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Jesús se preocupó por la oración

por: Rvda. Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional

Uno de los sermones más importantes predicados por Jesús (Yeshúa) —y el primero registrado en las Escrituras— fue el Sermón del Monte. Durante este sermón, Jesús habló varias veces de la oración. Aunque muchas otras porciones se refieren a las enseñanzas de Jesús sobre la oración, esta carta de enseñanza examinará la oración en Mateo 5 y 6.

El Sermón del Monte fue impartido en Galilea, a la comunidad judía de la que Jesús formaba parte. Su audiencia estaba bien familiarizada con la oración. Desde la época de Esdras y Nehemías, era una práctica aceptada orar tres veces al día. El Tanaj (AT) tenía muchos ejemplos de oraciones poderosas que a veces daban lugar a respuestas milagrosas (Elías en 1 Reyes 18:30-46 y Ana en 1 Samuel 1:9-28, por ejemplo). El Templo de Jerusalén se llamaba «casa de oración» (Is 56:7b) y se practicaba el ayuno. La gente de la época de Jesús buscaba milagros y respuestas mientras sufría bajo el opresivo dominio romano. Sabían que necesitaban a Dios. Me imagino que escuchaban con entusiasmo y esperanza cada palabra que Jesús enseñaba.

Así como en aquel entonces, vivimos en una época opresiva con muchas amenazas, y necesitamos desesperadamente la intervención de Dios. En la época de Jesús, el pueblo debió conocer las palabras de Dios a Salomón en el momento de la dedicación del Templo: «Y se humilla Mi pueblo sobre el cual es invocado Mi nombre, y oran, buscan Mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra» (2 Cr 7:14). Los dos versículos siguientes, refiriéndose al Templo de Jerusalén, dicen: «Ahora Mis ojos estarán abiertos y Mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar, pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que Mi nombre esté allí para siempre, y Mis ojos y Mi corazón estarán allí todos los días» (2 Cr 7:15-16).

Con este contexto en mente, consideremos algunas de las palabras de Jesús.

Ora por tus enemigos (Mt 5: 44-48)

Lo último que la personas querían oír era, probablemente, orar por sus enemigos. Es difícil orar por quienes nos maltratan, a menos que la oración sea para alejarlos de nosotros. Recuerdo que un hombre piadoso me dijo que oraba para que los líderes se encontraran con Dios como lo hizo el apóstol Pablo en el camino de Damasco. Jesús (Yeshúa) dice que no sólo debemos orar por ellos, sino bendecirlos incluso cuando nos maldicen, hacerles el bien y amarlos. Esta fue una enseñanza provocadora. Recuerda que los enemigos de la audiencia de Jesús eran los romanos, un pueblo brutal que estaba destinado a tratar de destruir la nación judía. De hecho, en el año 70 d.C., matarían a un gran número de judíos durante el asedio de Jerusalén y llevarían al resto a la esclavitud y al cautiverio. ¿Cómo era posible amarlos, bendecirlos, hacerles el bien y orar por ellos? Si somos sinceros, sigue siendo un reto orar por aquellos que están destruyendo nuestra economía, debilitando la fibra moral de nuestro mundo y que están espiritualmente fuera de sintonía con Dios.

Se cree que el Monte de las Bienaventuranzas en la región de Galilea es la ubicación del Sermón del Monte.

Oración desde el corazón

La siguiente sección sobre la oración se encuentra en Mateo 6:5-8. Jesús (Yeshúa) comienza diciendo: «Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas» (v. 5). En su traducción del Nuevo Testamento titulada «The Newer Testament«, Brad H. Young traduce esta frase como: «No sean así como los fingidores». Se trata de personas cuya motivación para orar está en duda. Jesús dice que están orando para ser vistos por los hombres. En Mateo 7:21, Jesús dijo: «No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». Estos son hipócritas, o como Brad H. Young los llama, fingidores. Muchos líderes religiosos han caído en los últimos años. Tal vez sea por esto. Quizás sabían presentarse bien en público, pero sus corazones estaban lejos de ser justos. Dios mira el corazón, y no podemos engañarlo. Es un asunto del corazón.

En el judaísmo se enseña un concepto llamado kavanah. Orar con kavanah significa orar desde el corazón con intención, atención, propósito, devoción y concentración. El Rabino Isaac Abravnel dijo: «Orar sin ‘kavanah’ es como un cuerpo sin alma«. Lamentablemente, es posible orar sin ninguna participación del corazón, pero esto no es agradable a Dios.

El lugar secreto

Dios está buscando al que tiene un corazón para Él el cual le orará fervientemente en privado. Jesús (Yeshúa) enseña que debemos ir al «lugar secreto» (Mateo 6:6) a puerta cerrada. Algunas traducciones llaman al «lugar secreto» un ropero. En la época de Jesús, la mayoría de la gente no tenía el lujo de tener habitaciones adicionales, y los roperos no eran comunes. ¿A qué podría estar refiriéndose? Creo que Jesús se refería al manto de oración (talit, una prenda de cuatro esquinas con flecos anudados de borlas en las esquinas) que todos los hombres judíos piadosos usan incluso en la actualidad. Debajo de las prendas se lleva un talit katan (pequeño talit). A veces se pueden observar los flecos anudados que cuelgan sobre el cinturón. Un talit más grande se utiliza ceremonialmente, en la sinagoga y durante las oraciones. Cuando se pasea, se lleva cuidadosamente colgado sobre los hombros, pero en ciertos momentos de la oración, se levanta sobre la cabeza, encerrando totalmente al adorador en su interior. Este es un lugar de total intimidad con el Señor. El mundo queda fuera, y la oración es sólo entre la persona y su Dios. El Rabino Goldie Milgram escribió: «El talit es un hogar espiritual portátil». En la Escritura dice: «Y el fleco les servirá a ustedes para que cuando lo vean se acuerden de todos los mandamientos del Señor, a fin de que los cumplan y no sigan ni a su corazón ni a sus ojos, tras los cuales se han prostituido» (Nm 15:39).

Los nudos de los flecos del talit simbolizan todos los mandamientos de Dios, y el talit es un recordatorio visible de la autoridad de Dios sobre su pueblo. Cuando uno se envuelve en el talit, minimiza el riesgo de distraerse mientras sus ojos revolotean alrededor. Más bien, toda la atención está en el Dios Altísimo y en la comunicación con Él.

En este verso, creo que Jesús se dirige a la motivación de nuestro corazón tocando las áreas del orgullo, la hipocresía y la pretensión. Dios está buscando a aquellos que oren íntimamente, no tratando de impresionar a los que están alrededor. Nos pide que minimicemos las distracciones y le prestemos toda nuestra atención. El Salmo 91:1 se refiere al lugar secreto diciendo: «El que habita al amparo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente«. Los versículos que siguen son algunas de las promesas más poderosas de la Biblia. Los oyentes de Jesús deben haber pensado en este pasaje mientras Él hablaba.

Oración pagana

«Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería» (Mt 6:7). Hace muchos años, mi padre, el Dr. David Allen Lewis, fue el mentor de una nueva cristiana, Dora Gugliotta. Antes de venir a la fe en Jesús (Yeshúa), ella había estado involucrada en la Meditación Trascendental (MT). Ella fue entrenada personalmente por el líder, Maharishi Mahesh Yogi. A cada proponente de la MT se le da una palabra mantra que debe decir repetidamente mientras medita. Se les dice que cada palabra es única. Ella le dijo a mi padre que las palabras del mantra son en realidad los nombres de los dioses hindúes. Dijo que su «dios» era un demonio que se le aparecía regularmente cuando estaba en un trance profundo de meditación. No sé si éste es el único significado de «repeticiones vanas», pero ciertamente es un ejemplo moderno de adoración de ídolos o paganos. No debería haber ningún momento en el que oremos a dioses paganos. Esto no se refiere a orar repetidamente al único Dios verdadero. Orar a dioses falsos es totalmente rechazado por Dios. De hecho, es romper uno de los Diez Mandamientos. El verdadero creyente sólo debe adorar y orar al único Dios verdadero.

La Oración del Señor

La oración más conocida que es rezada por millones de cristianos se llama la Oración del Señor, la oración del discípulo o el Padre Nuestro. Jesús (Yeshúa) dio esta oración a Sus discípulos, diciendo: «Ustedes, pues, oren de esta manera…» (Mt 6:9a).

El Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg, director del Centro Bíblico de Israel, planteó la pregunta: «¿Tiene [el Padre Nuestro] algunos paralelismos conceptuales y de palabras significativos en la tradición litúrgica judía? ¿Tiene el Padre Nuestro raíces litúrgicas judías? La respuesta es claramente afirmativa». Continúa: «En primer lugar, observe que el contenido del Padre Nuestro es el mismo que el concepto litúrgico judío clave de אבינו מלכנו  [pronunciado: Avinu Malkenu], que cuando se traduce significa ‘Padre Nuestro, Rey Nuestro’. De hecho, absolutamente todo en el Padre Nuestro se centra en la paternidad o la realeza de Dios».

Pater Noster

Estoy convencida de que cuando Jesús enseñó esta oración a los discípulos, lo hizo en hebreo. Las frases de la oración cuando se dicen en hebreo fluyen tan bellamente y tienen tantas similitudes con la oración hebrea que ello luce casi seguro. En Jerusalén hay una iglesia llamada Pater Noster, que está dedicada al Padre Nuestro. La oración se encuentra en más de cien idiomas en toda la iglesia. Mientras que en la mayoría de los idiomas sólo hay una placa, en hebreo hay tres, incluida una grande en la entrada. Está tallada en piedra y las palabras están en la antigua escritura hebrea utilizada en la época de Jesús. Según la tradición, esta iglesia se asienta sobre la gruta o cueva donde Jesús enseñó la oración.

Quiero llamar tu atención sobre una frase: «Santificado sea tu nombre» (Mt 6:9b). Yo solía pensar que esto significaba que el nombre de Dios es santo, y que por lo tanto era una declaración. Según la Concordancia de Strong, la palabra griega es hagiazo, y significa hacer santo, purificar o consagrar, venerar, santificar, ser santo o santificar. La frase se traduciría mejor como «Que tu nombre sea santificado». El nombre de Dios ya es santo, pero santificar el nombre de Dios es una llamada a la acción. En el judaísmo, existe un concepto llamado kiddush haShem. Lo contrario es chillul haShem. El primer significado es santificar el nombre de Dios, mientras que el segundo es profanar el nombre de Dios. La Torá (Gn-Dt) dice: «Así, pues, guardarán Mis mandamientos y los cumplirán. Yo soy el Señor. No profanarán [chillul] Mi santo nombre, sino que seré santificado [kiddush] entre los israelitas. Yo soy el Señor que los santifico, que los saqué de la tierra de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Señor» (Lv 22:31-33).

Me siento retada a darme cuenta de que la oración de Jesús en esta frase nos está animando a una acción justa para que los que nos rodean sepan que nuestro Dios es santo. Estamos llamados a santificar Su nombre en nuestras acciones cotidianas.

Hoy, necesitamos ser personas de oración. Como vemos aquí, necesitamos orar con humildad, orar en el lugar secreto, orar de corazón y orar como Jesús nos enseñó. No sólo seamos guerreros de la oración, sino aquellos que santifican el nombre del Señor en nuestra vida cotidiana.

 

Traducido por Ileana Martínez – Voluntaria en Puentes para la Paz   

 

Bibliografía

Breaking Matzo. https://breakingmatzo.com
Dobson, Kent, ed. NIV, First-Century Study Bible: Explore Scripture in Its Jewish and Early Christian Context. Grand Rapids: Zondervan, 2014.
Gordon, Nehemia and Johnson, Keith. A Prayer to Our Father: Hebrew Origins of the Lord’s Prayer. Bedford: Hilkiah Press, 2009.
“Kiddush Hashem.” Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Kiddush_Hashem#
Lizorkin-Eyzenberg, Eli. “Does The Lord’s Prayer have Jewish Liturgical Roots?” Israel Bible Weekly. https://weekly.israelbiblecenter.com/lords-prayer-jewish-liturgy/
Steinsaltz, Rabbi Adin. A Guide to Jewish Prayer. New York: Schocken Books, 2000.
Young, Brad, H. Jesus the Jewish Theologian. Grand Rapids: Baker Academic, 1995.
—— The Newer Testament. Tulsa, Hebrew Heritage Bible Society, 2022.

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