me expresaron su profunda gratitud por la ayuda que reciben por medio del Programa de Niños Escolares.
Cada mes tocamos los corazones de miles en Israel, además de ancianos en la antigua Unión Soviética. Demostramos nuestra fe por medio de nuestras obras y palabras de amor.
Sus donativos hacia Puentes para la Paz hacen posible que continuemos construyendo estos puentes de amistad, amor y respeto entre personas judías y cristianas. Sus regalos hacen posible que alimentemos a 22,000 personas cada mes. Sus regalos nos dan la oportunidad para compartir muchos abrazos, sonrisas y lágrimas de gozo. Juntos, brindamos esperanza hacia un futuro repleto del amor y gozo de Dios. Su regalo no es un mero cheque impersonal enviado a una organización distante. Representa sus propios abrazos, su propia sonrisa y sus propias manos en ayuda a los necesitados.
Las finanzas han sido lentas este año. Algunos de nuestros fondos están gastados. Necesitamos un impulso especial antes de terminar el año. Por favor, considere hacer un donativo adicional para que podamos continuar tocando al pueblo de Israel con el amor cristiano.
Bendiciones desde Jerusalén,
Rebecca J. Brimmer
Presidenta Ejecutiva Internacional
Photo Credit: Michio Nagata/bridgesforpeace.com
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