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Israel: la nación y el estado

marzo 20, 2025

by: Dr. Bill Adams, Escritor para Puentes para la Paz

 

Una persona sabia comentó una vez: “La inteligencia artificial (IA) puede ser inteligente, pero sigue siendo artificial”.

Lo comprobé al preguntarle a mi IA: “¿Cuándo se convirtió Israel en una nación?“. Respondió con seguridad: “Israel se convirtió en nación el 14 de mayo de 1948, cuando David Ben-Gurión declaró el establecimiento del Estado de Israel“. Al oír esta respuesta, grité: “¡Incorrecto, cerebro artificial!“. Yo le había preguntado sobre la nacionalidad de Israel, no sobre su condición de estado, y al parecer la IA no distingue la diferencia.

En pocas palabras, la nación es el pueblo; el estado es la entidad política organizada. Israel es ambas cosas a la vez, pero su fundación se produjo mucho antes de que el pueblo se convirtiera en entidad política. Consideremos el pasado y el presente del estado-nación, Israel.

Ben-Gurión declara el Estado de Israel

La nación

Una nación es un grupo de personas con un idioma, una historia, una cultura y una tierra comunes. El pueblo de Israel poseía todo esto y más, siglos antes de su declaración moderna como estado. Conmemoramos el origen de la nación con Abraham hace 4,000 años y su organización bajo Moisés 500 años después. Este pueblo, a quien Dios creó para Sí mismo, tomó posesión de su tierra común, sobre la cual ha buscado la autodeterminación durante milenios desde entonces.

El Estado

Un estado es una asociación de personas que han formado un gobierno con leyes, límites territoriales e independencia política. El primer estado del pueblo de Israel lo conocemos como el Reino de Judá, bajo el reinado de David, hace 3000 años. Este sistema político se desintegró y el pueblo se dispersó durante las invasiones asiria y babilónica, para luego reunirse y reconstituirse parcialmente bajo el dominio romano hasta la segunda dispersión, que tuvo lugar en el año 135 d. C.

El estado se perdió, pero la nación persistió. Aunque dispersos por todo el mundo durante casi 2000 años, el pueblo conservó su idioma, historia, cultura y fe basada en la Torá [Gn-Dt], que siempre los llamaba a casa, siempre de regreso a su tierra, siempre anhelando estar “el año que viene en Jerusalén”.

La Declaración

La Declaración de Independencia de Israel de 1948 revela el milagroso regreso de la nación y el asombroso renacimiento del estado en su tierra ancestral: “Eretz Israel [la Tierra de Israel] fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno ‘Libro de los Libros’. Luego de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su Dispersión y jamás cesó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de su libertad política“.

Para los judíos, tener su propio estado es fundamental, pero este es secundario para la nación. Cuando declaramos nuestro apoyo a Israel, declaramos, ante todo, nuestro apoyo a la nación, al pueblo, tanto a los reunidos en el estado como a los de la diáspora (población judía fuera de Israel). La nación es judía, por lo tanto, el estado es judío. “Judío” no significa judaísmo, aunque ambos se superponen significativamente. Decir “judío” es como decir “italiano” o “escandinavo”, refiriéndose así a una identidad histórica, lingüística y cultural que une a un pueblo para siempre.

Las Leyes Básicas

El estado judío no tiene una constitución formal. En cambio, sus “Leyes Básicas” son la base de todas las leyes y principios que rigen el sistema político. En 2018, el Knéset (Parlamento) israelí adoptó su “Ley Básica” fundamental: “Israel, el estado-nación del pueblo judío”. Si bien ha generado mucha controversia, la ley simplemente confirma la realidad del estado desde su fundación en 1948: “La Tierra de Israel es la patria histórica del pueblo judío, donde se estableció el Estado de Israel. El Estado de Israel es el hogar nacional del pueblo judío, en el cual lleva a cabo su derecho natural, cultural, religioso e histórico a la autodeterminación”.

Esta legislación afirma la identidad de Israel como nación y como estado, asegurándolo como la única entidad política judía del planeta. Lamentablemente, los detractores de Israel no desean un estado exclusivamente judío, lo que demuestra que quienes se oponen al estado, en última instancia, se oponen al pueblo.

La mancomunidad

En la Biblia, la palabra hebrea goyim y la palabra griega ethne identifican a los pueblos de las naciones. Estos son los gentiles, los no judíos. La Escritura se refiere constantemente a Israel como la nación (singular), mientras que los gentiles son las naciones (plural), lejos de las promesas —y de las cargas— que Dios le asignó a Israel. El apóstol Pablo exhorta a los creyentes gentiles de Éfeso: “recuerden que en otro tiempo, ustedes los gentiles en la carne… estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef 2:11a, 12).

Antes de Jesús (Yeshúa), los gentiles no solo estábamos lamentablemente lejos de Dios, sino también excluidos de la comunidad o familia nacional de Israel. Pero gloriosamente, a través de nuestro Mesías judío, nos hemos reconectado con la familia. Y con la inclusión familiar viene la responsabilidad familiar, como apoyar a nuestros parientes judíos en las buenas y en las malas.

El injerto

Nuestros antepasados cristianos le fallaron en gran medida a nuestra familia judía, pero nuestro Dios misericordioso nos da una nueva oportunidad para corregir esto. ¿Aprovecharemos esta oportunidad? Mientras apoyamos activamente al Estado de Israel, recordemos que es la nación en la que hemos sido injertados. Como Pablo amonesta a los gentiles romanos: “…tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo…  recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti” (Rom 11:17,18b).

 
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz 

 

Publicado en marzo 20, 2025

Fuente: Artículo (“Israel: The Nation and the State”) del Dispatch from Jerusalem (Despacho desde Jerusalén) de abril 2025