por: Jim Solberg, Director Nacional de Estados Unidos
Varios años atrás tuve el privilegio de escribir un libro, publicado por Puentes para la Paz, ofreciendo a los cristianos una colección de lecturas y meditaciones diarias sobre la Torá (Génesis a Deuteronomio). El libro se titula Sinai Speaks [El Sinaí Habla], y se distribuye a través de nuestras oficinas alrededor del mundo y por nuestro sitio de Internet. (Lamentablemente, sólo se encuentra en inglés.)
El formato del libro sigue el calendario judío de lecturas semanales de la Torá tradicionalmente usado en las sinagogas y yeshivas alrededor del mundo. Por lo tanto, dividí el libro en 52 capítulos semanales, cada uno con seis meditaciones diarias. Eso representa una meditación por cada día de la semana exceptuando el séptimo día, cuando los cristianos usualmente nos reunimos en nuestras congregaciones locales. He recibido muchos comentarios animadores de personas que han sido bendecidas por el libro. Pero hubo una reacción muy especial por parte de una lectora en Sudáfrica que se percató de que no había una lectura ni meditación para los últimos dos capítulos de Deuteronomio. Ella preguntó: “¿Dónde están los últimos capítulos perdidos de Deuteronomio? ¿Y cómo ocurrió eso?”
Según la tradición judía, la lectura de la Torá es un ciclo sin fin. Al terminar el calendario anual de lecturas se celebra un día especial llamado Simjat Torá, o Regocijo en la Ley. La última sección se llama VeZot HaBerajá [“Y esta es la Bendición”], que contiene los últimos dos capítulos de Deuteronomio, y se leen juntamente con el primer capítulo de Génesis. De esa manera, se une el final con el principio de la Torá para crear un ciclo interminable.
No tomando ese hecho en cuenta cuando organicé Sinai Speaks según el calendario semanal, comencé con Génesis 1:1, llamado BeReshit, y lo terminé con la última lectura antes de Simjat Torá. Al hacer eso, quedaron “perdidos” los últimos dos capítulos de Deuteronomio. Las lecturas que faltaron incluyen las bendiciones que Moisés dio a cada tribu y la muerte de Moisés. Este estudio corregirá tal error, y compartiré algunas meditaciones sobre los mencionados capítulos.
Siguiendo el mismo formato de Sinai Speaks, este estudio consistirá de seis meditaciones, una para cada día de la semana. En el séptimo día, cada quien lo puede disfrutar con su propia congregación. Los judíos conocen sus lecturas diarias como aliyot, típicamente leídas por diferentes personas durante los servicios en la sinagoga. Nuevamente, seguiré la organización de las porciones recomendadas para el final y el inicio del año, pero he combinado las lecturas del sexto y séptimo día para formar sólo seis porciones.
“Esta es la bendición con la que Moisés, hombre de Dios, bendijo a los Israelitas antes de morir” (Deut. 33:1).
¿Qué pensamientos tendrá usted en su último día de vida? Claro está, muchos moriremos de manera inesperada, sin poder escoger nuestras últimas palabras. Pero Moisés fue dado el regalo de saber cuándo iba a morir y de poder escoger qué cosas iba a decir y hacer antes de partir. Si yo tuviera esa oportunidad, quizás me enfocaría en pedir perdón a Dios por las cosas malas que he hecho. Podría arreglar todas mis cuentas financieras, o podría tratar de enmendar las heridas que causé a mis familiares, o hasta dejar algunas instrucciones para mi servicio funeral. ¿Qué haría usted?
Moisés escogió terminar su vida declarando unas bendiciones sobre aquellos que había dirigido y servido durante muchos años. Pudo haber bendecido a su familia, pero sólo tenemos registrado su discurso dirigido a los hijos de Israel. Moisés actuó como portavoz de Dios hasta el final, cumpliendo con la definición de un profeta en la antigüedad y también la definición de hoy día. Declaró bendición, oportunidad y reto santo. Las pasadas memorias y heridas de la rebelión del pueblo fueron olvidadas, su muerte inminente era ignorada, y se enfocó en bendecir a su pueblo una vez más.
Sobre 300 años después de su muerte, sus últimas palabras también nos retan a nosotros y nos sirven de ejemplo. Debió haber pensado y orado profundamente antes de saber qué palabras decir y qué bendiciones impartir. ¿Podremos nosotros seguir ese ejemplo?
Oración:
Señor, ayúdanos a dejar un legado de palabras sabias y de bendición para nuestros familiares y para todos a quienes amemos. Amén.
“De Leví dijo: «Tu Tumim y Tu Urim sean para Tu hombre santo, a quien pusiste a prueba en Masah, con quien luchaste en las aguas de Meriba…” (Deut. 33:8).
La tribu de Leví fue escogida para cargar y utilizar el Tumim y Urim, y así revelar la voluntad de Dios al pueblo. Nadie sabe exactamente qué eran esas cosas ni cómo funcionaban, pero las Escrituras dicen claramente que proveían una manera de preguntar algo a Dios y de recibir una dirección específica. Inmediatamente después de Moisés proclamar que Leví sería responsable por esos misteriosos elementos, les recordó (y a nosotros) que ellos también participaron en la rebeldía del pueblo, a quien Dios probó en Masah (que significa “probar”) y Meriba (que significa “argumentar”). Vea Éxodo 17:7.
En esos versos encontramos un mensaje sobre la increíble gracia y paciencia de Dios. Según nos narran las Escrituras, toda la nación, incluyendo la tribu de Leví, se rebeló en Meriba, temiendo que el Señor los había abandonado para morir de sed. Pero allí, en medio de su rebelión, Dios hizo un gran milagro y produjo agua de la peña. A ese mismo pueblo rebelde Dios les da unas herramientas especiales, el Tumim y Urim, para que puedan conocer Su voluntad.
Cuán asombroso es que Dios es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. Pero nosotros también nos rebelamos y le desobedecemos. A veces dudamos de Su poder o de Su amor, pero Él es fiel y siempre está con nosotros. A menudo Dios hace Su mayor obra cuando dudamos y, a pesar de nuestra incredulidad, nos ha regalado Su Palabra y el privilegio de la oración para que podamos conocer Su voluntad.
Oración:
Señor, ayúdanos a confiar en Ti durante momentos de prueba, y recuérdanos a usar todos los medios que nos das para conocer Tu voluntad. Amén.
“De José, dijo: ‘Bendita del SEÑOR sea su tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío y con las profundidades que están debajo; con lo mejor de los frutos del sol y con los mejores productos de los meses…’” (Deut. 33:13-14).
Cuando primero leemos este pasaje, nos asombran las claras y abundantes bendiciones que Dios promete a los descendientes de José. Aunque estas bendiciones son específicas y particulares para Efraín y Manasés, vemos que nosotros también hemos recibido esas bendiciones.
Dondequiera que usted se encuentre en el mundo, puede experimentar esas preciosas bendiciones del cielo. Hay rocío por la mañana, incluso en climas desérticos. En cualquier parte del mundo, el sol sale y las plantas producen fruto a su tiempo. Y sin importar dónde usted viva, es fácil dar por sentado esas bendiciones tan grandes, porque ocurren todos los días en todo lugar.
Este pasaje me recuerda que Dios creó y sostiene los cielos y la tierra. Cada mañana, cada gota de rocío, cada rayo de sol y cada planta que produce fruto es un regalo de Él. Las distintas tierras tienen distintas combinaciones de geografía, vegetación, agua, calor y frío, pero cada día sale el sol y experimentamos los regalos de Dios. Pienso que estas promesas específicas fueron dadas a los descendientes de José no sólo para bendecir su tierra, sino también para recordarles que Él es la fuente de toda bendición.
Oración:
Señor, ayúdanos a ver el maravilloso mundo que nos rodea y de valorar los regalos que nos das en este mundo que Tú creaste. Amén.
“De Zabulón, dijo: ‘Alégrate, Zabulón, en tus salidas y tú Isacar, en tus tiendas… De Gad, dijo: ‘Bendito el que ensancha a Gad; se echa como león, y desgarra el brazo y también la coronilla’” (Deut. 33:18, 20).
Los rabinos interpretan que la bendición a Zabulón de alegrarse en sus “salidas” es una bendición para los negocios y el comercio, e interpretan que la bendición a Isacar de alegrarse en sus “tiendas” es una bendición para estudiar la Torá. Gad es bendecido con la fuerza de un león.
Zabulón e Isacar eran hermanos de sangre, ambos hijos de Jacob y Lea. Gad era medio hermano, hijo de Jacob con la sierva de Lea, Zilpa. Nuevamente, vemos que Dios no hace acepción de personas, sino que nos formó y nos conoce individualmente. Los hermanos Zabulón e Isacar reciben bendiciones casi opuestas, y posiblemente con destrezas y personalidades opuestas. Sin embargo, Gad, quien pudo haber sido considerado como el más insignificante de todos, recibe tanto la fuerza como la exaltación en estas bendiciones.
¡Hay esperanza para cada uno de nosotros! Nuestro futuro no es determinado por nuestros padres ni por el orden en que nacimos, sino por los planes y las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas. Podemos unirnos con el salmista David cuando proclama:
“Tus ojos vieron mi embrión, y en Tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, Tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!” (Salmo 139:16-17).
Oración:
Señor, que podamos vivir con esperanza y expectativa cada día porque Tú nos has formado, y que procuremos ser y alcanzar todo lo que Tú has preparado para nosotros. Amén.
“‘Neftalí, colmado de favores, y lleno de la bendición del SEÑOR, toma posesión del mar y del sur.’ Y de Aser, dijo: ‘Más bendito que hijos es Aser; sea favorecido por sus hermanos, y moje su pie en aceite’” (Deut. 33:23-24).
Aparte de lo que usted haya leído en estos dos versos, ¿qué conoce sobre Neftalí y Aser? Si su respuesta es: “No mucho,” no se avergüence. Hay poco en la Biblia sobre estos dos hermanos o sus descendientes. Estos podrían ser los hermanos menos recordados y las tribus menos conocidas.
Neftalí fue el hijo de Jacob con Bilha, sierva de Raquel, y Aser fue su hijo por Zilpa, sierva de Lea. Según el orden de edad de los 12 hijos, Aser era el sexto y Neftalí era el octavo, ambos hijos del medio, posiblemente con su síndrome típico de anonimato. El nombre de Neftalí significa “luchar,” pero el de Aser significa “felicidad.”
A pesar de su relativa anonimidad, mire las bendiciones que recibieron. De hecho, si usted lee la lista completa de las bendiciones profetizadas a las doce tribus, quizás concuerde conmigo de que estas son las mejores. ¿A quién no le gustaría estar colmado de bendiciones y ser el favorecido?
Estas promesas nos dan esperanza. Sin importar nuestra posición en la familia, somos especiales y escogidos por Dios. Quizás otros no lo sepan, pero nuestras bendiciones pudieran exceder las de los ricos y famosos. De hecho, muchas personas ricas y famosas dirían que felizmente abandonarían su riqueza y fama para tener paz, felicidad y privacidad.
Oración:
Señor, ayúdanos a buscar y disfrutar de las bendiciones que Tú has determinado para cada cual. En Ti podremos encontrar verdadero gozo y toda abundancia. Amén.
“Y subió Moisés desde la llanura de Moab al Monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está frente a Jericó, y el SEÑOR le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el Mar Occidental (el Mediterráneo), el Néguev (región del sur) y la llanura del Valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Entonces le dijo el SEÑOR: ‘Esta es la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob: Yo la daré a tu descendencia. Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás a ella.’ Y allí murió Moisés, siervo del SEÑOR, en la tierra de Moab, conforme a la palabra del SEÑOR” (Deut. 34:1-5).
¿Es este el principio, o es el fin? Moisés, el único líder que los israelitas habían conocido, les fue quitado. Unos pocos versos después, leemos que los israelitas lloraron la muerte de Moisés durante treinta días.
A pesar de la muerte de Moisés, Dios repitió Su promesa respecto al futuro. Otorgó la Tierra de Israel al pueblo de Israel. Los que amamos a Israel frecuentemente citamos Génesis 12:3, donde leemos que Dios prometió la Tierra a Abraham y a sus descendientes. Pero esa no fue una promesa única ni aislada. Dios repitió la promesa muchas veces a múltiples personas, y la registró en distintos capítulos y versos. Aquí, Dios recordaba a Moisés que había hecho esta promesa a Abraham, y también específicamente a Isaac y a Jacob. Esa promesa fue dada a su linaje, los que hoy día conocemos como el pueblo judío. Aunque Moisés quedó muy triste por no poder entrar personalmente a la Tierra, sabía y confiaba en Dios de que futuras generaciones de judíos la heredarían como posesión eterna.
La historia no termina allí, sino que es una transición. Aunque Moisés se iría, Josué llegaba para ser el nuevo líder, y este dirigió al pueblo hacia mayores victorias de lo que Moisés jamás lo hizo. Quizás Dios consoló a Moisés con la seguridad de que, para que la promesa se cumpliera en el futuro, tenía que soltar su posición y dejar que otro tome su lugar. Espero que cada uno de nosotros tengamos la gracia y sabiduría para reconocer el momento en que también nos corresponda soltar nuestras responsabilidades. No era un final, sino que era el principio. La tradición cíclica de lecturas de la Torá sin fin es también un mensaje de que la Palabra de Dios y la voluntad de Dios permanecen sin fin.
Oración:
Señor, Te pido que podamos confiar en el cumplimiento de Tus promesas en Tu tiempo, reconociendo que Tú nunca fallas. Son un regalo Tuyo. Pero recuérdanos que el cumplimiento de Tu voluntad y Tus promesas no depende de nadie, como tampoco de Moisés, sino sólo de Ti. Amén
Cada vez que tengo el privilegio de hablar, escribir o enseñar sobre la Biblia, me maravillo de las profundidades de la Palabra de Dios. Los rabinos enseñan que todo el conocimiento y toda la verdad están contenidas en la Torá. Yo añadiría que están ciertamente contenidas en la Torá, pero no siempre son obvias. Espero que estos pocos comentarios sobre nuestros versos “perdidos” le hayan despertado el deseo de escudriñar la Palabra más profundamente y de aprender más sobre nuestro Dios.
En fin, no puedo resistir citar un dicho famoso del radiodifusor Paul Harvey. Por más de 40 años, diariamente cerraba su programa diciendo: “Y este es el resto de la historia.” Así, tomando prestado su dicho, cierro con la frase: “Y este es el resto de la Torá.”
Por varios milenios, el pueblo judío ha leído el ciclo anual de la Torá, permitiendo que la experiencia desértica de sus ancestros les hable en medio de sus circunstancias actuales, cualquiera que fuese su necesidad. Y a pesar de un largo distanciamiento en nuestra común hermandad, muchos cristianos también están descubriendo la Torá y sus relevantes mensajes para su vida.
Por este medio, le hemos dado un pequeño atisbo al devocional Sinai Speaks. Si siente curiosidad por leer todas las meditaciones sobre la Torá…si le gustaría ver cómo las Escrituras le pueden hablar hoy día…si usted ya es un estudiante de la Torá, pero tiene amistades y familiares que puedan beneficiarse de esta experiencia transformadora, Sinai Speaks es para usted. Este asombroso libro de meditaciones le abrirá los ojos a una nueva perspectiva de la Biblia y percibirá cómo sus antiguas historias pueden tener una aplicación moderna que le pueden acercar más al Dios de Israel.
Este libro puede ser ordenado por medio del sitio de Internet de Bridges for Peace en www.bridgesforpeace.com.
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