Los medios de comunicación tradicionales dicen que se supone que es sencillo. La guerra entre Israel y Hamás podría terminar en minutos. Los rehenes podrían volver a casa; el sufrimiento cesaría y todo volvería a ser como antes del 7 de octubre. Todo lo que se necesita es que el primer ministro Benjamín Netanyahu ceda un poco, que ceda en sus demandas. A juzgar por todas las manifestaciones, eso es lo que quiere el pueblo de Israel. Y después de casi un año de guerra, seguramente eso es lo que también quiere Hamás.
Ah, sí. Si hay que creer a los medios de comunicación tradicionales, Israel es una nación completamente indignada por el fracaso de su líder en llegar a un acuerdo con Hamás, quien a su vez, está deseando que vuelva la paz y, por lo tanto, está ansioso por ver a los rehenes sanos y salvos en casa; siempre que Israel pueda llegar a un acuerdo.
Pero no es tan blanco o negro como parece. De hecho, como sucede con todo en Oriente Medio, la situación es infinitamente más intrincada de lo que uno esperaría y bastante inmune, a las soluciones que parecerían lógicas para una mentalidad occidental.
Lo primero es lo primero, quiero ser clara. La nación de Israel se enfrenta a decisiones terribles. Independientemente de lo que elija Jerusalén, alguien saldrá lastimado. Pero Israel debe elegir. Hamás se aseguró de eso.
El ataque del 7 de octubre fue mucho más allá de la peor atrocidad infligida al pueblo judío desde el Holocausto. También acorraló a Israel, obligándolo a tomar algunas de las decisiones más terribles imaginables. El 7 de octubre, Hamás desencadenó la avalancha y después se retiró a la seguridad de sus túneles, para ver cómo sus civiles soportaban el peso de la represalia y se maravillaban de que el mundo condenara al Estado judío, como sabían que sucedería y como habían planeado que lo sucediera.
Además, el grupo terrorista está haciendo grandes esfuerzos para avivar las llamas de la guerra psicológica. A principios de este mes, el periódico alemán Bild expuso el contenido de documentos confidenciales, obtenidos de la computadora de un alto dirigente de Hamás; revelando la calculada estrategia del grupo terrorista para explotar a los rehenes, manipular a la opinión pública israelí y reconstruir sus capacidades militares; todo bajo el pretexto de las negociaciones de alto al fuego.
La estrategia, que al parecer fue aprobada personalmente por el líder de Hamás, Yahya Sinwar; implica abusar intencionalmente de los rehenes para apalancar su posición negociadora. También aboga por “ejercer presión psicológica sobre las familias de los [rehenes]… para que la presión pública sobre el gobierno enemigo aumente” y sembrar discordia entre el público israelí que aplique presión al gobierno a que acepte los términos de un acuerdo, y extienda un alto al fuego en beneficio de Hamás.
El documento revela además, que Hamás no está interesado en un final rápido de la guerra. Y aunque su “capacidad militar se ha debilitado”, la organización terrorista está planeando “reorganizar nuestras filas y capacidades militares”.
El documento también hace hincapié en presentar a Israel como el chivo expiatorio, con toda la responsabilidad del fracaso de las negociaciones. Si Israel rechaza un acuerdo presentado por EE.UU., “los medios deben saber que Hamás aceptó, pero que el acuerdo fracasó debido a la terquedad de Israel”. En ningún momento se debe considerar a Hamás como “responsable del fracaso de un acuerdo”, dice una traducción del documento.
Sin embargo, en lo que Bild describió como inusual, el documento no menciona a los civiles de Gaza; lo que subraya la cruel práctica de Hamás de usar a su gente como peones prescindibles para lograr su objetivo.
La estrategia de Hamás ha sido un rotundo éxito.
Tomemos como ejemplo al público israelí. La publicación gradual de fotos y videos de rehenes retenidos en Gaza; la ejecución a sangre fría de seis rehenes a fines de agosto; y la flagrante declaración pública de un portavoz de Hamás, que los rehenes serían asesinados si las Fuerzas de Defensa de Israel se acercaban a rescatarlos; han causado estragos en los corazones y las mentes de los israelíes, como Hamás sabía que sucedería; como Hamás planeó que sucedería.
Tengan en cuenta que la población israelí es pequeña, lo que significa que todos conocen personalmente a alguien retenido como rehén en Gaza. Esto no es algo que le sucede a otra persona en algún lugar. Esto es familia.
El dolor y la ira han dividido a Israel en dos bandos. Un bando responsabiliza al gobierno y a su líder Netanyahu, y sale a la calle para exigir un acuerdo (cualquier acuerdo) que permita a los rehenes regresar sanos y salvos a casa. Mientras los grandes medios de comunicación se centran en las manifestaciones, hay otro bando. Muchos israelíes ven la estrategia de Hamás y sostienen que un acuerdo a cualquier precio, podría salvar las vidas de los rehenes restantes, pero de una manera que garantizaría muchos más rehenes y víctimas israelíes en el futuro.
Sí, hay desacuerdo. Sí, hay división. Pero tal vez el dilema se pueda entender mejor si se lo analiza desde una perspectiva personal. Si fuera mi hijo, mi madre, mi padre o mi hermano el que estuviera en cautiverio, sin duda formaría parte de la sociedad israelí que presiona por un acuerdo de alto el fuego. Por otra parte, si fuera ciudadano de un país soberano que hubiera sido atacado por una organización yihadista en uno de los peores ataques terroristas de la historia, una organización yihadista que se comprometiera a repetir el ataque; también querría que mi gobierno hiciera todos los esfuerzos posibles para asegurarse de que nunca, tuviera la oportunidad de cumplir esa promesa.
Dejando de lado las perspectivas personales, hay algunas preguntas que exigen respuestas en el dilema de los rehenes y el alto al fuego. En primer lugar, ¿está realmente en manos del gobierno israelí hacer o deshacer ese acuerdo? En segundo lugar, si es así, ¿a qué precio? En tercer lugar, ¿es ese un precio que Israel puede permitirse pagar?
Tal vez la primera pregunta tenga la respuesta más sencilla. El presidente estadounidense, Joe Biden, dio a conocer el 31 de mayo el marco original para un acuerdo de alto al fuego con rehenes. Tanto Israel como Hamás lo aceptaron. Sin embargo, el acuerdo se dividió en tres fases, y los detalles de cada una de ellas se negociaron. Hasta ahora, la atención se ha centrado en la Fase Uno.
Luego, el 16 de agosto, Estados Unidos presentó una Propuesta Final de Acuerdo de Paz. Israel estuvo de acuerdo. Hamás no. De hecho, cuando los negociadores se reunieron en Doha a mediados de agosto para ultimar los detalles de la Fase Uno, los representantes de Hamás se negaron a asistir; a pesar de que algunos de los miembros del grupo terrorista consideran a Qatar como su hogar.
Días después, Hamás ejecutó a seis rehenes, algunos de los cuales estaban en la lista de rehenes que serían liberados en la Fase Uno. En otras palabras, Hamás asesinó a los mismos rehenes que eran objeto de las negociaciones con lo que técnicamente, el acuerdo quedó sin efecto. Los estadounidenses consideraron que las ejecuciones constituían una violación de tal magnitud que pusieron en tela de juicio el compromiso de Hamás de aceptar cualquier acuerdo, o si el grupo terrorista veía las negociaciones como una técnica dilatoria y una estratagema para ganarse la simpatía. De hecho, los estadounidenses han llegado al extremo de describir a Hamás, no a Israel, como el obstáculo.
Pero no se detuvo en los seis rehenes asesinados. Un alto funcionario estadounidense admitió días después de dicha muerte, durante una conferencia de prensa: “Hamás ha estado poniendo sobre la mesa algunas cosas que han resultado completamente imposibles con respecto al intercambio, y son diferentes de lo que se acordó hace meses”.
Luego vino la publicación de la estrategia de Hamás autorizada por Sinwar, que explica en blanco y negro el engaño del grupo terrorista: “utilizar a los rehenes para sembrar la discordia en Israel; dividir al público; no acordar nada; culpar a Israel por la falta de acuerdo y granjearse la simpatía internacional en el proceso”.
También está la cuestión del corredor Filadelfia [nombre en código israelí para la franja de tierra entre Gaza y Egipto], que a menudo se considera el punto de fricción en las negociaciones. Pero ¿es realmente así?
Netanyahu se mantiene firme en que cualquier acuerdo para asegurar un alto al fuego a cambio de los rehenes, debe incluir una presencia israelí en la franja de tierra de 13.6 kilómetros de largo, que marca la frontera entre Gaza y Egipto. ¿Por qué? En los últimos dos meses, las FDI han descubierto más de 150 túneles debajo el corredor Filadelfia, que ofrecen un paso fácil de Egipto a Gaza y de regreso. Algunos de estos túneles son lo suficientemente grandes como para que circulen automóviles. Otros fueron excavados directamente debajo de los puestos del ejército egipcio. Son estos túneles los que Irán utilizó para armar y equipar el arsenal de Hamás con decenas de miles de misiles, armas automáticas, lanzacohetes y más para; ser utilizados contra Israel antes de ese fatídico día 7 de octubre, y después.
Hamás ha declarado inequívocamente que repetirá el ataque del 7 de octubre. De hecho, según la carta fundacional de Hamás, la razón de ser de la organización terrorista no es la prosperidad del pueblo palestino, sino la destrucción de Israel. Y si el corredor Filadelfia sigue en manos de Hamás, puede que pasen algunos años, pero el grupo terrorista se rearmará —cortesía de Irán— y atacará nuevamente a Israel el 7 de octubre II.
“El eje del mal necesita el corredor Filadelfia; por esta razón, nosotros necesitamos el corredor Filadelfia”, dijo Netanyahu. “Este corredor determina todo nuestro futuro”.
El Gabinete de Seguridad de Israel está de acuerdo. El 29 de agosto votó a favor de apoyar la posición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de que Israel debe mantener una presencia militar a lo largo del corredor Filadelfia indefinidamente. Sólo el ministro de Defensa, Yoav Gallant, votó en contra.
Eso explica la importancia del corredor Filadelfia. Pero ¿es el punto de fricción? Los estadounidenses dicen que no. Según los mediadores del acuerdo, la muy debatida zona de amortiguación entre Gaza y Egipto, ni siquiera fue el principal foco de las conversaciones en Doha en agosto. De hecho, Israel ha aceptado reducir sus fuerzas a lo largo del corredor Filadelfia para ayudar a avanzar en el acuerdo, a pesar del marco original del 31 de mayo, que ni siquiera mencionaba el corredor Filadelfia. La Fase Uno exige que las FDI se retiren sólo de las zonas pobladas de Gaza, y aunque el corredor Filadelfia se cruza con algunas zonas pobladas, no está clasificado como zona poblada.
¿Dónde deja todo esto a Israel? Con opciones terribles. Independientemente de lo que elija Jerusalén, alguien sale perjudicado. Y a juzgar por los últimos 11 meses, la comunidad internacional estará del lado de Israel, no en solidaridad ni apoyo, sino señalándole con un dedo acusador.
Para que haya paz en Israel y Gaza, Israel debe derrotar a Hamás, por el bien de Israel, pero también por el bien de los palestinos. Seamos claros: Hamás nunca ha sido un movimiento de liberación palestina. Es una identidad ficticia que los liberales occidentales le impusieron al grupo terrorista, en los campus universitarios tras el ataque del 7 de octubre para que encajara con su narrativa antiisraelí. En verdad, Hamás ha sido sorprendentemente claro sobre su objetivo, el cual nunca ha sido la «coexistencia pacífica de un Estado judío y palestino que florezcan uno al lado del otro». La razón de ser de Hamás está enunciada en su carta fundacional y supone la aniquilación de Israel y el establecimiento de un Estado islámico, en cada centímetro de tierra entre el río Jordán y el mar Mediterráneo.
En resumen: Hamás no está luchando por el bienestar de los palestinos. Hamás está luchando por la destrucción de Israel y está utilizando a los palestinos como carne de cañón en su lucha.
Publicado el 17 de septiembre de 2024
ENFOQUE DE ORACIÓN: A la luz de las complejidades involucradas en las negociaciones, clamemos por los rehenes que han sufrido indescriptiblemente durante casi un año en cautiverio y por sus familiares que anhelan abrazarlos. Oremos por aliento y fortaleza para todos los que han sido afectados por esta desgarradora atrocidad.
VERSO BÍBLICO: «Sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas«.
–Sal 147:3 NBLA
Publicado en septiembre 19, 2024
Fuente: Un artículo por Ilse Strauss, originalmente publicado por Bridges For Peace (Puentes para a Paz), el 17 de septiembre de 2024. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy).
Fotografía por: Yossipik/Wikimedia.org
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