por: Janet Aslin, Escritora para Puentes para la Paz
HAY PALABRAS QUE TRANSMITEN conceptos importantes en las Escrituras que no se usan comúnmente hoy en día. «Permanecer» es una de esas palabras, rica y llena de significado espiritual.
La palabra «permanecer» forma parte de la lengua inglesa desde antes del siglo XII. Según el Diccionario Merriam Webster, «uno de los significados anteriores de permanecer era “detenerse”», mientras que, a día de hoy, la expresión «permanecer en» significa «aceptar y ser guiado por (algo)». El significado de términos como la palabra «permanencia» corresponde a algo “que continúa por mucho tiempo”, como, por ejemplo, “una amistad duradera”.
Pero, ¿cúal es el concepto bíblico de esta palabra? ¿Qué quería decir Jesús (Yeshúa) cuando les dijo a sus discípulos: «Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí» (Juan 15:4, énfasis añadido).
En la Biblia es evidente que el plan del Señor siempre fue permanecer, morar en amor con la humanidad. El Tanaj (Gén-Mal) está lleno de ejemplos. El primero se encuentra en Génesis, cuando Dios se encontraba cara a cara cada día con Adán y Eva todos los días en el Jardín del Edén. Más tarde, el pecado entró en el mundo y se convirtió en una barrera que impidió la relación íntima que el hombre había conocido en el Jardín. Pero Dios no abandonó su deseo de relación, de morar con la humanidad. Podemos comprobarlo al observar que las palabras «permanecer» y «morar» aparecen 249 veces en las Escrituras.
Los términos originales utilizados para la palabra «permanecer» se corresponden con la Concordancia Strong H7931 shakan (שכן), H3427 yashav (ישב) y G3306 men-ō (μένω), que es el equivalente griego. Shakan y yashav significan «establecerse, permanecer, morar, tabernáculo, residir», mientras que men-ō aporta a estos significados un elemento adicional, refiriéndose al estado o la condición de uno mismo: “permanecer como uno es, no convertirse en otro o diferente”. Ambas se traducen indistintamente como «permanecer» o «morar».
La palabra Shakan se utiliza en el Tanaj para describir el deseo de Dios de tener un lugar en la tierra donde Su Nombre permanezca o more. Lo encontramos en Deuteronomio cuando el Señor da instrucciones sobre la construcción del Tabernáculo. Dios declara específicamente: «…entonces sucederá que al lugar [el Tabernáculo] que el Señor, su Dios, escoja para morada [shakan] de Su nombre» (Deut 12:11a, énfasis añadido).
En Éxodo 25:8, el Señor lo expresa de otra manera: «Que me hagan un santuario, para que Yo habite [shakan] entre ellos» (énfasis añadido).
La palabra shakan está relacionada con el término mishkan (משכן), la palabra hebrea para el Tabernáculo portátil que se usaba durante los años de exilio en el desierto, así como durante otros 369 años en Silo. También se puede identificar la palabra hebrea shekinah (שכינה), que literalmente significa “la morada de Dios”. Tanto mishkan como shekinah comparten las mismas raíces, shin, kaf, nun (שכן), al igual que la palabra traducida como «permanecer». Curiosamente, las palabras hebreas modernas para referirse a los términos «vecino», «vecindad» y «vecindario» también se forman a partir de esa misma raíz. Todas implican un contexto relacional, en lugar de hacer referencia a un grupo de personas que pasan tiempo en cercanía geográfica pero sin relacionarse personalmente.
No sorprende que casi todas las referencias del Nuevo Testamento a la palabra «permanecer» aparezcan en los escritos del apóstol Juan. Tal como venimos observando, la palabra «permanecer» contiene un aspecto relacional además de hacer referencia a un lugar físico. Juan, quien se refirió a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba” en cuatro ocasiones (Juan 13:23, 20:2, 21:7, 20), pudo ser quizás el discípulo más familiarizado con el significado más profundo del término.
El autor y maestro de la Biblia Skip Moen, detalla que la palabra griega utilizada para «permanecer» en Juan 15 puede traducirse como «permanecer, perseverar, quedarse, continuar o habitar… [y] toma prestado un contexto del Antiguo Testamento donde Dios es retratado como constantemente fiel y firme en Su compromiso con los hombres».
¿Qué quería decir exactamente Jesús cuando llamó a sus discípulos a permanecer en Él? El teólogo Sinclair Ferguson escribe que el llamado de Jesús a permanecer en Él no consiste en una «experiencia mística e indefinible, sino que señala algunas realidades concretas».
Ferguson continúa describiendo algunas de esas realidades de la siguiente manera: «La comunión con Jesús depende 100% de la gracia; requiere obediencia y significa permitir que Su Palabra llene nuestras mentes, dirija nuestras voluntades y transforme nuestros afectos». También viviremos tiempos de poda.
Exploremos estas realidades con más profundidad.
Como no estamos acostumbrados a usar la palabra “permanecer” en el sentido más pleno de su significado bíblico, necesitamos ayuda para entender cómo hacerlo. La primera realidad es que, sin la gracia de Dios, no podemos hacerlo. Permanecer depende de la gracia. El difunto rvdo. Billy Graham escribió: «La gracia no se compra. Es un regalo gratuito de Dios todopoderoso a la humanidad necesitada». En otras palabras, la gracia es el favor inmerecido de Dios.
La ilustración de Jesús sobre la vid y los sarmientos también resulta muy útil para entender nuestra dependencia total de Él. Si se corta un sarmiento de la vid, su fuente de vida y alimento, rápidamente se marchitará y morirá. En la naturaleza, un sarmiento no elige ni adherirse ni separarse de la vid; depende 100% de ella.
Para permanecer, debemos obedecer. Por el hecho mismo de la misericordia y el amor de Dios, tenemos dos opciones ante nosotros. Desde los comienzos en el Jardín del Edén y a lo largo del Tanaj, siempre fue el deseo de Dios tener comunión con Sus seres creados. Aquí la ilustración de permanecer como la rama en la vid se desmorona un poco porque se nos dio libre albedrío. Cuando Adán y Eva pecaron al elegir desobedecer a Dios, esa relación cambió y ya no hubo una relación directa e íntima entre Dios y la humanidad.
Dejando a un lado la desobediencia, a lo largo de los años, Dios habitó entre Su pueblo. El Tabernáculo, o mishkan, se colocó en el centro del campamento de los israelitas durante los años de peregrinación por el desierto. Sin embargo, sólo a una de las doce tribus se le dieron deberes sacerdotales específicos. “En aquel tiempo el Señor apartó la tribu de Leví para que llevara el arca del pacto del Señor, y para que estuviera delante del Señor, sirviéndole y bendiciendo en Su nombre hasta el día de hoy” (Deut 10:8).
Cuando se estableció el orden del campamento, el Tabernáculo se colocó en el centro. Las tiendas de Moisés y Aarón estaban frente a la entrada del Tabernáculo, al este; los coatitas, al sur; los gersonitas, al oeste; y los meraritas, al norte. La tribu de Leví formaba así una barrera entre la morada de Dios (Núm 1:51-53) y el resto de los israelitas. Y, aun así, el acceso al Lugar Santísimo se producía sólo una vez al año, cuando el sacerdote levítico entraba para el sacrificio de expiación por el pueblo.
El acceso limitado a Dios como resultado de nuestra desobediencia se mantuvo hasta la venida de Jesús. Sin embargo, la obediencia continuó siendo el requisito para permanecer verdaderamente con Dios. Podemos verlo ejemplificado en la vida de Jesús. Él es el Hijo de Dios, modelando la obediencia completa al Padre. «Yo no puedo hacer nada por iniciativa Mía; como oigo, juzgo, y Mi juicio es justo porque no busco Mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Juan 5:30).
Jesús es claro e incluso duro, cuando les dice a sus discípulos que experimentarán un tiempo de poda: «Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto» (Juan 15:1-2).
Podemos observar que existen dos cosas que pueden suceder en cuanto a las ramas. Si no hay fruto, son arrancadas. Si hay fruto, es necesario podarlas. En el primer caso, las ramas infructuosas terminan arrojándose al fuego y dejan de existir. Pero toda vid que sí produce fruto se poda, algo que suena doloroso. Pero, ¿por qué es necesario?
Podemos encontrar la respuesta en la propia vid. Según la página web de la Universidad Estatal de Iowa: «La vid produce racimos de frutos a partir del crecimiento de la temporada anterior. Antes de la poda, una vid puede tener entre 200 y 300 brotes capaces de producir fruto. Si la vid no se poda, la cantidad de racimos de uva sería excesiva. El propósito de la poda es obtener la máxima producción de uvas de alta calidad».
El Padre, como Viñador, busca una producción perfecta y de alta calidad en aquellos que permanecen como ramas.
Sabremos si realmente estamos permaneciendo por el tipo de fruto en nuestras vidas. Según Jesús, hay claras diferencias: «Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos» (Mat 7:16-18).
Una manera de hacer un autoexamen es observar la lista de los famosos nueve frutos del Espíritu que se describen Gálatas 5:22-23: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. ¿Son evidentes en nuestra vida?
Si verdaderamente permanecemos en Él, los frutos deberían estar presentes. Jesús dice claramente que, si permanecemos en Él y somos totalmente dependientes como un sarmiento de la Vid, daremos mucho fruto. «Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer» (Juan 15:5). Somos nosotros quienes completamos el círculo: permanecer depende 100% de la gracia de Dios.
La bloguera cristiana Diane Ferreira escribe: «Permanecer en Dios es un viaje activo y continuo que abarca todos los aspectos de nuestra vida».
Juan, el discípulo a quien Jesús amaba, conocía la importancia de «permanecer» porque es lo que produce una relación íntima y recíproca como resultado. Se podría decir que el objetivo de nuestra vida en la tierra es aprender de Dios y conocer a Jesús a través de nuestra relación con Él. Nuestras relaciones más íntimas son aquellas con quienes compartimos el espacio vital día tras día. Los conocemos como familia, en los buenos y en los malos momentos. Esto es permanecer con otra persona. ¡Qué maravilloso es que podamos tener una relación cada vez más profunda con Jesús a medida que aprendemos a permanecer con Él!
1 Juan 2:28 contiene una promesa y una recompensa para aquellos que «permanecen» fielmente en un nivel espiritual. “Y ahora, hijos, permanezcan en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados en Su venida”. ¿Puede haber algo mejor que eso?
“Abide Definition & Meaning.” Merriam-Webster. https://www.merriam-webster.com/dictionary/abide#word-history.
Ferguson, Sinclair. “What Does It Mean to ‘Abide’ in Christ?” Ligonier Ministries, March 6, 2020. https://learn.ligonier.org/articles/what-does-it-mean-abide-christ.
Graham, Billy. “The Unmerited Favor of God.” Billy Graham Evangelistic Association. https://billygraham.org/devotions/gods-unmerited-favor.
“Israel’s Wilderness Camp Picture.” Bible Study. https://www.biblestudy.org/maps/wilderness-camp-israel.html#google_vignette.
Kohler, Kaufmann, and Ludwig Blau. “SHEKINAH (; Lit. ‘the Dwelling’).” Jewish Encyclopedia. https://www.jewishencyclopedia.com/articles/13537-shekinah.
Moen, Skip. “Hebrew Word Study: Abide” https://skipmoen.com/2003/02/abide/
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Strong, James, LL.D, S.T.D. The New Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible. Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers, 1990.
“Why Is It Necessary to Prune Grapevines?” Iowa State University Extension and Outreach, December 3, 2024. https://yardandgarden.extension.iastate.edu/faq/why-it-necessary-prune-grapevines#:~:text=If%20the%20vine%20is%20not,growth%20for%20the%20following%20season.
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