Hay que darle crédito a Hamás por comprender a las audiencias estadounidenses y europeas a las que desea influir y engañar. Efectivamente, el grupo islamista inició una guerra desastrosa contra Israel, que provocó un sufrimiento horrendo a la mayoría de los árabes palestinos; pero también [Hamás] reconoce que parte de lo que necesita hacer para sobrevivir y conservar el poder en Gaza es convencer a Occidente de que son personas razonables y no terroristas genocidas, que buscan muerte y destrucción.
El más reciente ejemplo de esta estrategia se produjo esta semana cuando Mousa Abu Marzouk concedió una entrevista exclusiva al New York Times. Considerado como “el jefe de la oficina de relaciones exteriores de Hamás con sede en Catar”, afirmó que no habría apoyado el ataque multifacético contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, si hubiera conocido las consecuencias para Gaza.
Como dijo al Times, Abu Marzouk no estaba al tanto de los planes para la gran cantidad de asesinatos en masa, violaciones, torturas, secuestros y destrucción sin sentido, que los palestinos desataron contra 23 comunidades israelíes. Los dirigentes de Hamás, que viven con grandes lujos (pagados en gran medida con los miles de millones por donaciones de ayuda que Gaza ha recibido, de los países occidentales, así como con las actividades criminales del grupo), no tenían realmente el control de los dirigentes “militares” de Gaza. Fue ese sector bifurcado, dijo, el que gobernó la zona con mano de hierro de 2007 a 2023, cuando era un estado palestino independiente en todo menos en el nombre.
Mentir sobre el 7 de octubre
Por supuesto, Abu Marzouk y el resto de los altos mandos de Hamás, que se han mantenido a salvo gracias a las garantías de seguridad proporcionadas por el gobierno de Catar, que financia el terrorismo y al mismo tiempo pretende ser un aliado de Estados Unidos, aprobaron la idea del 7 de octubre en concepto. Pero, utilizando el Times como medio con el que espera llegar a los estadounidenses liberales y a la comunidad internacional, el grupo terrorista árabe palestino ahora piensa que será mejor para sus intereses fingir que tienen cierto remordimiento por cómo resultaron las cosas.
Este sentimiento no se manifestó en ningún tipo de remordimiento por los crímenes bárbaros cometidos por los palestinos el 7 de octubre, o en los siguientes 16 meses de guerra; durante los cuales torturaron y asesinaron a rehenes y continuaron disparando cohetes y misiles contra Israel. Tampoco admitieron culpa por haber colocado sus formaciones armadas, lanzadores de cohetes y centros de mando dentro, alrededor y debajo de hospitales, escuelas y viviendas civiles para maximizar el sufrimiento de los habitantes de Gaza.
En cambio, el Times informa que Abu Marzouk simplemente les dijo que el alcance de la destrucción y las bajas resultantes de su guerra era mayor de lo que habían calculado, y por lo tanto terminó en el lado negativo de algún análisis teórico de costo-beneficio. “Si se hubiera esperado que sucediera lo que pasó, el 7 de octubre no habría ocurrido“, dijo Abu Marzouk, citado por el Times.
Como es habitual, Hamás desautorizó oficialmente la entrevista y reafirmó que no se arrepienten del 7 de octubre, ni tienen duda respecto a entregar las armas. Esto se parece mucho a la forma en que los líderes palestinos han hablado durante décadas de una manera en inglés a los periodistas occidentales e israelíes, y de una manera muy diferente en árabe a su propio pueblo. Aun así, la declaración de Abu Marzouk fue significativa, al dejar ver que están interesados en modificar su imagen y engañar a medios occidentales siempre crédulos, que les creen todo a los palestinos y se muestran hostiles con los israelíes.
Incluso tomado al pie de la letra, el tipo de arrepentimiento a medias que Abu Marzouk desplegó no resiste el escrutinio por varias razones. Quizás más interesante fue su declaración de que Hamás estaba preparado para negociar “el futuro de las armas del grupo en Gaza”, lo que el periódico amablemente señaló que era un “punto de fricción en las negociaciones con Israel”.
¿Es Witkoff el eslabón débil?
Al hacerlo, Abu Marzouk no estaba jugando tanto con las esperanzas de los lectores abrumadoramente izquierdistas del Times como con las de Steve Witkoff, el enviado especial a Medio Oriente designado por el presidente Donald Trump.
Witkoff fue el principal impulsor que empujó el acuerdo de alto al fuego y liberación de rehenes en enero. Al hacerlo, aceptó los términos atroces que había adoptado la administración saliente de Biden que, mientras logró la liberación de unos cuantos rehenes, también ordenó la retirada de Israel de Gaza. A pesar de las esperanzas de que Hamás se desarme o se disuelva, esto garantiza que los terroristas se aferrarán al poder.
Eso dio a Hamás una enorme influencia sobre Israel. Lo explotó con sus despreciables y abusivas ceremonias de liberación de rehenes. Estas parodias tienen como objetivo demostrar que el grupo terrorista mantiene el control y no irá a ninguna parte, independientemente de las declaraciones sobre el futuro de Gaza que salgan de Jerusalén y Washington. Y eso incluye los planes de Trump para reasentar a los palestinos y convertir el enclave costero en un centro turístico de Medio Oriente.
Las manifestaciones palestinas del culto a la muerte que se hacen pasar por su cultura política, han indignado a la Casa Blanca, así como a israelíes y judíos en todo el mundo. Pero dado que Netanyahu siente que no tiene más opción que continuar con el alto al fuego para rescatar a los aproximadamente 30 rehenes que se presume aún están vivos, por ahora [Hamás] no está pagando un precio por ello.
Sin embargo, los palestinos, que supuestamente aceptaron liberar los próximos cuatro cuerpos de rehenes muertos esta semana sin tales ceremonias, también saben que la clave para su futuro es atenuar las imágenes de violencia.
Es un juego que las organizaciones terroristas palestinas y sus testaferros políticos han jugado de vez en cuando durante décadas, a veces haciéndose pasar por moderados reflexivos y, en otras ocasiones, exhibiendo sus creencias y objetivos reales. Siempre es un espectáculo absurdo y completamente falso. Sin embargo, ha funcionado lo suficientemente bien como para convencer a la mayoría de las personas supuestamente inteligentes en medios como el Times y otras instituciones del establishment, además de los estudiantes supuestamente intelectuales de los campus universitarios estadounidenses. De esta manera, muchos de quienes comentan y trabajan en política exterior han sido persuadidos a apoyar políticas que a menudo, consciente o inconscientemente, refuerzan el objetivo palestino de destruir a Israel.
La pregunta es si funcionará con Witkoff, quien ha conservado la confianza de Trump a pesar de que las declaraciones del presidente sobre los palestinos han estado completamente en desacuerdo con los términos del acuerdo, por lo que su equipo merece gran parte de la culpa.
Las conexiones comerciales entre Witkoff (quien, como Trump, es otro multimillonario inmobiliario de Nueva York) y el gobierno catarí corrupto y que apoya a Hamás no son ningún secreto. Aún está por determinar si demostrará, como pareció durante las negociaciones de alto al fuego, ser el eslabón débil de una administración cuyos otros altos miembros del equipo de política exterior tienen opiniones duras y realistas sobre los palestinos, así como sobre los mundos árabe y musulmán.
Los medios de comunicación son el blanco
Lo que podemos estar presenciando es una operación de información de Hamás en la que los medios occidentales desempeñarán un papel destacado. Podemos esperar que sus líderes finjan estar dispuestos a coexistir, aunque sea a regañadientes, con Israel mientras sólo esperan el momento oportuno hasta que puedan reabastecerse y rearmarse hasta el punto en que se reanude su campaña de “resistencia” contra la existencia del estado judío y su pueblo.
No necesitamos perder mucho tiempo analizando la supuesta moderación de Abu Marzouk.
Nadie en Hamás puede pretender de manera creíble estar sorprendido por las consecuencias de la masacre de 1,200 hombres, mujeres y niños, el 7 de octubre.
Es cierto que estaban convencidos de que los esfuerzos de la izquierda israelí por oponerse a los planes del gobierno de Netanyahu, de una muy necesaria iniciativa de reforma judicial, significaban que el estado judío estaba débil y dividido hasta el punto de que, como algunos en la izquierda admitieron, no servirían en el ejército. Quizás Hamás también pensó que su ofensiva transfronteriza sería tan exitosa y llegaría tan lejos en Israel, que no daría lugar a muchos combates en Gaza.
Dado que el objetivo del despliegue de sus instalaciones y fuerzas alrededor de escudos humanos es aumentar el número de no combatientes muertos, cualquier afirmación de que no sabían lo que representaría una guerra a gran escala para su pueblo, es un chiste de mal gusto.
Tampoco existe la más mínima posibilidad de que algún día estén dispuestos a renunciar a sus armas o a su poder en Gaza. Si esto se logra, será mediante un uso decisivo de la fuerza que la administración Biden prohibió a Israel, no a través de conversaciones e intentos de acuerdos con los líderes terroristas en Catar; tanto el gobierno israelí como el estadounidense creen correctamente que es necesario que Hamás renuncie al poder.
Por el contrario, Hamás planea aprovechar su “éxito” en la masacre de judíos y continuar combatiéndolos con esperanzas bastante realistas de tomar el control en Judea y Samaria. El líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, les teme con razón y es por eso que ha evitado elecciones durante dos décadas.
Terrorista que cambia de forma
El propio Abu Marzouk es un ejemplo interesante de cómo incluso a los grupos más extremistas, como los islamistas genocidas de Hamás, les gusta cambiar de forma y manipular a los estadounidenses.
Llegó a Estados Unidos con una visa de estudiante cuando tenía 31 años. Posteriormente obtuvo su estatus de residente y vivió en el país durante 14 años. Mientras estuvo allí, dirigió esfuerzos de recaudación de fondos para Hamás e incluso interactuó en ocasiones con las administraciones de los presidentes George H.W. Bush y Bill Clinton, buscando su reconocimiento.
Su estancia en Estados Unidos terminó cuando fue arrestado por conexiones con el terrorismo, como ministro de Asuntos Exteriores de facto [de Hamás] y sus vínculos con los atentados con bombas en Israel. En ese momento, su abogado, Stanley Cohen, afirmó que era un activista pro palestino y no un líder de Hamás. Finalmente, fue deportado a Jordania, en lugar de ser extraditado a Israel como debería haber sido.
Desde entonces, su participación en el terrorismo no está en duda. Pero en una demostración de la falta de credibilidad del Times, éste citó a Cohen, a quien falsamente describió sólo como “amigo” del terrorista, en su artículo sobre su reciente entrevista con Abu Marzouk. Según Cohen, su antiguo cliente “no era un nihilista. No apoyaría ninguna acción que, en su opinión, provocaría represalias generalizadas y sin precedentes por parte de nadie contra el pueblo”.
Lo que diga Abu Marzouk o la forma en que lo describa el Times no importa. Lo importante es cómo Hamás parece estar concentrado en manipular a Occidente para que acepte su existencia continua.
Resistir este giro es de vital importancia para la administración Trump. Se haga realidad o no el plan de Trump para Gaza, Washington debe considerar la derrota, el desarme y la erradicación de Hamás como algo no negociable. Lo mismo debe considerar Israel, aunque probablemente no será posible que Netanyahu reanude sus esfuerzos hacia ese objetivo mientras exista la posibilidad de liberar a más rehenes vivos.
Más allá de las implicaciones políticas del posible éxito de la operación informativa de Hamás, no se debe pasar por alto la forma en que está recibiendo apoyo de los medios tradicionales. La bancarrota moral —de hecho, la irrelevancia de los principales medios impresos, televisivos y por cable, de la izquierda— ha sido clave para comprender por qué Trump fue elegido, y el apoyo a él desde que asumió el cargo en enero. El afán de la prensa liberal por ser utilizada por Hamás, para facilitar que esta monstruosa organización terrorista se mantenga en el poder, es una razón más para condenar su parcialidad e ignorar su propaganda.
Jonathan S. Tobin es editor en jefe de JNS (Jewish News Syndicate). Síguelo: @jonathans_tobin.
Publicado en febrero 28, 2025
Fotografía por: Council of the Federation of the Federal Assembly of the Russian Federation via Wikimedia Commons/jns.org
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