Pocas cosas son tan devastadoras para los padres que ver con impotencia cómo la pobreza priva a sus hijos de felicidad y éxito. Es un hecho verídico que niños que viven en pobreza tienen menos probabilidad de sobresalir académica o socialmente. Esos mismos niños tienen mayor probabilidad de exhibir problemas de conducta, concentración y hasta depresión.
En Israel, según un informe publicado en diciembre de 2014, el 35.1% de los niños israelíes vive en pobreza, mientras que el 25% se acuesta de noche con hambre. Eso significa que casi un millón de niños israelíes enfrenta un futuro incierto, lucha por mantenerse a la par con sus compañeros de clase, y quizás se vea forzado a abandonar la escuela y trabajar para que su familia pueda sobrevivir. Muchos de esos niños y sus familias son inmigrantes que llegaron a Israel con nada excepto el sueño de alcanzar una vida mejor. A menudo, hacen aliyá (inmigración) desde países donde experimentaban los horrores del antisemitismo, y esperan que sus hijos tengan una feliz y exitosa niñez que ellos mismos nunca tuvieron. Esperan que puedan alcanzar la adultez con la educación, las destrezas y la confianza de ser ciudadanos productivos en la Tierra de Israel. Muchos, sin embargo, encuentran que la vida en su nuevo hogar es más difícil de lo que esperaban, y su sueño resulta inalcanzable.
Por medio de nuestro Programa de Niños Escolares, Puentes para la Paz hace posible que la vida de esos niños sea diferente. Por medio de sus generosos donativos, los cristianos brindan esperanza y felicidad a niños que de otra manera se quedarían sumidos en el ciclo de pobreza, privados de la oportunidad por alcanzar su máximo potencial dado a ellos por Dios. Aunque pudiese ser difícil imaginar cuánto impacto representa este programa en la vida de los niños, la siguiente carta del director de una de las escuelas donde opera nuestro Programa de Niños Escolares les puede dar alguna idea:
«Queridos Amigos: Gracias por el apoyo del Programa de Niños Escolares de Puentes para la Paz a nuestra escuela secundaria en Jerusalén. La generosidad de cristianos como ustedes produce un profundo impacto inmediato y duradero en nuestros estudiantes y sus familias. Debido a su compromiso, 50 estudiantes en los grados de 7-11 reciben un almuerzo caliente y nutritivo cada día. Su apoyo también cubre los gastos de libros escolares y una canastita llena de golosinas para alegrarlos en su cumpleaños.
Para las jovencitas que provienen de hogares limitados por la pobreza, el Programa de Niños Escolares significa que pueden ser como todas las demás jóvenes. Durante sus años de adolescencia, cuando luchan por no verse diferente a sus pares, el Programa de Niños Escolares les ayuda a no carecer de libros o ausentarse a actividades especiales los sábados. La bondad de los donantes les da dignidad, fortaleza y un sentido de pertenencia.
Débora, una inmigrante etíope de décimo grado, es una de esas estudiantes. Ella es una de entre tres hijos, y sus padres llegaron a Israel hace una década para construir una vida mejor para sus niños. Pero al igual que otros inmigrantes etíopes, han tenido enorme dificultad integrándose a la sociedad israelí. El padre de Débora trabaja como empleado de limpieza y su madre está desempleada. Ellos viven en gran estrechez económica.
En febrero, nuestro administrador acompañó a Débora a una conferencia celebrada por el Ministerio de Educación en Jerusalén que analizaba el tema de razones por las que muchos inmigrantes etíopes abandonan las escuelas religiosas para asistir a escuelas no-religiosas. Habían pedido a Débora que comparta su historia personal con los presentes.»
La carta continúa explicando que le hicieron muchas preguntas sobre su experiencia como inmigrante y cómo se sentía a consecuencia del discrimen o trato inferior debido a su trasfondo étnico y social. Ella respondió que las preguntas no le hacían sentido porque ella era tratada como los demás en su escuela. Nunca se sentía excluida o despreciada, y sus maestros esperaban de ella como de los otros estudiantes. El director continúa escribiendo:
«Luego de salir de la sala de conferencia, nuestro administrador explicó que Débora pertenece al Programa de Niños Escolares de Puentes para la Paz. Por lo tanto, a pesar de sus diferencias y lo que muchos considerarían ser desventajas, como el color de su piel, su estatus de inmigrante y las dificultades socioeconómicas de su familia, Débora no se sentía diferente a sus pares. Ella almuerza con sus amigas, es parte del sistema académico, tiene los mismos libros y disfruta de las mismas actividades extracurriculares.
El Programa de Niños Escolares permite que estudiantes como Débora se sientan a gusto. Les otorga la libertad de tener una experiencia escolar exitosa durante una edad en que procuran ser como los demás. Débora luego pasará a servir en el ejército israelí. Ella también podrá ir a la universidad. También podrá contribuir a una fuerte y democrática nación israelí.»
Estudiantes como Débora, que participan en nuestro Programa de Niños Escolares, reconocerán que pueden tener éxito en la vida gracias a personas cristianas como usted, cristianos que se interesan por ellos, que les brindan esperanza, dignidad y una oportunidad para triunfar. Por favor, considere auspiciar a un niño por un año, o quizás se pueda unir a otros en su Iglesia o grupo de estudio bíblico. El auspiciador se compromete a donar $65 por mes durante un año entero. Aún un regalo único podrá hacer gran diferencia. Enviaremos a los auspiciadores una foto e información del niño para que pueda orar por sus necesidades específicas.
Su amor, sus oraciones y su apoyo financiero pueden brindar esperanza a un niño en Israel. Cada donativo es una inversión en la vida de un niño y en el futuro de Israel. No puede haber mayor bendición que esa.
Bendiciones desde Israel,
Rebecca Brimmer
Presidenta Ejecutiva Internacional
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