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¿Por qué Hamas está tan seguro de que está ganando?

septiembre 20, 2024
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El alto funcionario de Hamás Khaled Mashaal (izquierda) y Ziyad al-Nakhalah (segundo desde la izquierda), secretario general del movimiento Yihad Islámica Palestina, en el funeral del líder político de Hamás Ismail Haniyeh

Después de casi un año de sufrimiento y dolorosas pérdidas, la mayoría de los israelíes y los árabes palestinos probablemente conmemorarán con pesar, el aniversario de la guerra iniciada por Hamás el 7 de octubre. Pero no todos. Una entrevista que el New York Times realizó a Khaled Mashaal, el jefe del “ala política de Hamás”, en su lujosa residencia en Doha, Qatar, reveló que cree que la guerra ha ido bien.

Como lo expresó el Times, Mashaal cree que Hamás está “ganando la guerra” y confía en que la organización islamista genocida, a pesar de los golpes que ha recibido de las Fuerzas de Defensa de Israel, desempeñará un papel “decisivo” en Gaza en el futuro.

Se necesita una extraordinaria cantidad de “jutzpáh” [extrema confianza en uno mismo o audacia] para sentarse en un cómodo lugar del exilio, donde uno está protegido por Qatar –un aliado de Irán y Hamas– mientras el Estado del Golfo, también pretende ser amigo de los EE.UU. Es extraño que un líder “político” se muestre tan despreocupado, respecto de un conflicto que a pesar de las infladas estadísticas de víctimas civiles en la Franja de Gaza, producidas por Hamas, ciertamente ha infligido un daño tremendo a su propio pueblo. Al esconderse de las FDI en un laberinto de túneles del tamaño del sistema de metro de Nueva York; debajo de las casas de civiles; pusieron en marcha una confrontación que garantizó que gran parte de la Franja sería destruida. Y el propio Hamás ha resultado gravemente herido. Según se informa, 17,000 agentes han muerto y todas sus formaciones militares organizadas ya no son eficaces en combate. Lo mismo puede decirse de su capacidad para enviar misiles de largo alcance a Israel.

La supervivencia equivale a una victoria para Hamás

Según cualquier definición normal de victoria o derrota, es difícil argumentar que, tras los asesinatos en masa, las violaciones, las torturas, los secuestros y la destrucción gratuita en Israel el 7 de octubre; Hamás no ha sido derrotado.

Pero Mashaal no está de acuerdo y es difícil encontrarle defectos a su razonamiento.

Aunque la mayoría de nosotros nos hemos centrado comprensiblemente en los combates en Gaza, así como en la forma en que los terroristas de Jizbolá han podido despoblar esencialmente, una parte del norte de Israel con su fuego indiscriminado contra los civiles; uno de los frentes clave en esta guerra no está en Oriente Medio. Está en Estados Unidos.

A pesar de que la abrumadora mayoría de los estadounidenses apoya a Israel y se opone a Hamás, la batalla política por la guerra en Gaza, ha ido más o menos como querían los terroristas. Eso se refleja en la confianza de Mashaal, así como en las tácticas de negociación de Hamás y su estrategia en Gaza. Después del 7 de octubre, los terroristas no han hecho más que ganar tiempo. Y esperaban que el tiempo que necesitaban para sobrevivir a la ofensiva israelí se lo proporcionara el aliado más cercano de Israel.

Los cambios de postura de Biden ayudaron a Hamás

La respuesta inicial del presidente Joe Biden a la masacre del 7 de octubre fue unirse al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al decir que la única respuesta adecuada a este crimen atroz era que Hamás fuera “eliminado”. Pero casi tan pronto como esas palabras salieron de su boca, Biden comenzó a alejarse lentamente de esa posición.

Durante los siguientes meses cuando comenzó la contraofensiva de Israel en Gaza, Estados Unidos jugó un doble juego. Por un lado, Washington siguió suministrando a Jerusalén municiones que las Fuerzas de Defensa de Israel necesitaban con urgencia, pero al final se informó de que el Pentágono había retrasado la entrega para mantener su influencia sobre los israelíes.

Biden se vio muy influido por la abierta rebelión contra una política pro israelí, de parte de administradores de nivel inferior y miembros del personal del Congreso. Como la base izquierdista de los demócratas también estaba indignada, por su posición inicial de apoyo incondicional a Israel y la guerra contra Hamás, se dio cuenta de que eso podría poner en peligro sus posibilidades de reelección. Como resultado las declaraciones sobre la guerra, pronto se centraron más en su impacto sobre los palestinos, que en la necesidad de eliminar a los terroristas que cometieron la mayor matanza masiva de judíos desde la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

En lugar de oponerse a la demanda de la izquierda de un alto al fuego inmediato, que esencialmente salvaría a Hamás; la administración comenzó a hacerse eco de ella y a presionar para lograr un acuerdo que pusiera fin a la guerra; a prácticamente cualquier precio, incluso, si no se traducía en la libertad de todos los rehenes israelíes que todavía estaban en poder de Hamás.

Y cuando Israel obligó a los combatientes de Hamás a retroceder a su último enclave en el sur de Gaza, Biden y la vicepresidenta Kamala Harris exigieron con la misma vehemencia que los manifestantes antisemitas en las calles y los campus universitarios de Estados Unidos, que Israel no entrara en Rafah.

Combinado con el aumento del antisemitismo posterior al 7 de octubre, que se hizo evidente por los campamentos pro-Hamás en universidades de élite; le dio a Hamás todas las razones para no negociar seriamente un acuerdo de liberación de rehenes. Como dijo Mashaal al Times, Hamás vio todo esto como un estímulo para su plan de simplemente atrincherarse en sus bastiones restantes de los túneles; y resistir hasta que la presión estadounidense e internacional —aumentada por el sesgo antiisraelí de los medios de comunicación dominantes—; obligara a Israel a dar marcha atrás y permitir que los islamistas emergieran como vencedores en la guerra.

Reclamando el “reconocimiento” de EE.UU.

Pero sobre todo, Hamás ve la presión estadounidense sobre Israel como su as en la manga. Como señaló Mashaal, la forma en que Washington ha manejado las negociaciones de los rehenes, ha equivalido a un “reconocimiento” estadounidense de Hamás como socio diplomático, en lugar de una organización terrorista despreciada y proscrita. En eso tiene razón.

Aunque no está claro hasta qué punto están observando de cerca las elecciones presidenciales, o si cuentan con un resultado en lugar de otro; obviamente prefieren la postura de Harris a favor de un “alto al fuego inmediato”; a los comentarios del expresidente Donald Trump, que equivalen a una luz verde a Israel para “terminar el trabajo” de eliminar a los terroristas.

La posición militar de Hamás dentro de Gaza no ha sido eliminada por completo, pero es una sombra de lo que era antes de octubre. E incluso, hay informes que ahora comienzan a circular sobre los habitantes de Gaza, que sacan algunas conclusiones obvias sobre el alto costo de permitir que Hamás los lleve a un desastre tras otro. Incluso, cuando la atención de Israel se está centrando cada vez más en su frontera norte, y en el imperativo de detener el fuego de Jizbolá que ha despoblado una gran área en la línea directa del fuego terrorista; la necesidad de continuar el trabajo de demoler túneles y erradicar los elementos restantes de Hamás, no ha terminado. Puede llevar años, algo que desanima a los israelíes y que enfurece a Biden y Harris. Pero la idea de que existe una alternativa realista a la continuación de la lucha, que garantice la seguridad israelí –ya sea en forma de un alto al fuego y la rendición, o enviando fuerzas internacionales a Gaza para detener a Hamás–; es una quimera.

La realidad de la política palestina

Como deja claro el artículo del Times, Hamás nunca cejará en sus exigencias de que Israel les devuelva Gaza. Y mientras sean útiles a su causa, retendrán a muchos de los rehenes, pese a la creencia entre algunos israelíes, de que es la obstinación o la ambición política de Netanyahu lo que impide su libertad. Además, los dirigentes de Hamás tienen razón al creer, pese a la comprensible ira en Gaza; que la ecuación básica de la política palestina sigue siendo la misma. Durante el último siglo, los grupos y dirigentes palestinos siempre han ganado credibilidad, principalmente derramando sangre judía. Hamas cree que con el tiempo, obtendrá un gran beneficio de las atrocidades del 7 de octubre en forma de un amplio apoyo que le permitirá derrocar y reemplazar al partido Fatah, del líder de la AP, Mahmud Abás; en Judea y Samaria, así como en Gaza. Todo lo que tienen que hacer para sacar provecho de ello es sobrevivir a la guerra, y creen que han encontrado la fórmula que les permitirá hacer precisamente eso.

Si se les permite llevar a cabo sus tareas sin interferencia extranjera, las FDI acabarán eliminando a Hamas; aunque esa tarea no se logrará fácil, ni rápidamente. Sin duda pueden impedir que Hamás vuelva al poder en Gaza, asegurando así el fin de su reinado de terror sobre Israel y los palestinos. Sin embargo Mashaal y el resto del grupo terrorista, cuentan con políticos estadounidenses ineptos; manifestantes izquierdistas y activistas políticos motivados ideológicamente; unos medios de comunicación que siempre están dispuestos a demonizar los esfuerzos israelíes de autodefensa; así como el cansancio de la guerra y la angustia por los rehenes dentro de Israel; para garantizar su supervivencia. Podemos esperar que se equivoquen en eso, pero es fácil entender por qué el líder terrorista confía, en que puede sobrevivir a los israelíes… con la ayuda estadounidense.

Publicado el 19 de septiembre de 2024

 

Traducido por Chuy González – Voluntario Puentes para la Paz

 

Publicado en septiembre 20, 2024

Fuente: Porciones de un artículo por Jonathan S. Tobin originalmente publicado por Jewish News Syndicate, el 18 de septiembre de 2024. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy). Puedes ver el artículo original en este link.

Fotografía por: Mahmud Hams/AFP via Getty Images/jns.org