Todo el camino a casa

agosto 1, 2023

Las lágrimas de Julia comenzaron a fluir en el momento en que llegó nuestro equipo. Avergonzada, se limpió las mejillas. «Está bien», dije. «Puedes llorar». Y así lo hizo.

Las lágrimas caían de sus ojos cuando Julia —flanqueada por sus hijos: Lev de 18 y Jaim de 13 años— vio a los voluntarios de Puentes para la Paz llenar su apartamento vacío con regalos. Primero vino una mesa de comedor y luego una cama para Jaim, seguida de un sofá cama para reemplazar el delgado colchón en el que dormía Julia en la sala. Pronto, la cocina se llenó de utensilios de cocina, batería de cocina y utensilios de limpieza. Las sábanas limpias cubrían las camas. Las bolsas de comestibles se alineaban en la pared. Las alfombras coloridas y chucherías de buen gusto completaron el cuadro. Una nueva computadora portátil y un televisor fueron la cereza del pastel.

En menos de una hora, lo que una vez fueron tres diminutas habitaciones vacías se convirtió en un hogar acogedor para Julia, Lev y Jaim; un nido donde pueden sanar del trauma que sufrieron en la Ucrania devastada por la guerra y comenzar a construir una nueva vida en Israel.

En marzo, Julia se vio obligada a tomar una decisión inimaginable. Israel parecía un refugio de guerra para esta preciosa familia judía, pero huir de Ucrania significaba dejar atrás al esposo de Julia: Dmitriy, y a su hijo mayor: Matvey, de 19 años, ya que los hombres mayores de 18 años no pueden irse. «¿Cómo puede tomar esa decisión una madre?» Julia meneó la cabeza. «Finalmente, Matvey me convenció. Por sus hermanos», dijo.

Julia, Lev y Jaim cruzaron la frontera hacia Polonia cuatro días antes del cumpleaños número 18 de Lev; cuatro días antes Lev se habría visto obligado a quedarse atrás para ayudar a defender Ucrania contra los rusos. Días después, aterrizaron en Israel.

Aunque habían escapado de la guerra, Julia ahora enfrentaba una batalla diferente. «Me quedé despierta por la noche, preguntándome dónde viviríamos y cómo alimentaría a mis hijos», compartió.

Empezar de nuevo en Israel es mucho más difícil de lo que ella esperaba, admitió Julia. «Mi amiga se fue a Alemania», compartió. «Ella me pide que me vaya para allá, que la vida es fácil y asequible. Pero somos judíos», dijo, levantando la barbilla. «Israel es el único lugar para el pueblo judío».

Chaim (left), Julia (center) and Lev (right) with our team in their new home

Jaim (izq.), Julia (centro) y Lev (der.) con nuestro equipo

Cuando Julia recibió la noticia de que queríamos ayudar a amueblar su apartamento vacío, su primera reacción fue de miedo. «No entendí. ¿Qué tendría que dar a cambio? Entonces pensé que traerían las cosas viejas y rotas que otras personas ya no querrían. ¿Pero esto?», ella se rió, ahora le brillaban los ojos, «Nunca esperé esto. Nadie me creerá. Tendré que enviar fotos como prueba».

En menos de una hora, el destino de esta preciosa familia cambió de un miedo persistente, que dejó a Julia dando vueltas sobre un colchón en el piso de la sala, a un fundamento estable para construir una nueva vida. Gracias al amor profundo de los donantes cristianos, esta familia tiene futuro. Jaim ahora ha comenzado la escuela, mientras que Julia y Lev están tomando lecciones de hebreo. Lev quiere unirse a las Fuerzas de Defensa de Israel tan pronto como hable hebreo con fluidez. Y los fines de semana, los tres suben al autobús y se dirigen a la playa. Viven con la esperanza de que algún día Dmitriy y Matvey puedan venir a Israel. Este es su hogar ahora, dijo la familia.

Mientras que nuestro equipo se preparaba para partir, Julia nos dijo: «Creo que estamos viviendo tiempos en los que las profecías de Dios se están cumpliendo, cuando Dios está uniendo a judíos y cristianos». No podríamos estar más de acuerdo.

El resto del viaje

Como cristianos, es nuestro privilegio asociarnos con Dios mientras reúne al pueblo judío de los cuatro rincones de la tierra y los trae de vuelta a la tierra de su promesa, tal como dijo que lo haría. Pero llegar a Israel es solo la primera parte del viaje a casa.

Muchos nuevos olím (inmigrantes a Israel) llegan sin nada y deben pasar meses aprendiendo hebreo antes de que alguien los emplee. Al igual que Julia, muchos se quedan despiertos por la noche, preguntándose cómo alimentarán a sus familias. ¿Te imaginas enfrentarte a estos desafíos después del trauma de la guerra, después de dejar todo lo familiar y a todos tus familiares atrás y mientras intentas descubrir la cultura y la forma de vida en un país extranjero?

Como cristianos, es nuestro privilegio asociarnos con Dios para llevar Su luz del amor y compasión a las vidas de estos nuevos olím. Tu donativo a nuestro ‘Fondo para Nuevos Inmigrantes’ los ayudará a poner comida en su mesa, cubrir los costos de transporte, enviar a los niños a la escuela y, por fin, dormir por la noche. Pero más que eso, tu regalo les mostrará que no están solos, que los cristianos que nunca antes los han conocido se preocupan por ellos y quieren verlos triunfar. ¿Considerarías en oración hacer un donativo generoso hoy para ayudar a guiar a estos nuevos olím de regreso a casa?

Bendiciones desde Jerusalén,

Rvdo. Peter Fast

Presidente Ejecutivo

 

Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz