Beneficios de la Mentoría

por: Rebecca Verbeten, Coordinadora de Jóvenes-Adultos "Zealous8:2"

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Profeta, Pastor, Mentor: «Entonces Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: ‘Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que el SEÑOR ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad. El SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes'» (Deut. 31:7-8).

El joven se encontraba a orillas del valle de Moab, incrédulo mientras escuchaba con temor y temblor el discurso que sería la doxología final de Moisés. Desde ese día en adelante, tendría que continuar sin él. Sería Josué, no Moisés, quien llevaría a los israelitas hasta la Tierra Prometida. ¿Sería capaz de dirigir a ese pueblo, derrotar los ejércitos y finalmente establecerlos en la Tierra que Dios les había prometido? ¡Sí, lo era! ¿Cuántas veces había tenido el privilegio de recibir de Moisés la revelación que justamente necesitaba? ¿Cuán a menudo se había quedado asombrado mientras Moisés reflejaba sabiduría divina en su trato con el pueblo y bajo circunstancias muy difíciles? ¿Cuántas millas había recorrido al lado de Moisés, observando cada movimiento, aprendiendo de cada palabra? Finalmente, lleno del espíritu de sabiduría, y recordando la mentoría íntima que recibió de Moisés, Josué podría seguir adelante. Estaba listo.

Maestro, Pastor, Padre: El anciano rabino y apóstol se encontraba sentado en la penumbra de su prisión y escribía lo que sería la última carta de su vida. A lo largo de sus muchos años de ministerio, las cartas de Pablo habían impartido instrucción, corrección y edificación. Cada una fue escrita con profundo amor paternal. Ya aprisionado en Roma y enfrentando una muerte segura, comenzó escribiendo: «Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo…» (2 Tim. 1:1-2a).

Muchos eran los pensamientos que inundaban su mente: «¿Las iglesias podrán continuar sin él? ¿Cómo crecerán en número? ¿Cómo crecerán en el Espíritu? ¿Podrán sobrevivir la intensa persecución?» Luego se sintió fortalecido por una repentina paz mientras pensaba en el joven a quien le dirigía su carta final: Timoteo, su discípulo y verdadero hijo en la fe.

Beneficios de la Mentoría

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Recientemente me he encontrado en conversaciones de distintos temas que conducen al asunto de la mentoría. Aunque la discusión se puede tratar de finanzas, el matrimonio o una profesión, veo el urgente deseo en la juventud de recibir algún consejo sabio por parte de generaciones anteriores.

De hecho, un estudio realizado en 2013 demostró que el 45% de la juventud no-cristiana identificaba la oportunidad de recibir consejo por parte de personas de una previa generación como muy importante, mientras que el 68% entre la juventud cristiana identificaba esa oportunidad como muy importante. A través de dicho estudio podemos ver que, sean cristianos o no, los jóvenes reconocen la importancia y el deseo de recibir mentoría.

Aún más grande que el deseo de recibir mentoría es la necesidad de recibir mentoría.

Otro estudio realizado por Thom y Jess Rainer en su libro The Millenials: Connecting to America’s Largest Generation [Generación Milenial: Conectándonos con la Más Grande Generación], halló que los miembros de la actual generación joven-adulta tienen la tendencia de poseer un sistema de fe sincretista. Eso significa que toman una porción de fe de varias religiones o filosofías, y las mezclan para formar su propio sistema teológico. Esa tendencia también se encuentra entre los que se consideran «evangélicos» o «nacidos de nuevo.» Como resultado, tenemos una generación de jóvenes cuya religión es menos fundamentada en la Biblia que cualquiera otra anterior.

Muchos de los jóvenes-adultos hoy día creen que uno no puede saber lo que sucederá después de la muerte, están a favor de matrimonios del mismo sexo, creen en vivir juntos antes del matrimonio (65%) y se ríen de un inicio reciente del globo terráqueo. Una encuesta por Pew Researchconducido en 2015 evidenció que el 46% de la generación milenial (nacidos entre 1979 y 2000) provienen de hogares rotos. Eso significa que casi la mitad de la juventud en nuestras iglesias y comunidades se ha criado sin una madre o un padre en el hogar. Eso puede implicar que dicha generación tiene un vacío que muchos en las generaciones mayores pudiesen llenar.

 

Fuimos creados para tener relación unos con otros. Cuando Dios creó al hombre y lo puso en el jardín, vio que no era bueno que el hombre estuviese solo, y creó a Eva como su ayuda idónea (Gén. 2:18). Dios ordenó a Adán y Eva que fuesen fecundos y se multiplicasen (Gén. 1:28). Dios estableció que la manera principal de aprender y preservar Sus mandamientos es por medio de relaciones de mentoría.

Vemos el énfasis en relaciones cercanas a lo largo de la Palabra de Dios: en el Tanaj (Génesis-Malaquías), en las enseñanzas de Jesús y en los Escritos de los Apóstoles (Nuevo Testamento). Por ejemplo:

«Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!» (Ecl. 4:9-10).

«El hierro con hierro se afila, y un hombre aguza a otro» (Prov. 27:17).

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«Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas» (Deut. 6:4-9).

Mientras continuamos estudiando las Escrituras, vemos muchas situaciones de mentoría, relación ordenada por Dios para producir crecimiento y la transferencia de sabiduría y experiencia a futuras generaciones.

Veamos algunas de esas ilustraciones:

En Éxodo 18, Jetro, el suegro de Moisés, actuó como mentor luego de observar cómo intentaba resolver todas las disputas de los israelitas por sí solo.

Desde el principio de la jornada en el desierto, Moisés comenzó a ofrecer mentoría a Josué (Deut. 31 y 34). Años después, Dios escogió a Josué para ser el próximo líder para los israelitas porque tenía el mismo espíritu de Moisés y había sido preparado para la posición de liderato.

En 1 Reyes 19 y 2 Reyes 2, Eliseo estaba preparado para su ministerio profético debido a su cercana relación con el profeta Elías. Cuando Elías fue llevado al cielo, su manto recayó sobre Eliseo, quien recibió una doble porción del espíritu de su mentor.

El libro de Lucas, en los Escritos de los Apóstoles, nos dice que Elisabet, madre de Juan el Bautista, dio mentoría a María luego de conocer que ella sería la madre de Jesús. Elisabet, llena del Espíritu Santo, afirmó la obra de Dios en la vida de María.

Bernabé fue mentor de Pablo (Hechos 4, 9 y 11). El apóstol Pablo llegó a ser un gran líder espiritual, y escribió 14 libros de los Escritos de los Apóstoles.

En Hechos 16, Filipenses 2, además de 1 y 2 Timoteo, leemos que Pablo fue mentor de Timoteo, y describió al joven como de un mismo pensamiento en su compromiso de servir a Dios. Su relación con Timoteo era muy profunda, como de padre a hijo.

Vemos otra importante ilustración bíblica de mentoría en la relación entre Rut y su suegra, Noemí. Rut tenía una relación tan cercana con Noemí que por ninguna razón la quiso dejar (Rut 1:16). Como resultado, Noemí ayudó a Rut para que comprendiese las leyes y costumbres de los israelitas. Juntas, iniciaron una jornada de discipulado y destino; de mentoría espiritual maternal y devoción espiritual filial; de sanidad emocional que transformaría para siempre sus vidas.

¿Será posible que el apóstol Pablo pensara en esas dos mujeres cuando instruyó a su ayudante de confianza, Tito, sobre cómo atender a la necesidad de varios grupos en su iglesia (Tito 2)? En Tito 2:3-5, Pablo claramente dijo que las ancianas deben vivir vidas santas para que puedan enseñar a las mujeres más jóvenes. Específicamente, que las mujeres de mayor edad instruyan a las jóvenes en sus relaciones (que amen a sus maridos e hijos), en sus cualidades personales (que sean prudentes, puras y amables) y en áreas prácticas (que sean hacendosas en el hogar y sujetas a sus maridos).

Hablando con los hombres más jóvenes en la Iglesia, dijo: «Asimismo, exhorta a los jóvenes a que sean prudentes. Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, con palabra sana e irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros» (Tito 2:6-8, énfasis añadido).

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¿Cómo es una Relación de Mentoría?

1. Un mentor modela una vida deseable de imitar.

Nadie es perfecto, y nadie debe esperar la perfección de otro. Sin embargo, lo que produce una relación de mentoría es cuando una persona ve en otra algo que les hace declarar: «¡Yo deseo lo que tiene esa persona!» Vemos evidencia de ello en la relación de Noemí con su nuera Rut. Rut pudo admirar la rectitud de Noemí, y cuando Noemí trató de enviar a Rut y Orfa de regreso a sus hogares, Rut no la quiso dejar. Se aferró a Noemí y le rogó: «No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (Rut 1:16).

2. Un mentor no rechaza a nadie por sus diferencias.

En la historia de Rut y Noemí, vemos cómo dos mujeres de distintos lugares, trasfondos y religiones se unieron y forjaron un pacto entre sí y con Dios. No fueron unidas por razones de sangre, género, raza, religión ni cultura. Noemí dio mentoría a la joven desde una religión y cultura totalmente diferente. Tendrían muy poco en común, y Noemí probablemente se identificaría con muy poco en la vida de Rut. Pero Noemí se dio a la tarea de vivir el resto de sus días en una relación de mentoría con Rut.

3. Un mentor transmite su pasión por cosas que le apasionan.

Noemí transmitió a Rut su pasión hacia Dios. Moisés transmitió a Josué su pasión por el pueblo de Israel y su deseo de llegar a la Tierra Prometida. Pablo instiló en Timoteo su pasión por las iglesias y la obra del ministerio. ¿Qué le apasiona a usted?

4. Un mentor provee y fomenta oportunidades para que su discípulo crezca.

Existe un antiguo dicho, refiriéndose al arte de la mentoría: «Dime y lo olvidaré. Demuéstrame y lo recordaré. Actívame y lo comprenderé.» Los mentores efectivos no tienen todas las respuestas. Pero ellos caminan con sus discípulos por el proceso de descubrir todas las bendiciones y los beneficios de escuchar y obedecer a Dios.

5. Un mentor ora por su discípulo.

Un mentor no sólo modela una vida santa, sino que también ora por la persona a quien sirve en mentoría. Allí es donde las batallas espirituales se ganan o se pierden. Pablo inició muchas de sus cartas con comentarios de que había estado orando por los creyentes a quienes enseñaba (Fil. 1:3-6; 1 Tes. 1:2-3, 3:10-13; etc.). Debemos orar para que Dios nos dé una persona a quien podamos servir como mentor, además de orar por esa persona durante el proceso.

6. Un mentor enseña a su discípulo para que enseñe a otro.

Uno de los gozos más grandes de un mentor espiritual es ver que su discípulo también sirva como mentor a otras vidas. Pablo dijo a su discípulo Timoteo que las cosas que él había aprendido en su relación de mentoría las debería enseñar a otros. Pero el proceso no se detiene allí. Pablo dijo a Timoteo que debe enseñar a sus propios discípulos para que estos, a su vez, también sean mentores (2 Tim. 2:2).

7. Mentoría y la «Ley de Multiplicación»

El resultado concluyente de relaciones de mentoría debe ser más relaciones de mentoría. Vemos esa ley de multiplicación en función desde el mismo principio del mundo. Luego de terminar de hacer la corona de la creación, al hombre y a la mujer, Dios les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense…» (Gén. 1:28). Vemos ese mandato por toda la Escritura. Luego del diluvio en Génesis 9:1, Dios bendijo a Noé y a su familia, y les dijo que fuesen fecundos y se multiplicasen. Jacob recibió el mismo mandato dos veces: una vez cuando su padre Isaac lo envió a buscar una esposa (Gén. 28:3), y por segunda vez cuando Dios le cambió el nombre a Israel: «Sé fecundo y multiplícate» (Gén. 35:11).

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Siempre que había un «nuevo comienzo» en la historia bíblica, Dios ordenó al pueblo que fuese fecundo y se multiplicara. Cuando llegamos a la vida y el ministerio de Jesús, vemos una vida libre de pecado, el cumplimiento de toda profecía bíblica, el cumplimiento pleno de la Ley, además de Su muerte, entierro y resurrección. ¿Qué mandó a hacer antes de que ascendiera al cielo? Continuó el tema de la multiplicación. Las palabras son diferentes, pero el mensaje es el mismo:

«Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:18-20, con énfasis añadido).

Aquí vemos el mandato de que fuesen fructíferos y se multiplicasen más allá de la unidad familiar, llegando hasta los extremos de la tierra, y finalmente alcanzándome a mí y a usted.

El Reto

Hace varios años me hablaron del Reto 20/20. Esta es la manera en que funciona: identifique a una persona (preferiblemente de su propio sexo) que tenga como 20 años más usted, y planifique pasar algún tiempo con él o ella. Pregúntele sobre la lección más grande que haya aprendido en su vida. ¿Qué buenos hábitos le ayudaron a fortalecer su camino en el Señor? Aprenda intencionalmente de esa persona. A la misma vez, usted puede conocer a una persona que tenga 20 años menos que usted, con quien usted pueda pasar algún tiempo de calidad. Enséñele a esa persona la principal lección que usted ha aprendido en su vida. ¿Dónde vio éxito? ¿Dónde fracasó? ¿Qué le apasiona? Páselo para adelante.

Cuando usted se encuentre con su mentor, pregúntele: «Si usted tuviera mi edad, ¿qué le hubiera gustado saber? Cuando usted sea el mentor, comparta lo que a usted le hubiera gustado saber a su edad.

Usted está Cualificado

Hoy tuve mi última sesión con una jovencita a quien he estado dando mentoría por los pasados 10 meses. Nos habíamos reunido cada semana por una hora. Discutimos cosas de la vida, la familia y el trabajo. Durante los últimos meses, ella me dio un leve vistazo de quién es y porqué es como es. Vi que es una luchadora, y comprendo por qué es una luchadora. Conozco sus esperanzas y ansiedades respecto al futuro. Reconozco, quizás mejor que ella, que su futuro está lleno de cosas grandes. A cambio de su vulnerabilidad, yo le ofrecí la mía. La aconsejé desde mi propia experiencia, y fui transparente para compartir mis debilidades con ella.

Hoy cuando me encontré sentada ante una mesa, vi a una joven cuyo trasfondo es completamente opuesto al mío. La lógica me decía que no tenía nada que ofrecerle, que nunca podríamos relacionarnos, mucho menos tener una amistad cercana. Pero sentí que Dios había ordenado nuestra amistad. Él sabe que me dará las palabras apropiadas al momento apropiado. Él sabe que yo escucharé cuando sea el momento de escuchar, orar cuando sea el momento de orar y llorar cuando sea el momento de llorar. Es así de sencillo. Y Dios sabe que necesito que ella me enseñe un grado más profundo de compasión y amor.

Debemos recordar que Dios nos ha llamado con un gran propósito, y parte de ese propósito, aunque nos sintamos cualificados o no, es de ser fructíferos y de multiplicarnos.

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos)

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Bibliografía

Context: Engaging the Young Adults of Your Community. Nashville: Lifeway Christian Resources, 2013.

“Meeting: Three Yechidut Stories” http://www.chabad.org/library/article_cdo/aid/98156/jewish/Meeting-Three-emYechidutem-Stories.htm

Pew Research. “American Community Survey (ACS) and Decennial Census Data.” 2015.

Pitts, Jonathan G. Ministering to Millennials. Raleigh: Lulu.com, 2016.

Rainer, Thom S. and Jess W. The Millennials, Connecting to America’s Largest Generation. Nashville: B & H Books, 2011.

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