Zacarías 10:1 comienza con estas palabras: “Pidan lluvia al Señor.” ¡La lluvia es un ingrediente absolutamente esencial para la vida! Sin ella, todo muere. Sin lluvia no habrá cultivos, ni comida ni sustento. Hoy le pido al Señor que llueva. Le pido al Señor Su provisión. Cuando Jesús (Yeshúa) enseñó a Sus discípulos a orar, incluyó la frase: “Danos hoy el pan nuestro de cada día” (Mateo 6:11). Yo también le pido al Señor provisión para poder seguir alimentando a los necesitados de Israel. Tenemos 22,140 personas sentados a la mesa de Puentes para la Paz. Con el aumento en los precios de alimento, tendremos que colocar menos comida en la mesa o tendremos que invitar a menos personas para cenar. Pero ese no es nuestro deseo. Ese no es el deseo de nuestro Padre Celestial. Miles más piden comer de nuestra mesa: viudas, huérfanos, sobrevivientes del Holocausto, niños y nuevos inmigrantes. Hoy no podemos invitarlos. Por lo tanto, pido al Señor por lluvia.
Mientras me criaba en los Estados Unidos, noviembre era mi mes favorito debido a mi fiesta favorita: el Día de Acción de Gracias. Toda la nación se detiene para dar gracias a Dios. Se reúnen las familias, se da gracias y se festeja con un gran banquete, también recordando a los menos afortunados. Muchas iglesias sirven comida a los necesitados. Me encanta todo respecto a esta fiesta. Mientras evalúo mi vida, cuento mis bendiciones: Tengo un techo sobre mi cabeza. Tengo abundante comida de buena calidad en mi mesa. Tengo ciertos lujos como un automóvil, productos electrónicos, una lavadora de ropa y un lavaplatos. Tengo la bendición de poder compartir mis bendiciones con otros. Esta Día de Acción de Gracias participarán 14 jóvenes adultos en mi mesa desde todas partes del mundo. Qué bendición poder compartir la generosidad de Dios con otros. He recibido Su lluvia.
La mayoría de las personas en el Occidente son adineradas, según los estándares del resto del mundo. Si tenemos comida todos los días y un lugar donde refugiarnos, somos envidiados. Si tenemos un automóvil, somos vistos como ricos. ¿Por qué Dios nos ha bendecido tanto? ¿Es para que nos jactemos? ¿Es para que podamos ser más ricos? No lo creo. Creo que Él nos bendice con abundancia para que compartamos con los demás.
Elisheva es una madre soltera de cuatro hijos que sufre del síndrome de intestino irritable. Dos de sus hijos tienen diabetes. Su esposo abandonó a la familia después de que el segundo hijo fuera diagnosticado con la enfermedad. De repente, Elisheva se vio en la necesidad de mantener a su familia de cuatro hijos sola, además de obtener la atención médica para ella y sus dos hijos enfermos. Poco después de que su esposo la dejara, una trabajadora social se involucró en su situación. La trabajadora social la ayudó a solicitar apoyo gubernamental, pero ni siquiera eso era suficiente para pagar la renta. La vida de Elisheva repentinamente cambió. Necesitaba mudarse a un apartamento más económico para pagar el alquiler, la electricidad y las facturas médicas. ¿Cómo podría alimentar a una familia de cinco encima de eso? Es nuestro privilegio poder ayudar a esta familia, y a miles más en situaciones semejantes, con los alimentos que damos cada mes.
Cuando usted dé gracias a Dios por todo lo que le ha dado, ¿compartirá esa abundancia con otros? Muchos como Elisheva dependen de nuestra ayuda en Israel. ¿Compartirá su bendición hoy? Por sólo US $25, podemos proporcionar un saco de alimentos básicos a una familia en necesidad. ¿Consideraría usted incluir al proyecto de Alimentos de Puentes para la Paz en su presupuesto mensual? ¿Puede separar $25 al mes para bendecir al pueblo de Israel? Juntos, podremos invitar a muchos más a sentarse a nuestra mesa. Juntos podremos mostrar el amor y la misericordia de Dios al pueblo de Israel.
Dios funciona en un ciclo de bendiciones. Él nos bendice para que podamos dar a los necesitados. Cuando lo hacemos, Él promete darnos más bendiciones. ¡He aprendido que es imposible dar más de lo que Dios nos da! “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el SEÑOR lo librará…y será bienaventurado sobre la tierra…” (Sal. 41:1–2). ¡O Señor, manda Tu lluvia de bendiciones!
Bendiciones desde Israel,
Rebecca J. Brimmer
Presidenta Ejecutiva Internacional
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