En Camino al Liderazgo

por: Rvda. Rebecca J. Brimmer, Presidenta y Directora Ejecutiva Internacional

Uno de los líderes más grandes de toda la historia es Moisés. Fue elegido por Dios para llevar a los hijos de Israel de la esclavitud en Egipto, a convertirse en una nación. El autor Michael Shapiro escribió un libro llamado ‘The Jewish 100: A Ranking of the Most Influential Jews of All Time’ (Una clasificación de los 100 judíos de mayor influencia en todos los tiempos). Shapiro le da a Moisés la clasificación número uno, reconociendo a Jesús como el número dos. Como cristiana, invertiría el orden. Moisés fue inmortalizado en la gran pantalla cuando el actor de cine Charlton Heston dio vida a la personalidad de este líder en la épica película, ‘Los Diez Mandamientos’. ¿Cómo formó Dios a este gran líder? ¿Qué obstáculos enfrentó en el camino hacia el liderazgo? Encontramos algunas respuestas en los primeros capítulos del libro de Éxodo.

En hebreo, este libro se llama Shemot (Nombres), porque comienza con una lista con todos nombres de los hijos de Jacob que vinieron a Egipto. Continúa con un largo puente en la historia que cubre cientos de años. Entonces surgió un nuevo faraón que no recordaba a José; y sí estaba alarmado por la gran cantidad de israelitas que vivían en Egipto. Temía que se convirtieran en una “quinta columna” contra Egipto y su liderazgo. Así que decidió esclavizarlos y mantenerlos bajo un firme control. Las cosas fueron de mal en peor. Finalmente decidió reducir su número, haciendo que todos los bebés varones fueran asesinados al nacer. ¿Qué pasa cuando matas a todos los niños israelitas? Las niñas israelitas se verían obligadas a casarse con egipcios; y la nación de Israel, dejaría de existir en unos pocos años. Entonces el faraón encargó a dos parteras hebreas, Sifra y Puá, la espantosa tarea de matar a todos los bebés varones recién nacidos.

Eligiendo Hacer lo Correcto

Las parteras desobedecieron la ley del país emitida por el faraón y atendieron un llamado más elevado, siendo este el primer caso bíblico de desobediencia civil. Ellas defendían lo que era correcto, incluso arriesgando su propia seguridad. Cuando se les pidió que explicaran por qué no estaban matando a los bebés varones, respondieron hábilmente: “Porque las mujeres hebreas no son como las mujeres egipcias; ellas están llenas de vida y dan a luz antes que las parteras vengan a asistirlas” (Ex 1:19b NVI).

Encontrar la manera de vivir bajo un liderazgo impío y permanecer fiel a Dios, puede ser un desafío. Durante la época del Holocausto, muchos verdaderos creyentes optaron por desobedecer la ley nazi, que contradecía la ley superior de Dios; al ocultar a los judíos. Lo hicieron porque temían a Dios más que a los hombres. Eso era lo correcto que hacer.

Seguramente las parteras debieron haber hecho mucho examen de conciencia y orar; para que Dios las protegiera y las guiara. Sin su decisión a favor de la justicia, Moisés habría muerto al nacer.

El faraón no se rindió. El plan B consistía en decirle a toda la gente, incluidos los padres; que mataran a los niños varones, arrojándolos al río.

Moisés nació entonces con una sentencia de muerte. Desobedeciendo la ley del país, su familia lo escondió durante tres meses. Luego su madre cumplió literalmente la ley de arrojarlo al agua, pero hábilmente le dio una oportunidad de vida al ponerlo en una pequeña canasta que flotara.

Su hermana Miriam (María), se encargaría de vigilar la canasta. La familia debió saber dónde se bañaba la hija del faraón. Cómo debieron haber orado para que ella tuviera compasión del indefenso bebé. ¡Ciertamente que sí! Luego, su hermana Miriam presentó un plan para cuidar al niño. ¡Qué giro en los acontecimientos! Moisés se salvaba de la pena de muerte y su madre adoptiva le pagaba a su madre biológica para que lo amamantara. Estoy segura de que ese día hubo gran alegría en el hogar de esta familia hebrea.

Si no fuera por cinco mujeres maravillosas, Moisés nunca habría sobrevivido para cumplir los propósitos que Dios tenía para su vida. Las parteras, su madre, su hermana y su nueva madre adoptiva demostraron valor, pensamiento estratégico y amor, que rescataron al bebé Moisés de una muerte segura.

En sus primeros años Moisés fue nutrido y enseñado por sus padres israelitas. Luego recibió la mejor educación que Egipto podía proporcionar, en virtud de haber sido adoptado por la familia real. No sabemos cuántos años tenía cuando se fue a vivir con la hija del faraón, pero claramente, nunca olvidó su identidad de nacimiento.

Lección para Aprender

Dios usa a muchas personas y eventos para asegurarse de que Sus planes se hagan realidad. Él busca personas que hagan lo correcto, incluso a riesgo personal.

Adelantándonos a Dios

Tom y yo fuimos llamados a Israel cuando teníamos 20 años. ¿Estábamos listos? No, pero pensábamos que sí. Dios nos mantuvo en una fase de entrenamiento durante ocho años antes de permitirnos seguir adelante con el llamado. ¿Estaba Moisés consciente del llamado de Dios cuando era joven? No lo sabemos. Un día, vio a un superintendente egipcio abusando de un israelita y tomando el asunto en sus propias manos; mató al opresor. Debido a esta furiosa e impetuosa acción, Moisés tuvo que huir para salvar su vida. He aprendido, que no es suficiente tener el llamado de Dios en tu vida. También debemos hacer las cosas a la manera de Dios, reflejando Su carácter; y debemos esperar el tiempo de Dios. Claramente, el asesinato no es la forma de poner en marcha un gran ministerio. Las acciones de Moisés podrían haberlo invalidado como líder. De hecho, perdió su posición de realeza y huyó por su vida.

Moisés se casó con la hija de un sacerdote madianita y tuvo hijos. Trabajó para su suegro como pastor. Era un hombre trabajador que se ganaba la vida con su arduo trabajo físico. Debió haber tenido algunas cosas de qué lamentarse, pero parece que estaba bien establecido en ese lugar.

Debía parecer muy poco probable que Moisés se convirtiera en el líder de una nación. ¿Podría Dios usar a un asesino? ¿A un pastor? ¿A un hijo de esclavos?

Lección para aprender

No nos adelantemos a Dios ni tratemos de forzar la visión para que suceda. Esperemos ‘Su tiempo’ y hagámoslo a ‘Su manera’, honrando ‘Su carácter’.

El Llamado

Dios escuchó los gemidos de los hijos de Israel y se acordó de su pacto (Éxodo 2:24). Ahora estaba listo para actuar a su favor. Se reveló a Moisés en la zarza ardiente que no se consumía. Éxodo 7:7 nos dice que Moisés tenía 80 años cuando se reunió con Faraón, por lo que no era un hombre joven cuando se encontró con Dios en la zarza ardiente. Qué experiencia tan impactante debe haber sido.

Dios llamó a Moisés para que fuera ‘Su agente’ y llevara a la libertad a las tribus de Israel (Éxodo 3:7-10). Desafortunadamente, Moisés no estaba listo. Se sentía indigno, desprevenido, no calificado e inadecuado. No sabía lo que habría que decir para que la gente lo siguiera. Le preocupaba su reputación de asesino. Pudo haber pensado que no seguirían a un hombre de clase trabajadora. Así que trató de disuadir a Dios de llamarlo.

Dios dio respuesta a todas sus preocupaciones y preguntas. Moisés no sabía qué debía decir, así que Dios le dio la narración. Moisés todavía no estaba convencido de que fuera capaz de influir en otros. ¿Y si la gente dudara de su encuentro con Dios? ¿Y si no le creyeran? ¿Y si ni siquiera lo escucharan? Dios también debió haber pensado que era un riesgo real, porque procedió a darle herramientas a Moisés; señales milagrosas que podría usar para convencer al pueblo. Eran casi como súper poderes. Moisés podía convertir un palo en una serpiente y viceversa; podía volver su mano leprosa y viceversa; podía tomar agua del río y convertirla en sangre.

De alguna manera, la audacia del joven Moisés se había convertido en miedo a lo largo de los años. Tenía miedo de lo que la gente pensara de él. Temía no poder hablar con elocuencia. Tenía miedo de que el faraón no dejara ir a la gente. Le tenía miedo al fracaso. Le tenía miedo a la gente. Este temor motivó a Moisés a pedirle a Dios que enviara a otra persona. Dios no estaba complacido, pero se comprometió y acordó darle a Aarón su hermano, como ayudante. De mala gana, Moisés finalmente accedió y aceptó el llamado.

Lección para Aprender

Está bien confirmar el llamado. Está bien pedirle a Dios las herramientas que necesitamos. Pero no está bien permitirle al miedo que motive nuestra decisión. ¡Ten fe en Dios! Él no te dejará sin aportes. Él guiará cada paso del camino. Él te dará las herramientas que necesitas.

Comenzando a Vivir el Llamado

Moisés y Aarón se dirigieron al pueblo israelita. Aarón habló, Moisés dio las señales y el pueblo creyó. “Y cuando oyeron que el Señor había visitado a los hijos de Israel y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” (Éxodo 4:31b).

¡El primer paso se había logrado! La gente había escuchado; la gente creyó a Moisés y se motivó a volverse a Dios en adoración. Habría muchos pasos por delante que amenazarían su nueva alegría y paz. La vida es así: nunca estática, no es perfecta; y brinda muchas oportunidades para elegir entre el miedo o la fe.

Animados por su éxito, Moisés y Aarón buscaron una cita con el faraón. Fueron recibidos con una aplastante derrota, cuando el faraón rechazó completamente su solicitud. El faraón no parecía saber acerca de su Dios. Ciertamente no le temía. Reaccionó con enojo e hizo que el trabajo fuera aún más difícil. Exigió que se proporcionaran su propia paja, sin reducir la cuota de ladrillos. Los administradores judíos fueron golpeados. Se quejaron, pero fue en vano. Abrumados, fatigados, doloridos y sin esperanza, se volvieron contra Moisés y Aarón. «Todo esto es culpa suya», dijeron.

La experiencia de haber subido la cima de la montaña del primer encuentro con los Hijos de Israel, había terminado. Moisés nuevamente se encontraba luchando contra los sentimientos de fracaso. El encuentro con el faraón parecía haber resultado contraproducente, y ahora, el propio pueblo de Moisés se había vuelto contra él. Entonces Moisés se atreve a preguntar: «Dios, ¿qué está pasando? ¿Por qué me enviaste? No has libertado a tu gente. ¿Por qué les traes problemas?»

Lección para Aprender

No nos rindamos cuando las cosas se pongan difíciles. Llevemos nuestras preocupaciones al Señor.

¿Qué Significa Esto para Nosotros?

Este no fue el final de la historia. Habría muchos más pasos que dar en el camino hacia la libertad. El Éxodo nunca hubiera sucedido sin un Dios que recordara Su pacto, parteras fieles, una madre y hermana estrategas, una princesa compasiva, un líder renuente, y un hermano ayudante, Aarón.

¿A qué te está llamando Dios? Puedes confiar en que Él lo hará, a Su tiempo y a Su manera. No te dejes desviar por tu propio pensamiento. Escúchalo y Él hablará. Él te dará el mensaje y las herramientas que necesitas para el trabajo. Tu trabajo es escuchar, confiar, reconocer humildemente que este es Su llamado. Tu trabajo es orar cuando las cosas van mal; confiar en Él para recibir las estrategias; estar preparado para pensar fuera de la caja; y confiar un poco más.

 

Traducido  por Pablo Souza – Voluntario en Puentes para la Paz
Revisado por Raquel González – Coordinadora Centro de Recursos Hispanos

 

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