por: Rvda. Rebeca J. Brimmer, Presidenta y Directora Ejecutiva Internacional
EN NUESTRO PROGRAMA DE LECTURA DE LA BIBLIA, este mes estamos leyendo los profetas menores. En hebreo, a estos doce pequeños libros de profecía se les llama trei asar, que simplemente significa los 12. Estos son los profetas bíblicos de los libros menores. Los profetas mayores son Isaías, Jeremías y Ezequiel.
¿Cuál era la función de un profeta? Tal vez sea simplemente estar en una misión de Dios. El Rabino Moshe Chaim Luzzatto dijo: “La esencia de la profecía es que uno está apegado a Dios, bendito sea Él; y experimenta Su revelación”. En el comentario judío de Artscroll sobre los 12 profetas, dice: “Un profeta es esencialmente, un individuo que ha purificado su mente y naturaleza hasta el punto en que puede recibir el derramamiento del Espíritu de Dios sobre sí mismo”.
En el Tanaj (AT), tenemos las palabras registradas de 55 profetas, algunos con tan solo una línea de texto. Sin embargo, la historia judía nos dice que había muchos más profetas cuyas palabras no están registradas en la Biblia. Los sabios judíos dijeron: “Solo se escribió la profecía que se necesitaba para las generaciones posteriores”. Con eso en mente, mientras leemos los profetas, es importante discernir lo que Dios estaba diciendo a los oyentes originales, pero también lo que quiere que recibamos hoy. Algunas profecías ya se han cumplido, mientras que otras esperan su cumplimiento. Algunas tienen más de un cumplimiento. Miremos el libro de Joel.
El nombre Joel, que significa “el Señor es Dios”; fue escrito por uno de estos profetas menores. Aunque el libro es corto (3 capítulos) está repleto de significado, advertencias y esperanza; tanto para el antiguo Israel como para nosotros hoy.
Joel habla de un tiempo de desastre, un tiempo de langostas y hambre. Describe un tiempo de desastre abrumador para el pueblo de Judá. El primer capítulo habla del dolor y el luto que experimentan todos los estratos de la sociedad ante la hambruna. Fue un desastre fuera de su control, que amenazó su propia existencia. Hoy también, muchos están pasando por grandes dificultades, con una inflación vertiginosa, desempleo, pandemia, guerras e inseguridad alimentaria. A diferencia de la época de Joel, todavía tenemos comida disponible en nuestras tiendas, pero nuestra capacidad para comprar lo que necesitamos está disminuyendo. El precio del pan en Israel acaba de aumentar un 36%.
Ucrania, uno de los mayores productores de cereales del mundo, no ha podido proporcionar estos debido a la guerra en curso con Rusia. Esta guerra también ha causado que los precios del combustible aumenten dramáticamente, lo que ha provocado que los costos de casi todo aumenten. Este es un problema mundial. Algunos lugares están experimentando sequías. A raíz de una pandemia mundial, muchos ven reducidos sus ingresos, mientras que al mismo tiempo, los precios se disparan.
Joel describe un tiempo de desesperación, y me pregunto ¿cuántas personas hoy en día están deprimidas, ansiosas, temerosas y sin esperanza?
Para ese tiempo de devastación, Dios le dio al profeta algo que comunicar a la gente. “Cíñanse de cilicio, y laméntense, sacerdotes; giman, ministros del altar. Vengan, pasen la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios… Promulguen ayuno, convoquen asamblea; congreguen a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del Señor su Dios, y clamen al Señor.” (Joel 1:13a-14).
En un momento en que el mundo se retuerce las manos, cuando los líderes mundiales no saben qué hacer, el pueblo de Dios está llamado a la acción. Ahora es el momento de que todos los que verdaderamente invocan el nombre del Señor, intercedan por sus naciones, nuestro mundo y nuestra economía. El profeta describe esta intercesión en términos muy serios. Era tiempo de seriedad, tiempo de ayuno, de reunión en oración y de llanto ante el Señor.
Joel 2 describe el “Día del Señor” como un tiempo terrible, un tiempo de guerra e invasión. Los desastres naturales (langostas y hambrunas) fueron seguidos por una guerra aterradora.
Hoy también vemos esa combinación. El desastre sigue al desastre en nuestro mundo con duras consecuencias. Muchos lloran a aquellos que han perdido a causa de la enfermedad. Otros se desesperan por su situación financiera; mientras que otros lloran a los perdidos en la guerra. Más de 30,000 refugiados judíos han llegado a Israel desde la invasión de Ucrania por Rusia. Escuchamos sus relatos de asesinatos, cuerpos tirados en las calles, amenazas a punta de pistola, edificios destruidos y falta de alimentos; además de otras necesidades. Vemos el trastorno de estrés postraumático que surge después de un trauma severo. Lloramos con ellos por todo lo que se pierde.
“«Aun ahora», declara el Señor, «vuelvan a Mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasguen su corazón y no sus vestidos». Vuelvan ahora al Señor su Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, Y se arrepiente de infligir el mal. ¿Quién sabe si reconsidere y se apiade, y deje tras sí bendición, es decir, ofrenda de cereal y libación para el Señor su Dios?” (Joel 2:12-14).
En el calendario bíblico, hay tiempos reservados para el arrepentimiento y el duelo. El “Día de la Expiación o Yom Kippur (en hebreo)”, es uno de éstos. Este día va precedido por 40 días de arrepentimiento. El mes de Elul comenzó el 28 de agosto. Es un mes de preparación para los días santos del otoño. Durante estos 30 días hay un mayor esfuerzo de oración y concentración en el arrepentimiento. Al final de Elul, comienza el mes de Tishrei. El primero de Tishrei es un día importante en el calendario bíblico. Es la “Fiesta de las Trompetas” también conocido en hebreo como Rosh Hashaná (Cabeza del Año) y también conocido como Yom HaTeruá (Día del Asombroso y Fuerte Sonido [Trompetas])”. En este día, se tocarán las trompetas (cuernos de carneros también llamados shofares); llamando al pueblo a la oración, al ayuno y al arrepentimiento.
Desde este día hasta el “Día de la Expiación”, el día más sagrado del calendario bíblico, pasarán diez días. Estos se llaman “los Días del Asombro”, y estarán llenos de oración, súplica y arrepentimiento. En este 2022, estos diez días serán desde el 26 de Septiembre hasta el 4 de octubre. Por lo que todo el mes de Septiembre y la primera semana de Octubre serán días intensos de oración y arrepentimiento en el mundo judío.
El tema del arrepentimiento es central en este tiempo, como lo fue para el tiempo del profeta Joel. La palabra hebrea para arrepentirse es shuv, que literalmente significa “volverse”. A menudo pensamos que arrepentirnos es sinónimo de alejarnos de nuestro pecado, pero bien puede ser: “volvernos hacia Dios”. Cuando nos volvemos hacia Dios, automáticamente nos alejaremos del pecado y de la rebelión, porque Él es luz y no hay oscuridad en Él. Dios no está buscando palabras de arrepentimiento o acciones externas. Él está buscando un cambio de corazón. Él está buscando que nos aflijamos por el pecado: tanto por los nuestros, como por los pecados de nuestra cultura y nación. Él nos llama a desgarrar nuestros corazones. Es costumbre en el judaísmo rasgar las vestiduras de uno cuando se está de luto. Esto es un símbolo de gran dolor en quien está sufriéndolo, pero es posible rasgar las vestiduras sin sentirlo en realidad. Dios no quiere meras acciones simbólicas externas. Dios quiere shuv: un regreso a Él. Un cambio profundo y sincero.
No se dice nada sobre el momento de los acontecimientos en Joel; pero si dice y expone: “Toquen trompeta en Sión, promulguen ayuno, convoquen asamblea. Reúnan al pueblo, santifiquen la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho. Salga el novio de su aposento y la novia de su alcoba. Entre el pórtico y el altar, lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, oh Señor, a Tu pueblo, y no entregues Tu heredad al oprobio, a la burla entre las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: “Dónde está su Dios?”»” (Joel 2:15-17). Esta es una imagen notable en la “Fiesta de las Trompetas y los Diez días de Asombro”.
Quizás una de las Escrituras más citadas se encuentra en 2 Crónicas 7:13-14. En este pasaje Dios describe un momento de dificultad, y cómo salir de él. “Cuando cierre los cielos y no haya lluvia, o mande langostas para devorar la tierra, o envíe pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”.
El mismo tipo de seguridad se encuentra en Joel. “Entonces el Señor Jehová tendrá celo por su tierra, y se compadecerá de su pueblo. Responderá Jehová y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío grano, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; ya no te pondré en oprobio entre las naciones” (Joel 2:18-19).
Joel, inspirado por el Espíritu de Dios, dice que la tierra será bendecida (2:18; 21-22). Les dice a los hijos de Israel que se alegren: “Alégrense, pues, hijos de Sion, y regocíjense en el SEÑOR DIOS su Dios; porque fielmente os ha dado la lluvia temprana, y lluvia tardía en el primer mes. Las eras estarán llenas de trigo, y las tinajas rebosarán de mosto y aceite” (2:21, 23-24).
En Israel generalmente no recibimos lluvia durante la larga temporada de verano. De abril a octubre es raro que llueva. Cuando el Señor promete “lluvias tempranas”, esa es la lluvia que viene antes de la “Fiesta de los Tabernáculos”, cuando es casi milagroso recibir lluvia. Las lluvias tardías que caen después de la “Pascua”, nuevamente cuando es inusual que llueva son milagrosas. Me encanta la promesa de abundancia de cereales, ya que hoy el suministro mundial de cereales está amenazado por la pérdida de la cosecha en Ucrania. Lo que el Señor promete es vida abundante. Esta es la bendición física: ¡no te morirás de hambre!
Luego promete la bendición espiritual: “Y acontecerá después que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre mis siervos y mis siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (2:28).
Pedro en Hechos 2, afirma que los eventos de ese día fueron el cumplimiento de esta Escritura. Sin embargo, muchos eruditos creen que fue un cumplimiento parcial y que la plenitud sucederá con la venida del Mesías.
Siga leyendo Joel y encontrará el juicio sobre las naciones que maltratan al pueblo y a la nación de Israel (capítulo 3). Encontrará que hay días difíciles, ya predichos “antes de la venida del día grande y terrible del SEÑOR DIOS” (2:31b).
Los escritos proféticos de Joel tienen un mensaje de esperanza: “Y acontecerá que todo aquel que invocare el nombre de Jehová, será salvo. Porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, para el remanente que Jehová llame” (2:32).
Curiosamente, la palabra traducida como “remanente” podría traducirse fácilmente como “resto”. Eso me recuerda la promesa de Ezequiel 39:28 que dice que Dios quiere traer a todo el pueblo judío a casa, sin dejar a nadie atrás. Creo que el pacto de Dios con Israel es eterno y veremos rescatar al “resto”.
Los últimos dos versículos son una gran promesa que muestra la eternidad de las bendiciones del pacto de Dios, “Pero Judá permanecerá para siempre, y Jerusalén de generación. Porque yo absolverá del delito de derramamiento de sangre, a los que yo no había absuelto; porque el SEÑOR habita en Sion” (Joel 3:20-21).
Unámonos al pueblo judío en arrepentimiento, ayuno y oración del 28 de agosto al 4 de octubre 2022, los días que han conducido durante todas las edades; al día que Dios ordenó: el “Día de la Expiación”. Llevemos adelante 2 Crónicas 7:14 y miremos ¡Cómo Dios derrama Sus bendiciones!
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