por: Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional
Tanto los judíos como los cristianos añoramos la venida del Mesías. Sin embargo, éste ha sido tema de tanta disputa que ha creado enorme división entre el cristianismo y el judaísmo. La mayor disputa gira en torno a la identidad del Mesías. Los cristianos creemos que Jesucristo (Yeshúa HaMashíaj) es el Mesías. Los judíos están igualmente convencidos de que NO lo es. El rechazo judío de Yeshúa como el Mesías ha propulsado persecución cristiana contra los judíos durante siglos. ¿Qué espera el pueblo judío del Mesías? ¿Por qué el pueblo judío rechazó a Yeshúa como Mesías? ¿Se llegó a identificar Yeshúa como el Mesías? Reconozco que tomaría varios libros para tratar adecuadamente este tema, pero es meritorio e importante que lo tratemos en este corto Estudio de Israel.
La palabra hebrea para Mesías es mashíaj, y literalmente significa “el ungido.” Esta palabra proviene de la raíz mashaj, que significa “ungir, untar con aceite, o consagrar.” La palabra mashíaj aparece 39 veces en el texto hebreo del Más Antiguo Testamento, aunque generalmente aparece traducido como Mesías sólo dos veces. Las restantes veces, esa palabra aparece traducida simplemente como “el ungido.” Surge de la antigua costumbre israelita de verter aceite sobre la cabeza de una persona cuando es asignada a un puesto de autoridad. La palabra griega para Mesías es Cristos, traducido al español como Cristo, que es el título descriptivo de Su Persona. Cuando usamos Su nombre en reverencia, es una afirmación de fe, reconociendo que “Jesús es el Ungido.” También lo podríamos decir en hebreo, Yeshúa HaMashíaj.
Todos podemos pensar en una palabra que tiene diversos significados, aún dentro del mismo idioma. De la misma manera, los cristianos y los judíos a veces hablamos de un tema teológico, y luego nos damos cuenta que no nos estamos entendiendo. El judío ortodoxo Moshe Kempinski lo explica de esta manera: “Hasta los últimos días, nuestras comunidades continuarán usando ciertas palabras y terminología con significados distintos, lo cual inevitablemente conducirá a la mal interpretación y confusión.”
Mashíaj es una de esas palabras. El problema es que esa palabra se usa en la Biblia para referirse también a sacerdotes, reyes y profetas ungidos, y no únicamente al Mesías. “Si el que peca es el sacerdote ungido [mashíaj], trayendo culpa sobre el pueblo, que entonces ofrezca al SEÑOR un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado, por el pecado que ha cometido” (Levítico 4:3). “Y dijo a sus hombres: El SEÑOR me guarde de hacer tal cosa contra mi rey, el ungido [mashíaj] del SEÑOR, de extender contra él mi mano, porque es el ungido [mashíaj] del SEÑOR” (1 Samuel 24:6). “No toquéis a mis ungidos [mashíaj], ni hagáis mal a mis profetas” (1 Crónicas 16:22). “Así dice el SEÑOR a Ciro, su ungido [mashíaj], a quien he tomado por la diestra…” (Isaías 45:1).
He participado en convocaciones masivas al aire libre en Israel donde se han reunido sobre 100,000 personas cantando “Mashíaj, Mashíaj, Mashíaj.” Ha sido un momento electrificante, expresando su profundo anhelo de ver llegar el Mesías. Las palabras fueron escritas por el rabino Moshe ben Maimón, mejor conocido como Maimónides o Rambám (1135-1204 d.C.). Él desarrolló los 13 Principios de Fe, la más reconocida declaración de fe judía. El número 12 dice: “Creo con perfecta fe en la venida del mashíaj, y aunque se demore, aún lo espero cada día.”
¿Qué Espera el Pueblo Judío del Mesías?
1. Será un gran líder político, descendiente del Rey David (Jeremías 23:5).
2. Conocerá muy bien la Ley Judía, y guardará los mandamientos (Isaías 11:2-5).
3. Será un líder carismático, inspirando a otros para que sigan su ejemplo.
4. Será un gran líder militar, quien ganará muchas batallas para Israel.
5. Será un gran juez, quien tomará decisiones justas. Restaurará el sistema judicial religioso de Israel y establecerá la Ley Judía como la ley de l
a nación (Jeremías 33:15).
6. Traerá redención política y espiritual al pueblo judío, devolviéndolo a la tierra de Israel y restaurando a Jerusalén (Is. 11:11-12; Jer. 23:8, 30:3; Os. 3:4-5).
7. Establecerá un gobierno en Israel que será el centro de un gobierno mundial para judíos y gentiles (Isaías 2:2-4, 11:10, 42:1).
8. Reconstruirá el Templo y restablecerá la adoración (Jerermías 33:18).
Muchos autores judíos opinan que ha habido numerosos candidatos al Mesías, y que han aparecido durante diversos tiempos en la historia. Wikipedia identifica a siete tales mesías (incluyendo Jesús) entre los años 6 y 135 d.C. El sitio web judío www.jewfaq.org/ explica: “Se ha dicho que en cada generación, nace una persona con el potencial de ser el mashíaj. Si es el tiempo correcto para la era mesiánica durante la vida de esa persona, entonces esa persona será el mashíaj. Pero si esa persona muere antes de completar la misión del mashíaj, entonces esa persona no era el mashíaj.”
El rabino Hayim Halevy Donin, en su libro To Be a Jew [Ser Judío] explica: “El pensamiento judío nunca ha concebido al Mesías como un Ser Divino. Siendo representante ungido de Dios, el Mesías será una persona que producirá la redención política y espiritual del pueblo de Israel por medio del retorno de los judíos a su tierra ancestral de Eretz Ysrael [Tierra de Israel] y la restauración de Jerusalén a su previa gloria. Iniciará una era caracterizada por la perfección moral de toda la humanidad y la coexistencia armoniosa de todos los pueblos, libre de guerra, temor, odio e intolerancia (ver Isaías 2, 11 y Miqueas 4). Reclamantes al título mesiánico han surgido durante varios momentos en la historia judía. El criterio por el cual han sido juzgados es: ¿Logró hacer todo lo que el Mesías debiera hacer? Según ese criterio, ninguno ha cualificado. La era mesiánica aún está por venir. El restablecimiento del Estado Judío en nuestros tiempos, y la restauración de la unificada Jerusalén como capital del Estado, hace que muchos judíos devotos tengan la esperanza de que este tiempo sea el inicio de dicho proceso de redención que finalmente conducirá a la realización de todos los demás ideales inherentes a la creencia mesiánica.”
El hecho de que muchas promesas proféticas concernientes a la Era Mesiánica aún no hayan sido cumplidas dificulta que el pueblo judío piense en Yeshúa como el Mesías. El rabino Yechiel Eckstein dice: “Ese concepto resalta una de las diferencias más fundamentales entre el judaísmo y el cristianismo: la creencia cristiana de que el Mesías ya vino, y la insistencia judía de que el Mesías aún no ha venido. El judaísmo afirma que la salvación personalizada y la santidad individualizada están inevitablemente incompletas por estar indisolublemente ligadas a la redención mesiánica de Israel y del mundo. Por otro lado, el cristianismo afirma que el Mesías ya ha venido, y que el individuo puede alcanzar la plenitud y el cumplimiento espiritual al aceptar a Jesús como su Salvador y Redentor personal. La misión judía es de producir la plenitud y el cumplimiento del hombre y del mundo, ¡de hacer venir el Mesías! La continua existencia del mal y el sufrimiento en el mundo, y el continuo misterio de cómo ha sobrevivido el pueblo judío, rinden testimonio elocuente de que la misión judía aún está incompleta, de que el mundo aún debe ser redimido.”
Yeshúa vivó como judío ortodoxo durante el primer siglo de Israel en tiempos extremadamente turbulentos. El pueblo judío estaba en servidumbre bajo el cruel y opresivo gobierno romano. Deseaban que el Mesías los viniera a libertar y, por lo tanto, había gran expectativa mesiánica. El autor judío Gershom Gorenberg lo describe de la siguiente manera: “Jesús apareció durante esos siglos de fermentación. El cristianismo no es producto de un simple judaísmo, sino de un judaísmo que ardía de expectativa, parado en puntillas y listo para saltar hacia los Tiempos del Fin. En el Evangelio de Marcos, las primeras palabras proclamadas por Jesús fueron: ‘El reino de Dios se ha acercado.’ La nueva fe afirmó que el mesías había realmente llegado, haciendo que el tiempo subsiguiente fuera como una pausa antes de que completara su labor.”
¿Yeshúa se declaró como el Mesías? La mayoría de los cristianos rápidamente dirían que sí. Es cierto, pero si alguien quiere refutarlo y decir que Yeshúa nunca se identificó como el Mesías, veremos que no hay una frase en el Más Nuevo Testamento donde expresamente hubiese dicho: “Yo soy el Mesías.” No obstante, si tomamos en cuenta la mentalidad hebraica, podemos acertar que Yeshúa realmente sí se identificó como el Mesías. Lo hizo en muchas maneras directas e indirectas. Quizás tuvo cautela, porque muchos en ese tiempo estaban alegando ser el Mesías. Pero Yeshúa demostró ser el Mesías en palabra y en hecho. Habló usando costumbres hebreas y frases mesiánicas de las Escrituras Hebreas. También sabía que Sus hechos validarían Su identidad, cumpliendo los pasajes claramente mesiánicos. Cualquiera que hubiera procurado a un Salvador espiritual lo hubiera reconocido como el Mesías Prometido.
A través de los cuatro evangelios, Yeshúa frecuentemente se denominó como el “Hijo del Hombre,” título que proviene directamente de Daniel 7:13-14. El ampliamente aceptado título de bar enash (originalmente en arameo, y no hebreo) describe una figura mesiánica de origen celestial: “Seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante El. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.”
Cuando Yeshúa usó ese título, estaba declarando que había venido del cielo en una misión espiritual. Esteban, mientras era apedreado, describió la misma visión celestial en Hechos 7:56: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios.” En todas partes, Yeshúa se identificó como el Hijo del Hombre, declarando a la vez que era el Mesías. Sin lugar a dudas, Yeshúa dijo que tenía toda la autoridad para perdonar pecados porque era el Hijo del Hombre (Mateo 9:2, 5-6; Marcos 2:5, 9-10; Lucas 5:23-24, 7:47-48; Juan 3:14).
Cuando Yeshúa tenía 12 años, se quedó atrás en Jerusalén mientras sus padres partieron hacia Nazaret. Cuando se dieron cuenta que no estaba con el grupo, lo buscaron hasta encontrarlo en el Templo, enfrascado en profunda discusión con los eruditos. Yeshúa asombraba a los maestros del Templo por Su entendimiento de las Escrituras (Lucas 2:46-50). Cuando María le preguntó qué estaba haciendo, respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?” (v. 49). Aún de niño, Yeshúa se refería a Dios como “Mi Padre.” Continuó usando ese término durante toda Su vida, ¡mencionado en los evangelios un total de 44 veces!
El Dr. Robert Lindsey, fallecido autor cristiano que vivió mucho tiempo en Jerusalén, explicó el significado de esa frase “Mi Padre.” Dijo: “Muchas oraciones de la sinagoga contienen la frase, ‘Padre nuestro [avinu] que estás en los cielos,’ y Jesús enseñó a Sus discípulos una oración que también comienza con ‘Padre nuestro que estás en los cielos.’ Sin embargo, la expresión ‘Mi Padre [aví]’ debió parecerle impropia a los judíos de esa época. Sólo una vez aparece la frase ‘mi Padre’ con referencia a Dios en las Escrituras Hebreas, y se encuentra en el Salmo 89, donde habla acerca del Mesías venidero. El verso 26 dice:‘El clamará a mí: “Aví atá, Mi Padre eres tú…”’ Así vemos que el Mesías tiene derecho de llamar a Dios ‘mi Padre.’ Estoy seguro que los rabinos del tiempo de Jesús enseñaban al pueblo para que dijesen ‘Padre nuestro que estás en los cielos,’ porque dirían que ‘mi Padre’ estaba reservado sólo para el Mesías. El verso en 2 Samuel 7:14 también contiene una profecía del Mesías: ‘Yo seré padre para él y él será hijo para mí.’ Ese verso contiene el indicio de un Mesías venidero que será hijo de Dios. En base al Salmo 89:26, 2 Samuel 7:14 y Salmo 2:7, era comúnmente aceptado que el Mesías sería el hijo de Dios, aunque esos versos no contienen la frase ‘hijo de Dios.’ Lo que aparece en esos versos es, ‘El clamará a mí: “Mi Padre eres tú,”’ ‘Yo seré padre para él y él será hijo para mí,’ y ‘Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.’ Esa es la manera hebraica de expresar la identidad del Mesías, y es la manera en que el Espíritu Santo habló y la manera en que Jesús habló.”
Cuando Yeshúa se encontró un shabat (sábado) en Nazaret, su ciudad de crianza, asistió a la sinagoga y fue honrado con la invitación de leer una porción del rollo de la Torá (Gén. – Deut.). Abrió el rollo y leyó los versos en Isaías 61:1-2, los que eran comúnmente percibidos como mesiánicos: “‘El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del SEÑOR.’ Cerrando el libro, lo devolvió al asistente y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en El. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído” (Lucas 4:18-21).
No hay duda de que los hombres de esa sinagoga comprendieron que Yeshúa se estaba proclamando como Mesías. Continuó brevemente Su discurso, y luego “todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose, le echaron fuera de la ciudad…” (Lucas 4:28-29). Esas personas no aceptaron que Yeshúafuese el Mesías, pero claramente entendieron que se estaba denominando como tal. Y podemos ver que Yeshúaciertamente cumplió la profecía mesiánica de Isaías 61:1-2, porque sanó a multitud de enfermos y restauró la vista a muchos ciegos.
En unas cuantas ocasiones, Yeshúa más claramente se denominó como el Mesías. En Juan 4, mientras hablaba con una mujer samaritana en las afueras de la ciudad de Sicar, “la mujer le dijo: ‘Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando El venga nos declarará todo’” (Juan 4:25). En una de las declaraciones más abiertas de Su identidad como Mesías, respondió a la mujer diciendo:“Yo soy, el que habla contigo” (v. 26).
Otra declaración indiscutible que hizo Yeshúa fue durante Su juicio ante el sumo sacerdote Caifás, los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas (Mateo 26:57-68; Marcos 14:53-65; Lucas 22:66-70, 23:2). Según el relato en Marcos, el sumo sacerdote le preguntó a Yeshúa directamente: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo” (Mar. 14:61-62). Robert Lindsey comenta: “Los sumos sacerdotes y maestros de la ley claramente comprendieron la declaración mesiánica de Yeshúa. Aunque no le creyeron, no hubo manera de refutar su significado: Yeshúa declaró que era el Mesías, ¡el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios! Por esa razón, lo llevaron ante Pilato para ser castigado. Para ellos, Sus declaraciones eran blasfemias, mientras que para otros, eran divinas.”
En Juan 17:3, Yeshúa oró al Padre, diciendo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
Aunque Yeshúa sabía que era el Mesías, y lo comunicó en varias ocasiones, también ordenó a algunos a quienes había sanado de su enfermedad que no lo contaran a nadie. Y cuando Simón Pedro hizo su gran confesión de fe diciendo: “Tú eres el Cristo [el Mesías], el Hijo del Dios viviente,” Yeshúa le respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:16-17). En el verso 20, leemos: “Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que El era el Cristo [Yeshúa Ha Mashíaj].”
El propósito de la primera venida de Yeshúa era morir por los pecados de la humanidad, de ser el Salvador del mundo, proveyendo un camino para que pudiésemos entrar ante la presencia de un justo e intachable Dios. Durante esa primera manifestación, Yeshúa cumplió muchos, pero no todos, de los textos proféticos mesiánicos. Esperamos con entusiasmo el día cuando veamos el cumplimiento del resto de las profecías.
Algunos han sugerido que Yeshúa vino aquella vez para ser Mesías sólo para el mundo gentil, aparte de los judíos. Pero Él mismo declaró: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24). Y cuando Yeshúa se preparaba para ascender al cielo, claramente reveló Su plan de incluir a los gentiles en las bendiciones del reino de Dios: “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mateo 28:19-20a). Eso fue predicho por Simeón cuando llevaron el bebé Yeshúa al Templo: “Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:29-32). Dios siempre quiso que la salvación llegara a Israel y entonces a los demás pueblos del mundo.
Como hemos visto hasta ahora en este corto estudio, Yeshúa definitivamente se identificó como el Mesías. Aunque nunca dijo textualmente “Yo soy el Mesías,” o “Yo soy el Hijo de Dios,” dejó ver muy claramente que era el Mesías según el contexto del judaísmo del primer siglo. Por eso es importante que los cristianos comprendamos el mundo hebraico en el cual Yeshúa se movía e interactuaba. Robert Lindsey recalcó: “Cuando uno lee los evangelios, debe tener siempre en mente que las palabras y las ideas originales fueron expresadas en hebreo con un trasfondo rabínico. Hoy día, esas cosas son totalmente foráneas para la mayoría de los cristianos. Escondidas dentro del texto bíblico hay palabras y conceptos hebraicos, pero su significado no estaba escondido de los judíos del primer siglo porque claramente comprendían lo que a nosotros nos parece un tanto nebuloso. Si queremos conocer mejor quién era Yeshúa y lo que dijo, necesitamos comprender mejor el idioma que hablaba y el entorno en que vivía.”
Los cristianos estamos esperando ansiosamente la venida de Yeshúa. De hecho, vemos muchas señales de los postreros tiempos, según fueron detallados por los profetas hebreos.
¡No estamos solos en esa expectativa! Muchos de nuestros amigos judíos también están esperando el cumplimiento de la profecía bíblica, en expectativa del olam habá (mundo por venir). David Rubin, un judío ortodoxo residente de Silo (ciudad antigua donde estuvo varios años el Tabernáculo), cree que el día vendrá cuando los fieles de la Biblia (tanto judíos como cristianos) estaremos unidos. Cita a Zacarías 14:9, que dice: “Y el SEÑOR será rey sobre toda la tierra; aquel día el SEÑOR será Uno, y Uno Su nombre.” Lo explica así: “En otras palabras, en aquel día, no habrá más confusión o descuerdo entre judíos y cristianos respecto al Mesías o cualquier otro tema teológico. Todos los desacuerdos teológicos que trágicamente han sido catalítico, e incluso excusa, para tanto dolor y derramamiento de sangre judía en el pasado, permanecerán en el pasado. Habrá una unidad sin precedente entre los pueblos del mundo con el deseo de adorar a Dios de manera correcta, la cual será muy evidente para todos ese día.”
En años recientes, he estado en conversación con muchas personas judías, incluyendo rabinos ortodoxos, donde se ha discutido el concepto de un futuro en que todos seguiremos juntos al Mesías. Una de las sugerencias que frecuentemente surge es que, cuando venga el Mesías, debe formarse un comité para preguntarle, “Señor, ¿has estado aquí anteriormente?”
En una de dichas conversaciones, un amigo judío me preguntó que si era posible que hubiese dos maneras de ir al cielo, una para los judíos y una para los cristianos. Mi amigo judío se hubiese sentido más cómodo si le hubiese dicho que sí, pero no pude hacerlo. Le respondí, yo creo en el Shemá: “Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6:4-5). Continué diciéndole: “Quizás no estemos de acuerdo ahora mismo con la identidad del Mesías, pero sólo hay un Mesías, al igual que sólo hay un Dios. Cuando venga, ambos le seguiremos.” ¡Oro para que pronto venga y establezca la Era Mesiánica que tanto anhelamos los judíos y los cristianos!
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