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Las verdaderas lecciones del 7 de octubre no deben ignorarse

octubre 14, 2024

Un refugio antibombas público, ahora un monumento, donde israelíes fueron asesinados en la masacre de Hamás del 7 de octubre hace un año, en una carretera cerca de la frontera entre Israel y Gaza en el sur de Israel.

El primer aniversario de la masacre de Hamás del 7 de octubre en el sur de Israel, agrega otra fecha sagrada a un calendario ya lleno, para las personas dedicadas a lamentar las tragedias, en la historia judía. Pero el dolor fresco de este último ejemplo de sufrimiento judío se debe a algo más que el hecho de que, sucedió hace solo 12 meses. La guerra contra los terroristas islamistas que comenzó esa fecha, continúa con hostilidades por parte de Hamás en la Franja de Gaza y Jizbolá en el Líbano. Y más de 100 de los rehenes tomados el 7 de octubre, aún no se han encontrado o continúan cautivos por terroristas palestinos.

El objetivo principal de las ceremonias y días conmemorativos será lamentar a quienes perdieron la vida, en esa orgía de asesinatos en masa, violaciones, torturas, secuestros y destrucción gratuita por parte de los agentes de Hamás, y de los palestinos comunes que se sumaron al caos. Sin embargo, no hay duda de que mucho de lo que se dirá y escribirá sobre el aniversario, será sobre las lecciones que se deben aprender de lo que sucedió ese día y la guerra que le siguió.

Las autopsias sobre el desastre del 7 de octubre no deben limitarse a cómo y por qué Hamás, pudo atravesar la frontera con tanta facilidad, desencadenando un día de horror que fue el peor ejemplo de matanza masiva de judíos desde el Holocausto.

Tanto en Israel como en la diáspora [la población judía fuera de Israel] el debate sobre lo que sucedió, también debe incluir conceptos erróneos más amplios, que no solo ayudaron a provocar este desastre épico sino que posiblemente permitan que se repita en el futuro. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, donde el debate público sobre la guerra contra Hamás sigue centrándose en mitos, que deberían haber sido rechazados hace mucho tiempo.

La “solución” se intentó y fracasó

La creencia en la idea de una solución de dos Estados como solución para el conflicto, se evaporó en Israel tras el colapso de los Acuerdos de Oslo de 1993, con el estallido de la Segunda Intifada en el 2000; que trajo consigo casi cinco años de atentados suicidas en todos los ámbitos de la vida civil israelí. El concepto de dos Estados fue adoptado en su día por la mayoría de los israelíes en medio de la euforia que siguió, a la firma de esos acuerdos en el jardín de la Casa Blanca; en septiembre de 1993. Pero los entonces partidos israelíes dominantes de la izquierda; se vieron pulverizados  cuando los palestinos —dirigidos por el archi-terrorista Yasser Arafat, jefe de la Organización para la Liberación de Palestina— demostraron que, solo los utilizaban como un trampolín hacia la destrucción del Estado judío.

Ese punto quedó aún más claro, después del 2005 cuando el entonces primer ministro Ariel Sharon retiró todos los asentamientos, colonos y soldados israelíes de Gaza; en un vano intento de “desvincularse” de los palestinos. Algunos en la izquierda, especialmente en Estados Unidos y Europa; se aferran a la mentira de que Gaza no obstante, seguía “ocupada” por Israel o era una “prisión al aire libre”. La Franja podría haberse transformado —con el apoyo de los miles de millones de dólares de ayuda exterior occidental— en un Singapur palestino; en cambio, fue tomada por Hamás en 2007, convirtiéndola en una fortaleza terrorista.

Más concretamente, durante estos 16 años hasta el 7 de octubre, fue un Estado palestino independiente en todo menos en el nombre. Como tal, fue un experimento que demostró lo que significaría una solución de dos Estados que abarcara Judea y Samaria (la “Cisjordania”), mucho más grande y estratégica.

Entre los más reacios a aceptar este hecho básico, se encuentran aquellos que fracasaron el 7 de octubre. En los años posteriores a la toma de poder de Hamás, participé en docenas de debates públicos con un colega liberal, el ex editor de Forward, J.J. Goldberg, sobre la solución de dos Estados y cuestiones relacionadas. Estaban seguros de que los diversos intentos de “cortar el césped” (término que se refiere a los esfuerzos periódicos de Israel por degradar las capacidades militares de Hamás, con operaciones ofensivas en 2009, 2012, 2014, 2019 y 2021), demostraban que ni siquiera un Estado palestino controlado por terroristas era una amenaza real para Israel.

Los acontecimientos del 7 de octubre demostraron lo equivocados que estaban.

Sin embargo, nada de esto parece haber penetrado en la conciencia del establishment de la política exterior estadounidense y, en particular, de aquellos como la vicepresidenta Kamala Harris que pregonan la defensa de una solución de dos Estados como parte de lo que cree, que debería ser la respuesta del mundo al 7 de octubre.

Aunque hay palestinos que pueden creer en la idea de la paz con Israel, están aislados y abrumadoramente superados en número, por los partidarios de Hamás, la Yihad Islámica Palestina y los llamados “moderados” del partido Fatah (cuyo líder, Mahmoud Abbas, de casi 89 años, es el jefe de la Autoridad Palestina). Todos ellos han dejado en claro una y otra vez en sus estatutos organizativos, declaraciones y rechazo, a todo intento de llegar a un acuerdo sobre un plan de paz a lo largo y de las décadas que niegan la legitimidad de un Estado judío, sin importar dónde se tracen sus fronteras.

El único debate relevante

Para los israelíes y aquellos en otros lugares que han estado prestando atención al rechazo palestino, esto no es nada nuevo. Después del 7 de octubre, la creencia en el mito de que el conflicto puede resolverse dividiendo el país, supera la imaginación. El objetivo del ataque terrorista masivo, no era poner fin a la “ocupación” de un enclave costero sin israelíes, que habían dejado hace 18 años, antes ni presionar para que se retiraran de Judea y Samaria. Este ataque representaba el deseo palestino de hacer retroceder el reloj a 1947 o incluso a 1917; y destruir al Estado de Israel; incluso dentro de las fronteras que existían antes de 1967.

El amplio apoyo entre los palestinos a este esfuerzo (y a las atrocidades que le siguieron), pone de manifiesto, la inutilidad y locura, de cualquier intento para obligar a Israel a hacer reducciones territoriales y dar cabida a otro intento más, de crear un Estado palestino. La cultura política palestina se basa únicamente en la premisa de que, el sionismo y un Estado judío son incompatibles con las exigencias mínimas de su identidad nacional.

Esto es algo que ya debería estar claro para todos los estadounidenses. El 7 de octubre debería haber puesto fin al debate sobre los dos Estados y el proceso de paz, en el previsible futuro. Esto es frustrante y difícil de entender para los estadounidenses que creen, que el compromiso siempre es posible o para los judíos que están programados para creer en soluciones milenaristas, incluso cuando los hechos sobre el terreno indican lo contrario. En este momento el único debate sobre Israel que es relevante, es el que las turbas pro Hamás, que tomaron las calles y los campus universitarios de Estados Unidos desde octubre, han querido tener: «¿Es acaso, un solo Estado judío en el planeta demasiado pedir?».

Señalando a los antisemitas

Esa es una posición que muchos en la izquierda estadounidense han adoptado, cada vez más. De hecho, es la razón por la que los manifestantes antiisraelíes corean “del río al mar” y “globalicemos la intifada”. El objetivo de la ideología progresista, como la teoría crítica de la raza y la inter-seccionalidad, tal como se aplica a Medio Oriente, se trata de deslegitimar a Israel marcándolo como un estado “colonial/de asentamientos”. Desde esa perspectiva, nada de lo que haga Israel en su defensa —incluso contra los oponentes más bárbaros, como Hamás y Jizbolá— podrá ser falsamente caracterizado como “genocidio”, ya que prácticamente no hay nada que Israel pueda hacer para defenderse con lo que pueda justificarse ante sus ojos. Es por eso, que esa misma gente desestima las atrocidades del 7 de octubre (que, como los negadores del Holocausto, justifican y minimizan simultáneamente).

Y por eso, es responsabilidad de los israelíes y los amigos de Israel en otras partes, dejar de pelearse por los planes de paz o pretender que Israel debe ser “salvado de sí mismo”, como creía el expresidente Barack Obama.

En ausencia de una transformación completa de la sociedad palestina, que no se vislumbra en ningún lado; cualquier defensa de un estado palestino en el mundo posterior al 7 de octubre por parte de quienes dicen apoyar a Israel; es una forma única de pensamiento delirante.

La única manera lógica de defender a Israel en el futuro debe comenzar, por reconocer esta verdad y dejar de tratar a quienes desean negarle a Israel los mismos derechos concedidos que a todas las demás naciones en el mundo; como si sus opiniones fueran razonables y bien intencionadas. No debemos dudar en etiquetar como “resistencia” injustificada, a quienes pretenden “inundar” ciudades como Nueva York con protestas que glorifiquen las masacres del 7 de octubre; sino acusarlos de ser antisemitas y defensores de grupos terroristas extranjeros.

Después del 7 de octubre ya no debemos tratar a quienes se oponen a la existencia de Israel, como si hubiera alguna distinción entre, su posición y la del odio clásico a los judíos. La cruda verdad es que, independientemente de que basen su postura en lo que llaman “antirracismo”, o incluso, si afirman ser judíos quienes desean erradicar el único Estado judío del planeta, son en el mejor de los casos, los “idiotas útiles” de los asesinos, violadores y secuestradores del 7 de octubre. Y en el peor, son sus partidarios activos.

Por mucho que los israelíes puedan y deban resolver, las cuestiones cruciales sobre quién tiene la mayor parte de la culpa en el éxito del brutal ataque sorpresa de Hamás; hay lecciones más importantes que aprender de este episodio que simplemente una repetición de las mismas preguntas que se hicieron después de la Guerra de Yom Kippur de 1973; que comenzó con un fracaso similar. Hacerlo será extremadamente difícil para los estadounidenses liberales que creen en el mito de los dos Estados, como si fuera una doctrina religiosa transmitida desde el monte Sinaí. Pero si no logramos aprenderlas, entonces prepararán el terreno para más tragedias de este tipo, tanto como si las Fuerzas de Defensa de Israel decidieran repetir su complacencia anterior al 7 de octubre.

Publicado el 7 de octubre de 2024

 

Traducido por Chuy González – Voluntario Puentes para la Paz

Publicado en octubre 14, 2024

Fuente: Porciones de un artículo por Jonathan S. Tobin originalmente publicado por Jewish News Syndicate, el 6 de octubre de 2024. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy). Puedes ver el artículo original en este link.

Fotografía por: Chaim Goldberg/Flash90/jns.org