Sabiduría se Conoce por sus Frutos

por: Cheryl L. Hauer, Directora de Desarrollo Internacional

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Foto: reddit.com

La sabiduría parece ser una de las cualidades más buscadas, pero elusivas, que ha cautivado la atención del ser humano desde los inicios de nuestra historia. Los poetas, filósofos, maestros, predicadores y políticos han hecho largos discursos sobre la sabiduría, muchos alegando poseerla mientras señalan al resto que no la poseen. Sófocles nos recordó sobre la importancia de ella al decir que la sabiduría sobrepasa a la riqueza. Por otro lado, Sócrates alabó la búsqueda de sabiduría pero concluyó que los seres humanos somos un grupo muy patético, y que no sabemos nada.

Aristóteles habló frecuentemente sobre la sabiduría, alegando que la sabiduría sólo se puede alcanzar con una auto-comprensión. Heródoto proclamó que sólo existe un mal en la vida, y ese mal es la ignorancia. Por otro lado, el único bien que debemos procurar es la sabiduría. Einstein también opinó sobre el tema, señalando que la sabiduría no se puede hallar en un salón de clase ni en libros, sino que se alcanza por una búsqueda que perdura toda la vida.

En docenas de libros, documentos y artículos que leí en preparación para este estudio, encontré una cosa en común: que debemos desear ser sabios. Todos concordaron en que la búsqueda de la sabiduría debe dominar nuestras vidas, pero todos carecían de una buena descripción de aquello que buscamos. Aunque todos dicen que la debemos procurar, pocos dicen cómo se puede reconocer. ¿Exactamente qué es la sabiduría? ¿Cómo reconoceremos a una persona sabia? Según vemos a menudo, sólo el Dios de Israel puede proveer las respuestas completas que buscamos. Nos dice: «Lo principal es la sabiduría» (Prov. 4:7). Entonces nos dice exactamente a qué se refiere en sobre 300 distintos lugares de Su libro.

Definición, Definición, ¿Quién tiene la Definición?

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Foto: Wikipedia

Al buscar en una gran variedad de diccionarios modernos, encontré tres principales definiciones que comparten elementos en común. Según Webster y otros, es la posesión de conocimiento y buen juicio. Una segunda definición es que la sabiduría es un cuerpo de conocimientos o principios que se desarrolla dentro de una sociedad específica o durante un período de tiempo. Finalmente, todos concuerdan en que la sabiduría es la habilidad de pensar usando el conocimiento, la experiencia y la comprensión.

Las definiciones en el antiguo mundo no-bíblico también eran similares. Para la élite entre la sociedad greco-romana, no había nada más importante que la búsqueda de sabiduría. Era considerada como una virtud, y se asociaba con la capacidad de pensar y acumular conocimiento. Los griegos honraban a los sabios como personas poderosas de sofisticación humana. Los romanos compartían esa perspectiva, definiendo al hombre sabio como uno que comprendía no sólo cómo eran las cosas sino también por qué eran así. En ambas culturas, la sabiduría era representada por varios dioses, todos los cuales eran bondadosos, castos, y extremadamente inteligentes.

La mayoría hoy día consideramos al búho como un ave que simboliza la sabiduría. En la antigua Roma, el búho representaba a la diosa de sabiduría, escogida porque puede ver claramente en la oscuridad, más que cualquiera otra criatura. Tal simbolismo provee un vistazo a la antigua idea sobre la sabiduría. Era la habilidad de ver más allá de lo obvio por medio de un conocimiento escondido y amplio, y luego llegar a conclusiones basado en ese cúmulo de conocimiento. Y en dicho contexto, nada era más crítico que conocerse a uno mismo. Ellos creían que ese era el comienzo de la sabiduría.

La Biblia, sin embargo, nos presenta una perspectiva muy diferente. Existen dos palabras relacionadas en el idioma hebreo bíblico para expresar la sabiduría. La primera es un adjetivo, refiriéndose a un hombre sabio, o jajam (חכם). El adjetivo aparece casi 150 veces en el Tanaj (Génesis a Malaquías), y tenía aplicación tanto secular como religiosa. En su uso secular, significaba una persona que era diestra y talentosa, como un artesano. Los que hicieron los objetos del Tabernáculo eran considerados sabios en su artesanía. Incluso, un hombre diestro en hacer ídolos o que era proficiente en magia también era reconocido como sabio, además de ingenioso y astuto.

Pero en su sentido bíblico, el hombre jajam no presenta engaño, sagacidad ni astucia. Y Dios es la fuente de toda sabiduría, en el buen sentido de la palabra. El camino a la sabiduría no se puede encontrar en uno mismo, sino en la comprensión de que el Dios personal, santo y justo nos ha dado el imperativo absoluto de vivir en temor a Él y según Sus expectativas. Sólo seremos verdaderamente sabios cuando nos sometamos a Él de manera total, en reverencia y obediencia. El hombre sabio, jajam, reconoce que Dios es la fuente de todas sus destrezas, y su temor a Dios es reflejado en todo lo que hace.

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Foto: Robyn Mackenzie/ Shutterstock.com

Una palabra hebrea relacionada a la anterior es el sustantivo jojmá (חכמה). Aparece en el Tanaj sobre 140 veces, principalmente en los libros de Job, Proverbios, Salmos y Eclesiastés. Jojmá es la sabiduría que busca y alcanza el jajam, o el hombre sabio. Implica madurez y verdadero temor a Dios. Algo importante en jojmá es el deseo de seguir a Dios según revelado en Su Palabra, sin auto-dependencia ni orgullo. Significa que uno se apega a Dios para recibir el conocimiento y la inteligencia de Él.

Pero crucial a su significado es la habilidad de tomar ese conocimiento e inteligencia para aplicarlo a situaciones de la vida diaria. La persona puede tomar decisiones correctas en los momentos correctos cada vez. No es un ejercicio filosófico ni una creencia humanista para la acumulación de información. Jojmá puede verse en las acciones y decisiones de la persona que realmente ama al Señor con toda su alma, mente y corazón; de quien se deleita en la presencia de Dios; de quien estudia intensamente la Palabra de Dios e internaliza todos sus principios; y de quien verdaderamente guarda el camino de rectitud. Esa persona sabe que el temor a Dios es el principio de la sabiduría.

Hombre Sabio u Hombre Insensato

A través de toda la Biblia, la vida de un hombre sabio se percibe como una vida de paz y gozo. Es bendecido con largos días y está repleto de misericordia, verdad y fe. Frecuentemente, esa vida es comparada con la de un hombre insensato, cuya existencia es marcada por la terquedad, pereza, orgullo e ira. Ya sea en la Torá (Génesis a Deuteronomio), los Profetas o los Libros de Sabiduría, ese contraste envía un claro mensaje. No hay áreas grises. La decisión de buscar la sabiduría, que es Dios mismo, conduce a bendiciones y beneficios. Cualquiera otra decisión demuestra que uno es insensato.

Los antiguos rabinos estaban tan convencidos de eso que a menudo escribían y hablaban sobre la persona insensata. Los eruditos antiguos decían que había diferentes tipos de insensatez en la Biblia, y cada uno evidenciaba una carencia de carácter moral y disciplina. Los clasificaron de la siguiente manera:

  1. Primero, está el insensato simple. Este es inmaduro, incapaz de resistir la tentación y es fácilmente seducido y llevado por mal camino. No reconoce que sus malas decisiones tienen consecuencias negativas.
  2. La segunda categoría es el necio. Es obstinado en su propia opinión, pero carece de la inocencia de un insensato simple. El necio es lento en observar que sus acciones tienen consecuencias negativas.
  3. El tercer tipo de insensato es el más común: el burlador. Es insolente e irrespetuoso. Se mofa del concepto de pecado, y no le importa que sus decisiones puedan tener consecuencias negativas.
  4. Luego está el grosero, la persona desvergonzada cuya vida está llena de profanidad. Ese insensato no sólo se burla del pecado, sino que incluso rehúsa creer que existe un Dios.
  5. Finalmente llegamos al escarnecedor. Esa persona ha permitido llenarse de cinismo. Tiene una perspectiva negativa sobre todo en la vida, y lo menosprecia todo. El libro de Proverbios nos dice que el único fin del escarnecedor es la destrucción.

El libro de Proverbios está repleto de descripciones de una persona sabia y una persona insensata, haciendo contraste entre ambos. Nos dice que el hombre sabio será honrado, pero el necio sólo conocerá la vergüenza. Un padre feliz es evidencia de un hijo sabio, mientras que una madre de corazón quebrantado es resultado de un hijo insensato. El necio está convencido de que siempre tiene la razón, mientras que el hombre sabio rápidamente atiende al consejo de otros.

El insensato constantemente demuestra su ira, pero el sabio demuestra auto-control. El necio se deleita en una conducta pecaminosa, pero el sabio se deleita en una vida recta. La persona sabia también desea aprender, mientras que el insensato odia la corrección y es más que ignorante. El sabio reconoce que sus acciones tendrán consecuencias y tiene cuidado al tomar decisiones. Pero el escarnecedor está engañado, se burla del pecado y trae condena sobre sí mismo. El sabio y entendido siempre halla favor.

Los autores de Pirkei Avot (Ética de los Padres, un libro de sabiduría judía) dedican amplio tiempo a la discusión de la sabiduría. Ellos proponen que quizás la característica más representativa de un hombre sabio es su auto-control. El necio carece de la habilidad de controlarse a sí mismo, y constantemente se entrega a sus propias pasiones y deseos malvados. No está consciente, o no le importan, las consecuencias negativas de sus actos. Su lema es: Si se siente bien, hazlo.

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Foto: Ollyy/ Shutterstock.com

Sin embargo, la verdadera sabiduría se evidencia por el control de uno mismo y la fuerza espiritual para resistir la tentación. El ser humano está siempre en lucha contra las fuerzas malignas y los deseos pecaminosos que lo podrían alejar del camino de justicia. Esa guerra, según Pirkei Avot, es mucho más peligrosa que una guerra física. El enemigo físico puede ser conquistado de una vez y por todas, pero los deseos malignos regresan vez tras vez. Una guerra física amenaza la seguridad física de la persona, pero en una guerra espiritual contra la tentación y los deseos malignos, la existencia eterna está en juego. Un ejército físico se puede detectar con bastante facilidad, y sus técnicas y estrategias son comunes para todos los ejércitos. No obstante, nuestros enemigos espirituales no son tan fáciles de detectar. Son traicioneros, astutos y mucho más mortales que cualquier enemigo físico que pudiésemos enfrentar.

La sabiduría se encuentra en una adecuada fuerza de carácter y temperamento como para derrotar a la tentación y sobreponerse a los propios deseos pecaminosos. El derrotar a un enemigo externo en batalla no necesariamente indica verdadera fuerza; podría simplemente ser que el enemigo es débil. Pero cuando un hombre se aferra a Dios y puede sobreponerse a sus propias pasiones y deseos malignos, ha ganado una doble batalla. Es el conquistador y también el conquistado. Ese es un hombre de verdadera sabiduría.

Tristemente, nuestro ideal moderno de sabiduría es aún influenciado por la perspectiva greco-romana mencionada anteriormente. Esa sabiduría representa el cúmulo de conocimiento, la habilidad para pensar, el estar centrado en uno mismo (narcicismo) y la negación de una necesidad de Dios y una conducta recta. Claramente, esa interpretación de sabiduría es pura necedad. Repudia la idea del temor a Dios, rechaza los estándares de rectitud y se burla de la idea de una disciplina moral. Si el temor a Dios es el principio de toda sabiduría, entonces el “sabio” moderno es ciertamente un necio.

Los Sabios Eruditos

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Foto: bg_knight/ Shutterstock.com

Podemos identificar a algunos personajes bíblicos como sabios eruditos, y a veces no eran de la casa de Israel. Algunos eran egipcios, otros babilónicos, y algunos de otras tribus paganas que rodeaban a la nación de Israel en la antigüedad. El Tanaj se refiere a ellos como jajam, según mencionado previamente. La mayoría de esas referencias están en un contexto secular, como artesanos, magos o maestros. Aún en culturas paganas, el sabio erudito jugaba un papel importante.

El hombre jajam era usualmente una figura reconocida entre las tribus nómadas en el norte de Arabia y el Medio Oriente como guardador de la sabiduría cultural. Era un tipo de hombre que mantenía viva la historia que formaba parte de su sociedad. En tiempos cuando no existían libros, dichos hombres eran quienes conservaban las pasadas experiencias, aconsejaban a los príncipes y reyes, y hasta podían identificar los lugares de los antiguos pozos o las mejores rutas comerciales porque lo habían narrado incontables veces.

Con el recibimiento de la Torá, el rol del sabio erudito entre los hebreos adquirió aún más importancia. Ya no era simplemente guardador de un conocimiento mundano, sino que era consejero espiritual, guardador de la tradición bíblica, alguien que ayudaría a que Israel recordase lo que el Dios de sus padres había hecho por ellos. Con el paso de los siglos, serían nombrados con los jueces, los profetas y los reyes. Usarían sus conocimientos y sabiduría para transformar a un grupo de hebreos, previamente esclavos egipcios, en una nación de hombres libres en la tierra que Dios les dio.

Luego de la destrucción del Templo y la dispersión del pueblo judío en el año 70 d.C., el papel del sabio erudito cambió. Sin el Templo, el judaísmo se tendría que reinventar. Tendrían que recordar su historia y transmitirla a futuras generaciones, preservar sus tradiciones y conservar una relación relevante con el Dios del universo sin su previo sistema de sacrificios. Podrían encontrarse dentro de una situación de esclavitud, servidumbre y separación del resto de su comunidad judía. En esa increíblemente difícil historia post-bíblica, serían los sabios eruditos quienes mantendrían vivo el judaísmo.

Ciertamente, los cristianos también tuvieron a sus sabios eruditos. En muchas maneras, los apóstoles ejercieron la misma función que los sabios judíos. Por medio de ellos, la historia y la herencia del pueblo judío se mantendrían vivas, pero cruzarían la frontera de Israel y llegarían al mundo gentil. Su testimonio sobre la vida, muerte y resurrección de Yeshúa (Jesús) enseñaría y daría forma a la Iglesia por muchos milenios. Siendo sabios, u hombres jajamim, eran responsables de compartir con futuras generaciones todo lo necesario para que los cristianos pudiesen ser verdaderos discípulos de Yeshúa.

El Perfil del Hombre Sabio Hoy Día

Uno de los sitios de internet que visité en la preparación de este estudio define la sabiduría como la habilidad de ver todo desde la perspectiva de Dios y luego responder según los principios bíblicos. Esa es una definición muy apropiada. Una persona que vive en el temor a Dios, uno que se rinde en obediencia, produce otras vidas que también puedan ver desde la perspectiva de Dios. Con esa visión especial, pueden tomar decisiones correctas en el momento correcto cada vez, y responder según los principios encontrados en la Biblia. La sabiduría es fácilmente detectada por medio de las acciones de tales personas. El apóstol Santiago (Yaakov) hizo la siguiente pregunta: «¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su buena conducta sus obras en sabia mansedumbre» (Sant. 3:13).

El libro de Proverbios es un auténtico tratado sobre el tema de la sabiduría. Cada verso nos anima a que procuremos la sabiduría, que conduzcamos nuestras vidas con sabiduría, que abracemos la sabiduría, y que recibamos la sabiduría y el conocimiento por parte del Señor. Con cada exhortación viene una promesa. Proverbios nos dice que una búsqueda dedicada y diligente de sabiduría indudablemente conducirá al éxito y producirá bendición. Los Escritos de los Apóstoles (Nuevo Testamento) nos dicen lo mismo. Santiago nos anima a que si carecemos de sabiduría se la pidamos a Dios, y Él la derramará generosamente sobre nosotros.

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Foto: Thomas Zsebok/ Shutterstock.com

Proverbios también nos dice que si procuramos la sabiduría con diligencia, tendremos fuerza para andar en caminos buenos y justos. Tendremos larga vida y paz. La misericordia y la verdad serán nuestros constantes compañeros. La gracia será nuestra, y también la seguridad. Caminaremos en toda confianza sin temor, y tendremos la capacidad de hacer el bien. La bondad, gentileza y fidelidad serán rasgos distintivos de la persona sabia, y Dios llenará nuestros corazones con gozo, nos dará buena salud y derramará Su amor sobre nuestras vidas.

Según el Diccionario Expositivo Vine, los frutos de la sabiduría son muchos, según revelados en el libro de los Proverbios. Allí vemos un claro cuadro de una persona sabia. En términos del Nuevo Testamento, el diccionario explica que el fruto de la sabiduría es el mismo que el fruto del Espíritu Santo, descrito en la Epístola a los Gálatas. Allí leemos que «el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio…» (Gál. 5:22-23). Santiago reitera que la sabiduría de Dios «es pura, luego pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y sin hipocresía» (Sant. 3:17, RVG).

Desde Deuteronomio a Job, de Eclesiastés a Isaías, de Salmos a Romanos a Santiago, el mensaje de la sabiduría de Dios dada al ser humano es uno de los más poderosos en toda la Escritura. Se nos dice que Su sabiduría es inescrutable, que toda sabiduría pertenece a Dios, que Él es poderoso en sabiduría, que Su sabiduría es infinita y que Sus caminos son insondables. Por el profeta Isaías, el Señor nos dice: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni sus caminos son Mis caminos» (Isa. 55:8).

Claramente, la sabiduría de Dios es mucho más elevada que toda sabiduría humana. Pero la búsqueda de sabiduría es la búsqueda de Dios mismo. La sabiduría es Su esencia, y nada le deleita más que el derramarse a Sí mismo en Sus hijos, dándoles sabiduría y poder para caminar en toda justicia.

Sabiduría a Cualquier Precio

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Pirkei Avot nos dice que solamente el que busca la sabiduría de Dios apasionadamente y a cualquier precio puede ser considerado como quien la pueda alcanzar. Los sabios eruditos preguntan: ¿no es cierto que sólo el que haya perdido algo de gran valor lo habrá de buscar en todas partes, por pequeño que sea?

En el Evangelio de Lucas, leemos la historia sobre una mujer que perdió una de sus diez monedas de plata. Ella enciende una lámpara, barre la casa y la busca hasta que la encuentra. Luego trae a sus amigas y vecinas para que se regocijen con ella porque había encontrado lo que se le había perdido. Mateo compara el Reino de los Cielos con un tesoro escondido en un campo. Cuando alguien lo encuentra, se regocija, vende todo lo que tiene y compra ese terreno. Más aún, Mateo habla de un comerciante que procuraba perlas de gran precio. Cuando encontró una, dio todo lo que tenía para poder obtenerla.

Así debe ser nuestra búsqueda de la sabiduría. A medida que nos aferremos al Dios del universo, amándole con todo nuestro corazón y viviendo una vida agradable a Él, podremos adquirir la sabiduría. Con esa sabiduría viene un increíble gozo y bendición. Nuestro Dios es un Dios que nos ama apasionadamente, quien promete estar con nosotros a través de cualquier prueba y de gozarse sobre nosotros con cánticos. No podrá haber mayor bendición que esa. Y nuestra decisión es muy sencilla:

«El sabio heredará honra, pero los necios hacen resaltar su deshonra» (Prov. 3:35).

 

(Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos)

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Bibliografía

Bialik, Hayim and Ravnitzky, Yehosua, eds. Braude,William, trans. The Book of Legends / Sefer Ha Aggadah. New York: Schocken Books, 1992.
Lieber, Rabbi Moshe. The Pirkei Avos Treasury. Brooklyn: Mesorah Publications, Ltd., 2000.
Wilson, William. Wilson’s Old Testament Word Studies. McLean, VA: MacDonald Publishing Co.
Vine, W.E. Vine’s Expository Dictionary of Biblical Words. New York: Thomas Nelson Publishers, 1985.

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