Con los pulmones ardiendo y el rostro empapado de sudor, Max llevó a su hijo autista León, de cuatro años, a la frontera entre Ucrania y Moldavia. Los ojos de Max mantenían una mirada fija de desesperación mientras la frontera se acercaba. ¿Podría su familia llegar a un lugar seguro?
Tatiana, la esposa de Max, intentó seguir el ritmo decidido de su marido. Recordó el momento en que su marido le dio la triste noticia de que tenían que huir del ataque ruso. Las ensordecedoras explosiones de las bombas y los gritos de sus vecinos quedarían grabados para siempre en su mente. Tatiana captó una mirada en blanco de su hijo, quien le devolvió la mirada. Sonriendo débilmente, ella arregló la correa de la pesada mochila que colgaba de su hombro. Las lágrimas corrían por su rostro al recordar cómo su precioso León soportó noches de insomnio mientras las bombas caían sobre su vecindario. Como no tenían acceso a un refugio antiaéreo, Max, Tatiana y León se habían quedado en el pasillo de su edificio de apartamentos, Tatiana cantándole a su hijo mientras le acariciaba la cabeza. Ahora, con la esperanza en el horizonte, trató de ignorar el peso de la maleta que llevaba y el dolor en las piernas por la caminata de 10 kilómetros (6.2 mi). Habían abandonado su coche en una fila interminable de vehículos mientras un mar de refugiados intentaba escapar de su amada Ucrania.
En medio de la violencia y el dolor que los rodeaba, tenían esperanza de una nueva vida. Max y su familia eran judíos ucranianos y la devastación de la guerra había despertado en ellos la realidad de que les esperaba otro hogar: Israel, la patria de sus antepasados. Sabían que serían atendidos si pudieran cruzar la frontera de manera segura y llegar al puesto de ayuda israelí. Max podía ver la bandera israelí más allá del puesto de control fronterizo. Un soldado ucraniano se acercó lentamente a ellos, exigiendo pasaportes, y Max ensayó mentalmente lo qué iba a decir. Miró a Tatiana con tranquilidad y luego besó a León en la mejilla. ¿Podrían cruzar juntos como familia? ¿Cómo sobrevivirían en Israel? Lo habían perdido todo. ¿Habría alguien allí que los amaría y apoyaría? Max sólo podía orar para que Dios los llevara a su antigua tierra natal y enviara a alguien para ayudar a su desesperada familia.
Max, Tatiana y León llegaron a Israel. Llegaron con sólo unas pocas bolsas llenas de ropa y recuerdos familiares. Todas sus preguntas sobre lo desconocido fueron respondidas milagrosamente gracias al amor y apoyo de Puentes para la Paz. Sin embargo, muchos valiosos judíos ucranianos permanecen mientras la guerra continúa ardiendo. En realidad, está creciendo en intensidad y destrucción. El conflicto también ha impactado a los 170,000 judíos de Rusia, de donde decenas de miles están desesperados por irse.
Puentes para la Paz representa a miles de cristianos de todo el mundo que apoyan al pueblo judío y al Estado de Israel. Hemos sido llamados a permanecer en la brecha como un faro de luz en esta hora oscura. Ofrecemos esperanza a este pueblo judío que se siente abandonado y traumatizado. Nos hemos movilizado para ofrecer ayuda vital a miles de refugiados judíos que han llegado a las costas de Israel. Hemos ayudado a traerlos a Israel, donde sigue acechando la necesidad de asistencia. Estos refugiados judíos han llegado sin ropa, alimentos, dinero ni vivienda adecuados. Sin embargo, sabemos que Dios nos ha llamado a marcar la diferencia (Fil 4:13), a asumir esta tarea con alegría y derramar el amor de Dios en sus vidas.
Por favor recuerda a los muchos refugiados judíos como Max, Tatiana y León. ¿Te unirás a nosotros para impactar más vidas y traer luz a sus corazones? Consideramos una bendición que cristianos como tú y yo podamos ser quienes derramemos este amor sobre aquellos a quienes Dios llama “la niña de sus ojos” (Zac 8:2; Mt 25:35-36). Este pueblo ha caminado por valles de sombra de muerte (Sal 23:4) y sabemos que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es quien los ha guiado y protegido.
Isaías declaró palabras de consuelo al pueblo judío de su época, prometiendo que llegaría un momento en que el Señor reuniría a Su pueblo de regreso a la Tierra desde los confines de la tierra. «No temas, porque Yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te reuniré. Diré al norte: “Entrégalos”; y al sur: No los retengas”. Trae a Mis hijos desde lejos y a Mis hijas desde los confines de la tierra» (Is 43:5-6).
La Biblia deja claro que los creyentes gentiles en el Dios de Israel desempeñarán un papel en esta reunión. ¡Estamos viendo esa realización en nuestros días! Te pedimos que no ignores este llamado divino, sino que ores y que dones financieramente para rescatar a los judíos de Ucrania y Rusia y para derramar el amor de Dios sobre sus nuevas vidas en Israel. ¡Te necesitamos!
Shalom,
Rvdo. Peter Fast
Presidente Ejecutivo Internacional
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