104.23
Un terrorista de Hamás en el funeral del miembro del consejo de Hamás Ghazi Abu Tamaa, en la mezquita Al-Hajj Musa en Khan Yunis, Gaza, el 4 de febrero de 2025.
Este último año y medio ha sido una profecía cumplida para Hamas. Quienes han afirmado que Hamás no podía ser derrotado tenían razón, sólo porque las reglas del enfrentamiento se establecieron para garantizar su supervivencia del grupo terrorista. Pero esas reglas pueden estar a punto de cambiar, ahora. O al menos lo harán, si el Estado judío aprovecha dos factores que podrían alterar el equilibrio de poder, entre él y los terroristas genocidas que pretende destruir.
El cambio de poder en Washington y la impactante explotación del acuerdo de alto al fuego por parte de Hamás, que tanto indignó al público israelí, le han dado al primer ministro Benjamín Netanyahu, la oportunidad de restablecer ese acuerdo de una manera que podría liberar a todos los rehenes o, conducir a la desaparición de Hamás. La pregunta es: ¿tiene suficiente apoyo de su propio pueblo para hacerlo?
Ese es el contexto del anuncio del fin de semana pasado, de que Israel estaba deteniendo la entrada de bienes y suministros humanitarios a la Franja de Gaza hasta que Hamás, acepte el marco para un acuerdo de segunda fase en los términos propuestos por la administración Trump. El objetivo es establecer una negociación que logre al menos, uno de los dos principales objetivos de guerra de Israel: liberar a todos los rehenes restantes tomados por los palestinos, el 7 de octubre y erradicar a Hamás.
El problema con esos objetivos es que son mutuamente excluyentes.
¿Se le permitirá a Hamás ganar?
La única manera de recuperar a todos los rehenes es, asintiendo a un acuerdo que signifique la retirada total de Israel, de Gaza. A pesar de los diversos planes que se barajan sobre lo que sucederá, en la Franja después de que terminen los combates. Eso significa que Hamás saldrá de la guerra no sólo con vida, sino que seguirá teniendo el control de su feudo en ruinas.
Al mismo tiempo, la única manera de derrotar por completo a Hamás —algo difícil pero no imposible— implica una decisión por parte de Jerusalén de que su esfuerzo bélico, no puede ser tomado como rehén junto con los israelíes que aún están en poder de los terroristas.
Esto es muy obvio, aunque Netanyahu o la administración Trump no lo reconocen. Sin embargo, el corte de la ayuda es una señal de que el gobierno de Israel finalmente, está empezando a actuar como si no estuviera comprometido a luchar contra Hamás, con una mano atada a la espalda.
Una victoria incompleta
Las Fuerzas de Defensa de Israel [FDI] ya destruyeron las formaciones militares organizadas de Hamás; mataron a gran parte de su liderazgo; y demolieron una parte considerable de su infraestructura, tanto en la superficie como en los cientos de kilómetros de túneles que había construido en el enclave costero. Pero cuando en enero se llegó a un acuerdo de alto al fuego y la liberación de rehenes, que puso fin a los combates, también quedó claro que el grupo islamista, que había gobernado Gaza como Estado palestino independiente en todo, salvo en el nombre, desde 2007, estaba lejos de ser erradicado.
Las constantes advertencias de la administración Biden, que exigía a Israel que evitara las bajas civiles en Gaza, incluso, si eso significaba dejar escapar a los terroristas, eran una parte del problema. Esas advertencias no podían ignorarse por completo, porque estaban respaldadas por amenazas de detener el suministro de cargamentos de armas vitales, así como la lentitud de las entregas de los cargamentos que se permitían enviar a Israel.
La otra parte era que incluso, mientras luchaba contra el grupo islamista, además de sus aliados y colaboradores extranjeros, Israel se vio obligado a hacer algo sin precedentes en la historia de la guerra: ayudar a la población civil bajo el control de sus enemigos. Además, lo hizo sabiendo que gran parte de los alimentos, combustible y otros suministros que se enviaban a Gaza diariamente, terminaban en manos del mismo grupo que inició la guerra con atrocidades indecibles el 7 de octubre.
A pesar de haber sido falsamente acusadas de crímenes de guerra e incluso, de haber cometido “genocidio” en Gaza, las FDI llevaron a cabo combates urbanos en una situación en la que sus enemigos intentaron deliberadamente, que mataran a su propio pueblo. Lo hicieron luchando alrededor e incluso debajo de ellos, en túneles y búnkeres bajo hospitales, escuelas, mezquitas y viviendas civiles. Incluso teniendo en cuenta que las estadísticas de víctimas proporcionadas por Hamás eran exageraciones descabelladas, aproximadamente la mitad del número de muertos en Gaza incluía a Hamás y a los combatientes de otros grupos terroristas. Más aún, cuando se comprende que aproximadamente el 80% de las muertes fueron miembros de Hamás o sus familias, está claro que las acusaciones contra las FDI eran falsedades absolutas.
Un alto al fuego peligroso
Sin embargo, la capacidad de Hamás para mantener su número muy reducido es el resultado de la presión ejercida sobre Israel por una administración Biden cuyo principal interés era poner fin a la guerra a cualquier precio, incluso si eso significaba que los terroristas salieran triunfantes.
Igualmente importante es que los términos del acuerdo de alto al fuego/rehenes, que el equipo de política exterior del presidente Joe Biden elaboró con sus hipócritas socios qataríes, parecían conducir al mismo resultado. Y aunque el presidente Donald Trump se oponía a la existencia continua de Hamás y amenazaba con desatar “el infierno” en la región si no se liberaba a todos los rehenes antes de su investidura el 20 de ener, su deseo de que los disparos cesaran a tiempo para su juramentación, llevó a su enviado para Oriente Medio, Steve Witkoff, a aceptar esos mismos términos mientras impulsaba el acuerdo hasta el final, en los días previos a que Trump, por segunda ocasión tomara el poder.
Ese acuerdo condujo a la liberación de 30 rehenes. Pero mientras los israelíes y toda persona decente celebraban su regreso a casa, la situación también ha cambiado, al igual que las humillantes ceremonias que organizó Hamás para su liberación, incluida una celebración cuando se entregaron los cuerpos de los niños Bibas.
Netanyahu está bajo una enorme presión interna para que continuar llevar a cabo el rescate de los rehenes que quedan con vida, que pueden no ser más de dos docenas. También, se ha visto fortalecido por la indignación contra Hamás de no aceptar los mismos términos para una segunda fase del alto al fuego, que simplemente prolongaría el mismo proceso. Eso fortalecería aún más a los terroristas y los alentaría a creer que pueden seguir resistiendo, en medio de las ruinas de una guerra que ellos mismos iniciaron.
El factor Trump
La interrupción de la ayuda humanitaria representa, un cambio fundamental en la forma en que Israel trata a un enemigo, que no oculta su deseo de destruir al estado judío y cometer el genocidio de su propia población. Pone a Hamás sobre aviso de que pronto podría perder los estribos en la guerra, a menos que deje de ganar tiempo.
Eso sólo ha sido posible gracias a la victoria de Trump en noviembre pasado.
Europa y gran parte del mundo, siguen actuando como si Israel fuera el único país en el orbe, al que no se le permite luchar para ganar una guerra que se le impuso. Pero a diferencia de Biden, a Trump no le preocupa la opinión internacional sobre Gaza. Tampoco está obligado a evitar el apoyo incondicional a la guerra contra Hamás, por parte de una facción de su partido como sí lo hizo Biden, por parte de la base izquierdista de los demócratas, donde la hostilidad hacia Israel se ha generalizado. Trump quiere que se libere a los rehenes, pero también ha lanzado un plan no solo para expulsar a los terroristas, sino para reasentar a los habitantes de Gaza en otros lugares, y convertir la Franja en un centro turístico. Si Israel decide reanudar la guerra —la única manera de hacer eso o cualquier otro plan de posguerra que se base, en un gobierno que no sea de Hamás allí— no protestará ni seguirá defendiendo la fantasía de un Estado palestino como lo hizo Biden. De hecho, es probable que Trump aplauda una ofensiva israelí.
Los próximos días y semanas serán una especie de juego de gallinas, ya que Hamás e Israel estarán al borde de la guerra, y ambas partes se desafiarán mutuamente, a asumir la responsabilidad de hacer estallar las conversaciones de alto al fuego. La cuestión de cuál de ellos tiene más que perder con un resultado así, es un tema de debate. Netanyahu no puede permitir que Hamás sobreviva, pero tampoco puede ser visto como alguien que descarta la vida de los rehenes que quedan con vida. Hamás quiere retener a los rehenes porque mientras lo logre, seguirá pensando que está a salvo. Pero también sabe, que un Israel sin las trabas de la presión estadounidense podría significar su perdición.
Netanyahu ahora tiene muchas más armas para presionar a Hamás, que antes de enero. Al tener un socio en Washington, que no cree que Hamás sea una “idea” que no se puede derrotar, sino un grupo terrorista que se puede, y se debe erradicar; Netanyahu finalmente puede comenzar a librar una guerra contra él, de una manera que le permita lograr sus objetivos.
Una decisión de ese tipo traería más que antes, oprobio a Israel. Y es probable que eso alimente aún más el aumento del antisemitismo, que se está extendiendo por todo el mundo, por parte de quienes creen que un solo estado judío en el planeta; es demasiado. Pero si hay algo seguro es que Hamás no entregará a los rehenes restantes, a menos que conserve su poder y sus armas. Y eso es algo que ni Israel ni la administración Trump deberían aceptar.
Queda por verse si Netanyahu puede resistir la presión sobre él, para que deseche los sacrificios hechos por los soldados de Israel para asegurar, las vidas de los rehenes. Si lo hace, la razón principal no será un aliado estadounidense que no crea que se debe permitir, que una organización terrorista malvada se salga con la suya, con un asesinato en masa.
Jonathan S. Tobin es editor en jefe de JNS (Jewish News Syndicate). Síguelo: @jonathans_tobin
ENFOQUE DE ORACIÓN: Demos gracias al Señor por el cambio de actitud hacia Israel en la nueva administración estadounidense, reconociendo al mismo tiempo que el presidente Trump no es su salvador. Oremos por el primer ministro Netanyahu y el gabinete de seguridad, pidiendo que busquen la sabiduría solo en Dios y que no pongan su confianza en Estados Unidos. Oremos para que los líderes de Israel recuerden que solo Dios es soberano y es fiel para llevar a cabo Su Palabra y mantener el pacto que hizo con Abraham y sus descendientes.
VERSO BÍBLICO: “Porque el Señor ha escogido a Jacob para sí, a Israel para posesión Suya. Porque yo sé que el Señor es grande, y que nuestro Señor está sobre todos los dioses. Todo cuanto el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Él hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de Sus depósitos”.
– Sal 135:4-7 NBLA
Publicado en marzo 5, 2025
Fotografía por: Ali Hassan/Flash90/jns.org
Todos los logotipos y marcas registradas en este sitio pertenecen a sus respectivos propietarios. Todos los demás materiales son propiedad de Puentes por la Paz. Copyright © 2025.
Website Site Design by J-Town Internet Services Ltd. - Based in Jerusalem and Serving the World.