by: Nathan Williams, Director de Marketing y Comunicaciones
Durante siglos, el occidente —con Europa y Estados Unidos como eje central— ha dado forma al panorama político, económico y cultural del mundo. Sin embargo, vivimos en tiempos en los que el equilibrio del poder global está experimentando un cambio radical. El rápido ascenso de China, con su significativa influencia financiera a nivel mundial, está redefiniendo ese orden global. Y mientras el mundo presencia una transición del dominio occidental al auge del impacto oriental, China desea cada vez más desempeñar un papel fundamental en la determinación de la trayectoria futura de las relaciones internacionales y la gobernanza mundial, en particular en lo que respecta a Medio Oriente y al conflicto israelí–palestino.
Los tiempos están cambiando
En el pasado, la política exterior de Beijing se centraba en el crecimiento económico, las alianzas comerciales y la obtención de recursos para impulsar su rápido desarrollo. Sin embargo, China ha participado cada vez más en organizaciones multilaterales y ha propuesto nuevos marcos diplomáticos, como la ‘Iniciativa del Cinturón y Ruta’ y el BRICS, lo cual representa importantes implicaciones geopolíticas.
El BRICS es un bloque de cooperación económica formado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En enero, el bloque se amplió para incluir a Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Irán y Etiopía. El grupo fue creado para unir a las principales economías en desarrollo del mundo, en un intento de contrarrestar el dominio político y económico de las naciones más ricas de América del Norte y Europa occidental.
A medida que crece el poder económico del BRICS, también crece su ambición —impulsada por los miembros fundadores China y Rusia— de influir en la gobernanza mundial y resolver los conflictos regionales. Es preocupante que el presidente ruso, Vladimir Putin, haya invitado al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, a asistir a la cumbre del BRICS en Kazán en octubre de 2024. El embajador palestino en Moscú, Abdel Hafiz Nofal, anunció entonces a través de la agencia de noticias estatal rusa TASS que “Palestina” presentará su solicitud para unirse al BRICS después de asistir a la cumbre.
Mientras China y Rusia continúan expandiendo su influencia a través del bloque BRICS, Israel debe lidiar con un panorama geopolítico cambiante donde sus aliados tradicionales pueden ya no tener la misma influencia, lo que resulta en un mayor aislamiento en el escenario internacional.
Como uña y mugre
La creciente influencia de Pekín en el Medio Oriente añade una complejidad significativa a los desafíos de seguridad de Israel. La relación de China con Irán va más allá de la mera diplomacia y de conseguir un lugar en la mesa de los BRICS; se ha convertido en un salvavidas para el régimen iraní, en particular en un momento en que Teherán se enfrenta a sanciones globales agobiantes.
Las sanciones globales, encabezadas principalmente por Estados Unidos y sus aliados, han tenido como objetivo paralizar la economía de Irán en respuesta a sus ambiciones nucleares y su apoyo al terrorismo. Sin embargo, China ha socavado constantemente esas sanciones, brindando a Irán el apoyo económico que necesita para sostener su régimen. En un artículo reciente del Instituto Gatestone, el autor y comentarista político Gordon G. Chang explica que la compra de petróleo crudo iraní por parte de China representó alrededor del 90% de las exportaciones de la República Islámica el año pasado, convirtiéndolo en una fuente crucial de ingresos que ha mantenido a flote la economía iraní.
Tras el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, hizo un respaldo público a la soberanía y seguridad de Irán, señalando el apoyo tácito de Pekín al grupo terrorista respaldado por Irán.
Según Chang, China ha estado alentando a Irán a afirmar su influencia a través de sus aliados, incluido Hamás. Además, el suministro de armas y tecnología militar por parte de China a Irán aviva aún más el fuego en el Medio Oriente. Esas armas, a menudo canalizadas a través de Irán hacia sus aliados, se han utilizado contra objetivos israelíes.
Mientras China siga brindando apoyo económico y militar a Irán, Teherán seguirá teniendo la capacidad de desafiar a Israel tanto por medios directos como indirectos. Las consecuencias para Israel del apoyo chino a Irán son terribles y profundamente preocupantes.
Paz, paz pero no hay paz
Para colmo de males, el 23 de julio Beijing facilitó la firma de la ‘Declaración de Beijing’, un acuerdo de unidad entre 14 facciones palestinas, incluidos los rivales de larga data Hamás y Fatah.
La división entre Fatah y Hamás se produjo en 2007 debido a diferencias ideológicas y una lucha de poder tras las últimas elecciones palestinas de 2006. Fatah, un partido nacionalista secular, y Hamás, un grupo militante islamista, se enfrentaron por el gobierno, lo que llevó a Hamás a tomar el control de Gaza y a Fatah a mantener su autoridad, como AP, en la llamada Cisjordania.
El éxito de China en su labor de mediación entre los enemigos de Israel ha hecho sonar las alarmas. Un frente palestino reconciliado, especialmente uno que incluya a Hamás —una organización terrorista reconocida y comprometida con la destrucción de Israel— plantea una inmensa amenaza a la seguridad del estado judío.
Desde una perspectiva global y cambiante, la intervención de Beijing en la política palestina no puede considerarse una mera iniciativa diplomática. Las ambiciones de China de desafiar el dominio occidental en el Medio Oriente podrían desestabilizar la posición de Israel en una región ya volátil. Al posicionarse como mediadora, China busca generar poder blando y asegurar sus intereses, incluido el acceso a recursos energéticos vitales. Sin embargo, a largo plazo, estas acciones amenazan con desestabilizar aún más la región al empoderar con armas y finanzas, a facciones que son hostiles con Israel. Lamentablemente, parece que los motivos de Beijing van más allá de un simple deseo de paz. El papel de China en la reconciliación de Hamás y la Autoridad Palestina, sumado a su apoyo sostenido a Irán a pesar de las sanciones globales, presenta una amenaza significativa y creciente para Jerusalén.
Israel se enfrenta al enorme desafío de navegar en un entorno geopolítico en el que sus enemigos se están haciendo más fuertes y están más coordinados, al tiempo que la influencia económica de China a través del bloque BRICS y sus alianzas estratégicas con países como Irán amenazan con cambiar la dinámica del poder regional. La visión futura de China de un orden mundial más equilibrado es una en la que el estado judío lamentablemente puede encontrarse cada vez más marginado.
Publicado en octubre 30, 2024
Fotografía por: Prime Ministers Office/wikimedia.org
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