Lo que dijo el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, en su discurso ante una reunión conjunta del Congreso fue importante. Tanto los estadounidenses como los israelíes deben comprender, que la guerra en la Franja de Gaza es solo un frente dentro del conflicto con Irán, que es, como bien dijo, una batalla “entre la civilización y la barbarie”.
Netanyahu dio el mejor argumento posible para que los estadounidenses entendieran, que el fomento de guerras terroristas por parte de Irán en todo Oriente Medio es una amenaza para su seguridad. El discurso fue también una brillante defensa, no sólo de la justicia de la política y las tácticas de guerra de Israel; sino también del derecho del pueblo judío a vivir en paz, seguridad y soberanía; en su antigua patria.
Mucho más importante que lo que dijo es, si hay suficientes personas importantes dispuestas a escuchar ese mensaje y sacar las conclusiones adecuadas. Y, al igual que el resultado de las elecciones de noviembre, que tendrán un gran impacto en el futuro de las relaciones entre Estados Unidos e Israel; la respuesta a esa pregunta aún está por decidirse.
Eso no se debe sólo, a que muchos miembros destacados de la Cámara de Representantes y el Senado, optaron por boicotear el discurso; o a la presencia de multitudes furiosas de manifestantes antisemitas, partidarios de Hamás; mientras hablaba ante la Cámara. Más bien se debe a que, quienes han lanzado acusaciones difamatorias contra Israel desde que fue atacado el 7 de octubre; así como aquellos (en la administración Biden, los medios de comunicación, la cultura pop y los administradores universitarios) que han temido enfrentarlos para no ofenderlos; no entienden que, están dando forma, ilustrando, el problema más crucial de Estados Unidos; tanto como su incomprensión de los acontecimientos en el Medio Oriente.
El argumento verdadero
En esta guerra “entre la civilización y la barbarie”, quienes difunden las ideologías tóxicas progresistas, de la teoría crítica de la raza y la interseccionalidad (movimiento social contemporáneo); esencialmente brindan ayuda y consuelo a esta última. Es importante darse cuenta de que, el debate entre los estadounidenses sobre Israel; no es realmente sobre sus tácticas militares o la conveniencia de un acuerdo de alto al fuego; o incluso, comprender la amenaza de Irán; por claves e importantes que puedan ser estos temas. No, el debate es: “El argumento sobre si las mentiras de que el estado judío es un estado de ‘apartheid’, compuesto de opresores ‘blancos’ sobre personas de color”. Este es el centro del debate entre el pueblo estadounidense. Son esas ideas de moda las que han conquistado el sistema educativo estadounidense; así como muchas otras cosas en su cultura, medios de comunicación y gobierno; las que están detrás de las turbas en las calles, que derriban las banderas estadounidenses y ondean las de los palestinos y Hamás. Y es la influencia de quienes abrazan estos sentimientos radicales y sus facilitadores; lo que ha creado la resistencia dentro de la administración Biden a los objetivos de guerra de Netanyahu.
Recordatorios oportunos
Netanyahu tenía algunos objetivos políticos claros al venir a Estados Unidos.
Estaba ansioso por aprovechar la oportunidad que le brindaba, la decisión de los republicanos en la Cámara de Representantes de invitarlo, y luego, presionar a una mayoría demócrata renuente en el Senado, para que lo acompañaran. En ningún momento, desde los ataques terroristas del 7 de octubre; Netanyahu ha tenido la oportunidad de dirigirse directamente al pueblo estadounidense para explicarle la situación a la que se enfrenta Israel, y lo que espera lograr sin el filtro de unos medios de comunicación corporativos sesgados.
Al hacerlo, recordó a los estadounidenses los horrores del 7 de octubre, que en gran medida, han quedado olvidados en el discurso sobre la guerra que siguió, y lo que está en juego para Israel en un conflicto con una organización como Hamás, cuyos objetivos son: “la destrucción de Israel y el genocidio de los judíos”. También abordó y refutó directamente, las falsas acusaciones de que Israel inflige bajas desproporcionadas a civiles palestinos, o que esta causando una hambruna allí. Ambas afirmaciones no son más que argumentos propagandísticos de Hamás que la prensa liberal ha repetido sin cesar, y que la izquierda política ha aceptado como verdad.
Sin embargo, el objetivo principal del discurso fue reforzar el apoyo a los esfuerzos de Israel, señalando que el ataque de Hamás era sólo uno de los muchos frentes de guerra que Irán libra contra el Estado judío y contra Occidente. Quería que se entendiera, que los manifestantes que gritan a favor de la extinción de Israel (“del río al mar”) y a favor del terrorismo contra los judíos; están haciendo lo que Teherán les ordena, por lo que actúan como “tontos útiles de Irán”.
El discurso le valió numerosas ovaciones de pie, tanto de los republicanos como de los demócratas que estaban presentes y sin duda, fue un éxito para la audiencia nacional que lo sintonizó por C-SPAN y las cadenas de noticias por cable, que lo transmitieron en vivo.
El futuro de la alianza
La capacidad de Netanyahu para unir a los presentes en el Capitolio a favor de la causa de Israel, de una manera tan entusiasta; es en parte un tributo a sus habilidades personales. También se debe, al hecho de que la mayoría de los estadounidenses siguen siendo firmes partidarios del Estado judío, aunque las cifras reflejan una profunda división partidista, ya que la minoría que se opone a él está compuesta mayoritariamente por demócratas. El hecho de que esto sea así, incluso después de casi diez meses de incitación ininterrumpida e información tendenciosa por parte de los medios liberales; que a menudo han actuado como taquígrafos de Hamás; es un reflejo de la forma en que el apoyo al sionismo está profundamente arraigado en el ADN político de Estados Unidos; en lugar de, deberse a opiniones sobre individuos o acontecimientos.
Aun así, las ovaciones de los que estaban presentes no deberán ser vistas como una forma de borrar los problemas que Israel enfrenta actualmente, en Estados Unidos.
Al evaluar el impacto de esta visita, tanto la comunidad pro israelí estadounidense como los israelíes, deben comprender que la ira expresada en las calles contra el primer ministro; los boicots y la fría recepción que recibirá de la actual administración; no tienen tanto que ver con su persona; tampoco están realmente vinculados con el deseo de algunos israelíes de un acuerdo de alto al fuego (que busca libere al menos a algunos de los aproximadamente 120 rehenes; algunos de los cuales ya se confirmó su muerte) a pesar de las desesperadas reclamaciones de las familias de los secuestrados por los terroristas, sino en el hecho de que Hamás ya no tenga capacidad para seguir luchando.
Tampoco está en juego si los estadounidenses aceptarán la visión de Netanyahu, de una Gaza de posguerra dirigida por palestinos que no quieren la destrucción de Israel. Tampoco es probable que su idea, de una “alianza Abraham” regional “al estilo de la OTAN”, interese a ninguno de los dos partidos principales; ya que a los demócratas no les gustan los aliados árabes de Israel y muchos partidarios republicanos de Israel preferirían, que el Estado judío y sus amigos regionales, se enfrentaran a Irán sin involucrar más a las fuerzas estadounidenses.
La razón por la que Israel se ha convertido en un tema partidista con la abrumadora mayoría de los republicanos apoyándolo, y los demócratas divididos al respecto; no tiene que ver con Netanyahu, Trump o acusaciones específicas sobre la conducta de la guerra. Más bien, es que cada vez más estadounidenses que se identifican con los demócratas han aceptado las falsas suposiciones de que el conflicto de Medio Oriente, es una extensión de la lucha racial en Estados Unidos.
El futuro de la alianza entre Estados Unidos e Israel no se decidirá por discursos, ni siquiera por unos tan buenos como el que pronunció Netanyahu. Si Israel quiere conservar el apoyo de Estados Unidos en los próximos años, sólo lo conseguirá si los estadounidenses, hartos de que sus instituciones; estén en manos de radicales y reviertan la marea progresista, que impulsa las difamaciones sobre la guerra y el sionismo.
Publicado el 26 de julio de 2024
Publicado en julio 27, 2024
Fotografía por: Allison Bailey/Middle East Images/AFP via Getty Images/jns.org
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